De entrada debemos saber que una parte del colesterol que tenemos circulando en la sangre proviene de los alimentos que comemos, sobre todo de vísceras, carne, embutidos y lácteos y derivados. Pero la mayor parte del colesterol no proviene de la dieta sino que lo fabrica el hígado según sus necesidades.
El colesterol sirve para formar hormonas sexuales, es necesario para sintetizar vitamina D, forma parte de la bilis y además lo encontramos en todas las membranas celulares.
Normalmente hay un equilibrio entre el colesterol que ingerimos y lo que fabricamos, y los niveles de colesterol en la sangre se encuentran dentro de los límites establecidos. Ahora bien, a veces se produce algún desequilibrio del que todavía no se saben muy bien las causas. Cuando esto ocurre, no sólo se debe tener en cuenta las cifras de colesterol, sino las de colesterol bueno. Si dividimos el colesterol total por el colesterol bueno y la cifra resultante es inferior a 3,5, no hay riesgo cardiovascular, a medida que la cifra aumenta, también crece el riesgo.
De todos modos, hay que intentar bajar el nivel de colesterol, y de forma general podríamos tomar las siguientes medidas:
Reducir el consumo de alimentos ricos en colesterol y en grasa saturada, que se encuentran en alimentos de origen animal como carne roja, vísceras, embutidos.
Evitar lácteos grasos: la leche entera, los quesos, curados, la nata, las cremas de leche, el chocolate con leche y las salsas ricas en grasas no son recomendables.
Eliminar las grasas hidrogenadas, parcialmente hidrogenadas o trans, que se encuentran en algunas margarinas y pastelería industrial.
Eliminar los alimentos ricos en azúcares y harinas refinadas, presentes sobre todo en los productos de pastelería y bollería.
Eliminar los alimentos fritos.
Disminuir el consumo de sal, ya que favorece la arterioesclerosis.
Desterrar la comida basura o industrial.
Limitar o eliminar las bebidas alcohólicas, el tabaco y el café.
Aumentar la ingesta de alimentos que contengan fibra y antioxidantes (a través de frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y frutos secos).
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Aumentar la ingesta de frutos secos: nueces, almendras, avellanas y pipas de calabaza.
Consumir algo de legumbre casi cada día.
Consumir cereales integrales.
Aumentar el consumo de alimentos ricos en omega 3, como los pescados azules.
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Consumir aceite de oliva.
Hacer ejercicio.
Evitar el estrés.
En resumen, conviene comer menos grasas y carne, más pescado, sobre todo azul, más legumbres, aceite de oliva, fruta fresca y frutos secos, sobre todo nueces, y muchas más verduras, a ser frescas y en cada comida, de las que consumimos normalmente. Si hacemos todo esto conseguiremos aumentar el nivel de colesterol bueno, que es lo que protegerá nuestras arterias y nuestro corazón.