Mejorar la postura no es una tarea fácil. Las frases “siéntate bien” y “ponte derecho” siguen agotando y frustrando a muchos adultos y niños , porque la postura aunque podemos razonarla y explicarla, es necesario sentirla.
Son millones de años de evolución los que han permitido el desarrollo de la postura en bipedestación humana, incorporándonos sobre una mínima superficie de apoyo (los pies) manteniendo el centro de gravedad del cuerpo elevado (permite almacenar energía para iniciar el movimiento en cualquier dirección) manteniendo la mirada al frente y los miembros superiores y la atención libres para poder realizar otras tareas.
Nuestra postura es la forma en que se alinean nuestros segmentos corporales en el espacio en un determinado momento. Se autorregula, se modifica y adapta de forma refleja, automática e inconsciente, constantemente a través de un sistema cibernético que integra información del interior y el exterior de tu cuerpo, procedente de tus pies, tus ojos, tu boca, tu sistema vestibular, músculo-esquelético, vascular y nervioso, tus vísceras, tu piel…. También nuestra postura está influenciada por nuestra herencia genética y por nuestras vivencias, nuestros hábitos, nuestra profesión, la actividad física que realizamos…. forma parte del lenguaje no verbal y transmite al exterior nuestra actitud y estado emocional en un determinado momento.
A veces sólo empezamos a tener conciencia de nuestras propias adaptaciones posturales cuando nos miramos en las fotos….porque hasta ese momento no éramos consciente de tener la cabeza un poco adelantada o inclinada, los hombros redondeados, donde apoyamos el peso del cuerpo, como estaba nuestra espalda, rodillas, pies… También la postura es esa parte de ti que algunos profesionales (habitualmente jóvenes, buena genética y con musculatura correctamente tonificada) cree poder corregir dándote instrucciones verbales… del tipo “activa el transverso” “aleja los hombros de las orejas”…
Para comprender la biomecánica del cuerpo es útil el modelo explicativo arquitectónico de la tensegridad, donde las estructuras no se mantienen estables por su peso, sino por el equilibrio interno de tensiones reciprocas entre todos los elementos, donde la fuerza aplicada en una parte se distribuye en el resto del sistema y donde una modificación de longitud milimétrica, puede incrementar la resistencia de todo el sistema. Nuestro esqueleto formado por una estructura ósea rígida, con elementos sometidos a compresión discontinua y tensión constante ejercida por partes blandas (ligamentos, fascias, tendones, músculos …) permanece en equilibrio permitiendo una gran amplitud de movimientos y gran capacidad de conservar la energía. Esta forma de entender el cuerpo permite diseñar programas de reeducación postural actuando sobre las partes blandas, sin buscar una estética en concreto, sino la postura más equilibrada con el menor esfuerzo muscular posible.
La posturología es la ciencia que estudia la regulación postural, los distintos captores posturales, sus disfunciones, compensaciones y como tratarlas. Es compleja y fascinante. Cada vez hay más podólogos, optometristas, dentistas, terapeutas manuales, que valoran el efecto de su tratamiento local sobre el sistema tónico postural global y trabajan en equipo para resolver dolores crónicos generados por deficiencias posturales.
El proceso de mejorar tu postura no debe pretender cambiar sólo el cuerpo, sino también tu cerebro, mejorando la conciencia de ti mismo, percibiendo también los recuerdos, pensamientos y emociones asociados a nuestros patrones de contracción muscular, observando los momentos “off” que puedan aparecer… y aceptándolos como parte del “reseteo” necesario para reaprender algo nuevo.
Fuente: Dra. Ana Belén Vega
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