Comienza el año, escribes tu lista de propósitos y pasadas dos semanas, te encuentras en la misma rutina a la que te prometiste no volver el 31 de diciembre. El mismo estrés, la misma lista interminable de cosas por hacer Pongámonos en situación: son las 7 de la tarde, tienes que terminar un asunto del trabajo, tus hijos están pesados porque tienen hambre y se aburren, eso te recuerda que no tienes ni idea de lo que harás de cena, y tú mejor amiga te manda un wasap hablándote de una página muy chula que ha descubierto en la que hablan de no sé qué de dedicarte tiempo y mimarte. En ese punto te debates entre la risa floja y el llanto y terminas por encerrarte en cuarto a ver si llega la inspiración para hacerlo todo en el menor tiempo posible. Y entonces, llega la pregunta: por dónde empiezo.
Esta situación que parece casi cómica, es el día a día de muchísimas mujeres que sufren en silencio porque además sienten que es su deber sacar adelante todo esto y más. Hoy quiero contarte 3 errores que pueden convertir tu día a día en un caos y la clave para distinguir lo prioritario de lo que no lo es. Empecemos por los errores:
No planificar: no me cansaré de decirlo. Planificar tu tiempo es la clave de casi todo el proceso. Dedicar una tarde o dos si lo necesitas, es fundamental para saber qué quieres que sea tu vida este año y qué estás dispuesta a hacer para lograrlo. Porque todos tenemos sueños, pero no siempre estamos dispuestos a hacer todo lo necesario para alcanzarlos. Analiza bien tus deseos, que tendrías que hacer para alcanzarlos y si estás dispuesta a hacerlo. Si la respuesta es SÍ, anota en el calendario y establece plazos.
No tienes en cuenta los imprevistos: a raíz de la pandemia, parece que empezamos a darnos cuenta de que los planes se pueden truncar en cualquier momento. Sin embargo, no es razón para abandonar. La vida es así, siempre. No hay viaje sin imprevistos o eventos inesperados. Así que tenlos en cuenta en tus planes y deja espacio para ellos. Si llegan, levántate y reconduce la situación. Rendirse nunca debe ser una opción.
No delegas: Estoy segura de que al menos la mitad de las cosas que haces al día podría hacerlas otra persona. Cocinar, recoger una habitación, poner una lavadora, acostar a tus hijos, hacer compra Incluso decidir qué tareas hay pendientes o quién debería hacerlas no es responsabilidad exclusiva tuya. Si vives en pareja, es responsabilidad de ambos, y el que no sepa que aprenda, igual que lo has hecho tú. Delegar debe ser tu primera opción.
Ahora bien, una vez detectados los errores, vamos a ver cuál es la clave para evitarlos y cómo distinguir lo prioritario e importante de lo que no lo es. Cómo diferenciar las tareas que pueden esperar de las que no. El proceso que te muestro a continuación te ayudará, entre otras muchas cosas, a detectar tus prioridades y a agilizar la toma de decisiones en tu día a día:
¿Qué quieres? Esta es la primera pregunta que debes hacerte al empezar el año, el mes o el periodo de tiempo que vayas a comenzar. ¿Qué esperas conseguir? ¿cómo imaginas tu año ideal? Si no sabes dónde vas, es imposible saber hacia dónde dirigir tu actividad diaria. Necesitas una meta, un objetivo, ¡un destino! Por ejemplo, quiero vivir sin estrés; conseguir un ascenso; pasar más tiempo de calidad con mi familia; tener más tiempo libre para mí Es fundamental que pongas por escrito tu meta y la coloques en un lugar visible para no perderla de vista durante el año.
¿Qué tendrías que hacer para lograrlo? ¿Qué tiene que suceder para que ocurra? ¿cómo podrías llegar a ese destino? Esta sería la siguiente pregunta que debes hacerte. Qué hábitos tienes que cambiar o adquirir, qué actitudes deberías trabajar, qué acciones tendrías que poner en marcha, cuándo podrías hacerlo, qué necesitas para hacerlo, qué tienes que sacrificar o dejar de hacer Todas estas cuestiones te darán las claves de todo lo que tienes que hacer para alcanzar tus metas. Una vez que respondas a todas estas cuestiones, tendrás un mapa muy claro de tu destino y el camino que tienes que recorrer. Y es aquí cuando debes decidir si quieres seguir adelante con ello o no te compensa.
¿Cuándo lo vas a hacer? Ahora sí es el momento de llevar todo esto al calendario y encajarlo con tu día a día. Ten en cuenta vacaciones, citas, celebraciones y actividades cotidianas, para asegurarte de tener el tiempo necesario para llevar todas esas acciones a cabo. Y súper importante, deja espacio para imprevistos. Es decir, no colapses cada minuto de tu agenda con listas de tareas interminables. Deja tiempos libres, tardes, mañanas o fines de semana enteros. Cuanto más espacio dejes, más fácil te resultará cumplir con tu plan.
Como ves, es un proceso que requiere tiempo pero la recompensa es tan grande, que probablemente sea el tiempo mejor invertido del año. Si sigues estos pasos a rajatabla cada vez que comiences un año o un trimestre, por ejemplo, tus prioridades estarán muy claras, y notarás como ganas en seguridad, ahorras tiempo a la hora de tomar decisiones y sientes verdaderamente que tu actividad diaria te acerca a tus deseos y metas.
Y ahora cuéntame, ¿has hecho este ejercicio alguna vez? ¿Te has reconocido en alguno de los errores que te comentaba al principio?
Un abrazo,
Sara
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