El exceso de peso incrementa la probabilidad de desarrollar diabetes, síndrome metabólico o dislipemia, lo que se traduce en un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión. De hecho, el aumento de la tensión es entre dos y tres veces más frecuente en las personas obesas que en los individuos con peso normal.
Se estima que más de la mitad de las personas obesas son hipertensas. Esto se debe a que la presión arterial aumenta de forma proporcional al exceso de peso. Y al revés, la pérdida gradual de peso consigue rebajar las cifras hasta niveles aceptables.
Los cambios en los hábitos de consumo y alimentación que se han producido en los últimos años en España, así como la creciente tendencia al sedentarismo en las actividades lúdicas, están incidiendo de una manera negativa en la salud de la población adulta.
“La esperanza de vida en las próximas generaciones no sólo no aumentará sino que, incluso, se prevé un ligero descenso como consecuencia del aumento de peso y de los factores de riesgo inherentes a la misma”, según la doctora Nieves Martell, coordinadora del Club del Hipertenso de la SEH-LELHA.
La obesidad es un grave problema de salud pública que afecta a la mitad de los adultos españoles y al 25% de la población infantil y juvenil. Las recomendaciones son de sobra conocidas: más ejercicio físico y menor consumo de grasas saturadas.