La Universidad CEU San Pablo presentó hace pocos días el primer Documento de Consenso del mundo sobre obesidad y sedentarismo. Se trata de un acuerdo histórico sobre el abordaje multidisciplinar de la obesidad, fruto del trabajo conjunto de más de treinta de los principales profesionales de nuestro país en materia de nutrición, bioquímica y biología molecular, nutrigenómica, inmunonutrición, endocrinología, epidemiología, pediatría, atención primaria, control clínico y hospitalario, salud pública, educación, ciencias de la actividad física y del deporte y medicina del deporte. Este análisis científico, coordinado por el Prof. Gregorio Varela-Moreiras, Catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad CEU San Pablo y Presidente de la Fundación Española de Nutrición, ha sido elaborado a partir de 17 ponencias debatidas por este foro científico multidisciplinar.
Si en algo coinciden los expertos que han formado parte de este proyecto es en la necesidad de realizar un abordaje integrado del sobrepeso y la obesidad, tal y como ya ha puesto de relieve muy recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS), que analice y tenga en cuenta todos los factores que influyen en su desarrollo, especialmente el sedentarismo y la inactividad física pero también deben analizarse otros factores como horas de sueño, empleo abusivo de ciertos fármacos, la disminución del hábito tabáquico, el fenómeno global de la migración/inmigración, o el excesivo “confort térmico”, entre otros., así como la importancia de las intervenciones coordinadas entre los diferentes sectores y partes implicadas.
En la prevención del sobrepeso y la obesidad, y el exceso de sedentarismo y la inactividad física, adquieren especial relevancia los aspectos sociales. Ello significa que se debe fomentar, por un lado, el hecho de que no sólo es importante lo que se come y lo que se bebe, sino también el cómo se come y cómo nos movemos, procurando recuperar y/o mantener todo lo relacionado con la socialización de la comida o la vida activa compartida. Existe la opinión unánime de considerar a la familia, en sus diferentes estructuras, como el mejor modelo de aprendizaje para unos hábitos alimentarios y de estilos de vida adecuados y saludables. Por tanto, las políticas de prevención deberían orientarse de manera prioritaria a poder llegar y comunicar con el núcleo familiar.
En relación con el entorno familiar, se recomienda en primer lugar evitar la presencia de televisión en el dormitorio infantil/juvenil. En segundo lugar, se debería evitar comer viendo la televisión, al mismo tiempo que se debería minimizar la exposición del niño-adolescente a los anuncios no adecuados relacionados con las temáticas del presente Documento.
Muchos de los estudios observacionales y también de intervención no suelen tener bien definidas las poblaciones de estudio, y se ha venido considerando al individuo “obeso” y/o “sedentario” con una tipología de “único”, desde el punto de vista fisiológico o patológico. Existe consenso científico actual de que no existe “la obesidad” como un fenómeno unitario, sino distintos tipos de “obesidades”, y esto requiere planteamientos innovadores en la prevención y/o tratamiento, investigar factores etiológicos y biomarcadores específicos de cada condición en particular.
En cuanto a la alimentación habitual de consumo por parte de los españoles, se vienen observando bajos consumos, principalmente respecto a las recomendaciones de cereales y derivados, verduras y hortalizas y legumbres. Por el contrario, se observa un elevado consumo de carnes grasas, embutidos y en el límite superior a lo recomendado en azúcares sencillos. Esto implica un perfil calórico desequilibrado.
El Estilo de Vida Mediterráneo, considerado en todos sus aspectos (alimentación, actividad física, socialización), en definitiva como un óptimo de filosofía de vida, se considera el mejor modelo en la prevención, probablemente también en el tratamiento, del sobrepeso y la obesidad y el excesivo sedentarismo.
Independientemente de factores genéticos, familiares, etc., hay evidencia científica suficiente de que la actividad física deportiva regular disminuye el porcentaje de grasa corporal, y reduce factores de riesgo asociados a enfermedad cardiovascular, diabetes o ciertas formas de cáncer. Existe consenso científico en considerar la práctica de actividad física como una herramienta útil para la prevención de la obesidad, por lo que debe promoverse la actividad física espontánea e impulsar la práctica deportiva, de transporte activo, etc.
El llevar una vida activa debe asociarse no sólo con un mejor estado de salud, sino con el disfrute del tiempo y una mayor sociabilidad, a todas las edades, pero de manera especial en la población infanto-juvenil y de edad avanzada.
La obesidad se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y un estado inflamatorio crónico.
Imágenes (por orden de aparición): Bruce Tuten/Flickr, isante_magazine/Flickr, Michael Bentley/Flickr y USAG-Humphreys/Flickr.