Hace tres años me llevaba las manos a la cabeza cuando mi marido salía a correr después de trabajar. Una tarde después de terminar mi jornada y dejar todo listo en casa con los niños me animé a ponerme unas deportivas y salir a correr. Cuando recorrí tres kilómetros estaba realmente destroza, pero la sensación era maravillosa; casi sin darme cuenta empecé a correr cada dos o tres días a la semana un ratito sin otro objetivo que el de disfrutar, sin tiempos ni distancias… únicamente disfrutar. Nunca me plantee hacer ninguna carrera pero, fueron llegando algunas 5k, 7k y 10k que para mi ya eran demasiado por mi trabajo y poco tiempo libre.
Un día mi marido y mi amiga Carmen me animaron a hacer una media maratón, y como soy una chica “fácil de convencer”, la hicimos!!! Desde ese momento correr la media maratón de NY se convirtió en mi sueño, sueño que compartía con mi marido. Y el pasado 19 de marzo cumplimos lo cumplimos!!!
Correr la media maratón de NY es una de las experiencias más emocionantes que he vivido en mis 45 años. Empezó a las 7 de la mañana a cero grados, y aun así el ambiente era único: la gente super entregada, las familias llenaban las calles para animar a los corredores profesionales, aficionados, octogenarios…. Los primeros 10 kilómetros cuesta arriba por Central Park no los olvidaré en mi vida, así como la llegada a Times Square que me puso los pelos de punta con tantísima gente animando: policías…bomberos… niños…
Supongo que la fuerza de la gente me empujó y me hizo olvidar una pequeña lesión que se vino a NY conmigo. Una amiga que también corrió conmigo me dio mucho aliento, bueno…. nos lo dimos mutuamente, porque esto del running es un deporte individual, pero no tanto cuando compartimos sueños.
Cuando sólo quedaban dos kilómetros me entró tal emoción recordando cómo fueron aquellos tres primeros kilómetros que corrí aquella tarde, mi superación personal y lo orgullosa que estaba de mi misma, acordarme de mi familia, de mis hijos que se quedaron en España (y que se convirtió en lo más duro de la carrera).
Sin duda, lo mejor fue el final cuando me pusieron la medalla y detrás estaba la persona que más quiero para fundirse conmigo en un abrazo tras haber cumplido juntos otro sueño….. Es increíble!!! Jamás voy a olvidar esta experiencia, así como jamás me permitiré pensar otra vez que los sueños no se cumplen. Solo hay que poner empeño, sacrificio, constancia, ilusión y buena compañía.
Gracias al running, gracias a Nueva York, y sobre todo, gracias a mi misma, me supero cada día en todos los ámbitos de mi vida.
Marta Peña
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