Seguro que conoces, aunque sea a grandes rasgos, los sistemas que conforman nuestro organismo; El sistema digestivo, el sistema inmune, el sistema nervioso…
¿pero conocías el sistema tónico postural?
El equilibrio de nuestra postura depende de este complicado sistema que funciona con la precisión de un reloj suizo. Este mecanismo depende de una serie de captores que recogen información y la mandan en forma de impulsos nerviosos a través de nuestros nervios hasta el gran ordenador central: nuestro cerebro. Ahí se procesa toda la información en milésimas de segundo, para crear una respuesta. Una respuesta que equilibrará nuestro cuerpo, a través de nuestros músculos, tendones y fascias.
Este intrincado sistema es como un circuito cerrado que se se autoalimenta para equilibrarnos constantemente, a través de las cadenas musculares que convergen en la pelvis y la cintura escapular (zona que conforman las clavículas y las escápulas).
Lo que busca este sistema es salvaguardarnos, mantener nuestro centro de gravedad, ahorrar energía y evitar el dolor.
Postura vs dolor
El problema viene cuando este circuito cerrado ve mermada su eficacia por la mala gestión de alguno de esos captores de información.
Uno de esos grandes captores de información son nuestros dientes. Cada vez que tragamos saliva, cosa que hacemos al rededor de 1500 veces al día, informamos a nuestro cerebro sobre nuestra oclusión dental, a través de las terminaciones nerviosas del nervio trigémino que llegan a los dientes. Esta información es primordial, ya que, la boca pertenece a otro gran sistema, el digestivo; y nuestra alimentación dependerá de una buena oclusión dental, así que nuestro sistema tónico postural siempre buscará esa correcta oclusión.
Una mala posición de nuestra dentadura hará que nuestros dientes den una información errónea. Lo que hará entonces nuestro sistema nervioso será crear una respuesta para que a través de los músculos se logre una correcta oclusión dental. El problema es que a veces lo hace a costa de modificar la posición de otras estructuras como podrían ser el craneo y la columna cervical, y los músculos relacionados con estas estructuras sufrirán las consecuencias. De este modo podríamos explicar porque muchas personas con problemas cervicales no solucionan jamás su problema, ya que su dolor no sería más que la consecuencia de un problema a otro nivel, en este caso la mandíbula.
Otro gran captor es nuestro sistema visual. Nuestros ojos están bajo el dominio de ciertos músculos que hacen que tengamos la capacidad de enfocar los objetos cercanos, mover nuestros ojos o que dejemos entrar más o menos luz a través de las pupilas. A parte, estos músculos que mueven nuestros ojos, están conectados con la musculatura cervical, para que cuando giremos el cuello hacia un lado, lo hagan en conjunto los ojos y la cabeza. Por lo tanto un problema a este nivel, modificará también la postura de nuestras cervicales pudiendo provocar dolor.
Los pies, pilares fundamentales que nos sustentan, son grandes receptores posturales y según la biomecánica recibirán el apoyo de una manera o de otra, soportando la carga de nuestro cuerpo con mayor o menor eficacia. Si la biomecánica de nuestros pies no es funcional, nos puede llevar a problemas a nivel de rodillas o columna lumbar por las cadenas musculares que comentaba anteriormente.
Así es, a grandes rasgos, como nuestro cuerpo modifica nuestra postura de manera mecánica. Es interesante saber que si tenemos dolor de origen desconocido, quizá el problema esté en uno o varios de estos captores que hacen que nuestra postura sea errónea y, por lo tanto, nuestros músculos sufran las consecuencias.
Espero que el post haya sido de tu interés o si más no, te haya abierto un poquito más la visión de como funciona tu cuerpo.
¡Un saludo y hasta la próxima!