Cuando el sol se va y empieza a caer la noche, el cuerpo entra de forma natural en un estado de baja actividad. Es la manera que tiene de prepararse para su reparación, después de una larga jornada de desgaste físico y mental. Esas horas de descanso son esenciales para recuperar la energía y poner los contadores a cero antes de empezar un nuevo día.
No tener un buen descanso, hace que tu cuerpo no se recupere de ese desgaste diario, afectando a todas las áreas de tu vida. Baja tu capacidad para concentrarte en tus tareas, baja tu rendimiento, aumenta el estrés y la ansiedad, te sientes más irritable y cansada, te pone de mal humor, te sientes más torpe y menos ágil, baja tu capacidad resolutiva para las dificultades del día a día Y si la falta de descanso se prolonga en el tiempo, tu cuerpo puede incluso enfermar.
Así que, darle a tu cuerpo y tu mente el descanso diario que necesitan, no es un tema menor. El bienestar personal debe encabezar tu lista de prioridades, porque si tú no estás bien, no tendrás capacidad para abordar todo lo demás.
Yo tengo mis propias rutinas de noche, hábitos que he ido modificando y adaptando a mis circunstancias y a cada etapa de mi vida. Te lo cuento porque, aunque todos estos hábitos te harán descansar mejor, quizá haya alguno que no te encaje o, simplemente no resuene lo suficiente contigo como para establecerlo en tu vida como nueva rutina. Lo importante aquí es que tomes consciencia de la importancia de tener un descanso adecuado y crees tu propio ritual nocturno.
Ahora sí, vamos a ver qué rutinas me ayudan a mejorar mi descanso:
Una clase de yoga en casa: quien dice yoga, dice pilates, o cualquier otro ejercicio relativamente suave que te ayude a estirar el cuerpo y destensarlo después de toda la jornada. Me gusta hacer una pequeña clase a última hora de la tarde, cuando doy por terminadas todas mis tareas, porque así puedo concentrarme mejor en el ejercicio, en mi cuerpo y mi momento de relax.
La ducha: desde hace años, me ducho por la noche, antes de cenar y justo después del ejercicio. Es una sensación deliciosa meterse bajo el agua después de todo el día corriendo de un lado a otro y relajarme por fin.
Cuidado de la piel: este hábito es nuevo, apenas llevo unos meses pero me sienta de maravilla. Después de la ducha, dedico 5 minutos a darme todas mis cremas, masajeando la cara y tomándome mi tiempo. Solo son 5 minutos pero me relaja un montón. Los fines de semana o los días que tengo más tiempo, alargo ese ratito unos 20 minutos y aprovecho para aplicar mascarillas o tratamientos que requieren un poco más de tiempo. Mientras hacen efecto, antes de retirarlo, enciendo una vela, a veces también pongo algo de música y simplemente me relajo.
Una cena ligera: En mi casa siempre se comía primer plato, segundo y postre. ¡Siempre! y me costó mucho convencerme de que comer un solo plato también es una opción, especialmente por la noche. Desde hace años, las cenas son de plato único, alimentos ligeros y en pequeña cantidad. Así las digestiones son más suaves y se duerme mejor. También los despertares son más saludables, sin molestias en la tripa y con todo el apetito para un buen desayuno.
Unos minutos de agradecimiento: ya en la cama, antes de dormir, dedico unos minutos a revisar todo aquello por lo que sentirme agradecida. Los días complicados o tensos por las preocupaciones, me ayuda muchísimo a relativizar, quedarme con lo bueno y relajarme para dormir como un bebé. Puedes hacerlo por escrito en una libreta si te apetece, o dar un repaso mental ya con los ojos cerrados. Lo importante es detenerse en ello y valorarlo, porque te ayuda a ponerte en el lado positivo de la vida
Para acompañar estas rutinas nocturnas es importante que todo a tu alrededor también invite al descanso. Bajar las luces o encender solo las indirectas (lámparas de mesa, apliques de pared), si pongo música elijo temas relajantes, bajo el brillo del móvil o incluso dejo de mirarlo unas horas antes de dormir, me pongo ropa cómoda que no apriete y me haga sentir confortable En definitiva, ayudo a mi cuerpo a entrar en modo descanso y evito cualquier distracción que pueda activarlo de nuevo.
Como imaginarás, no todas mis noches son perfectas: hay días que se complican y no hago todas mis rutinas o me lío con el móvil y me desvelo y precisamente son estas excepciones las que confirman que las rutinas de noche funcionan. Te animo a que elijas las que más encajen contigo y tu estilo de vida, o crees unas nuevas y empieces a trabajar en ellas. Te ayudarán a descansar mejor y, a la larga, notarás una gran mejoría en tu bienestar.
¿Tienes algún hábito nocturno para dormir mejor? ¿te has parado a pensar en cómo es tu descanso? ¡Cuéntamelo en comentarios!
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Un abrazo,
Sara