TDAH familiar y mindfulness.
Elegir trabajar con mindfulness para abordar el TDAH familiar, es una decisión exitosa. Lo acompaño de "familiar", porque desde mi punto de vista, las dificultades en la atención, en la inhibición de impulsos, en la falta de organización de tareas complejas o debilidades en la memoria de trabajo que puede tener esa persona con TDAH, pone en jaque a toda la familia, llevándola con frecuencia, al límite de su propia gestión de competencias. Sin embargo, los últimos estudios científicos al respecto, destacan como herramienta singular al servicio de la educación y muy especialmente, del TDAH, la práctica del Mindfulness.
En palabras de Jon KabatZinn, esto consiste en “llevar la propia atención, a las experiencias que se están viviendo en el momento presente, aceptándolas sin juzgar", dándonos cuenta y captando relajadamente la realidad. Practicar esta forma de estar atentos, es hablar de participación, compromiso, valentía. Es también compasión y distancia con el pensamiento que te aborda en ese momento; es aceptar, sostener y transformar.
Tenemos por tanto ante nosotros, una técnica que trabajada de forma responsable, es capaz, según apunta la literatura científica de acoger y reducir, las debilidades principales de las que el TDAH parte.
¿Qué beneficios demostrables se consiguen con esta alianza? Veamos:
. La Dra. Sara Lazar, indica que la práctica sostenida del mindfulness, y por sostenida se entiende un período mínimo de 8 semanas durante 20 minutos diarios, provoca cambios físicos aumentando el hipocampo, la corteza órbito- frontal, el tálamo y el giro temporal inferior. Esto provoca una mejora en las conexiones neuronales, siendo posible transmitir mejor los impulsos eléctricos, provocando además, un aumento en la estabilidad emocional y el bienestar. Podemos afirmar por tanto, que tras la práctica de la atención plena, actividades complejas como la planificación u organización en el corto y largo plazo así como un buen uso de la memoria de trabajo, se ven altamente mejoradas.
. Se producen cambios en el troncoencéfalo, área responsable de la producción de serotonina, neurotransmisor regulador del estado de ánimo. Este impacto es importante, si recordamos que según Ratey y Hallowell, 1994), el TDAH se define como una deficiencia de ambos neutro transmisores, dopamina y serotonina.
. Autorregulación emocional: aceptar la propia experiencia sin juicio (por ejemplo, siendo consciente de que somos algo más que un comportamiento desacertado puntual), observarnos con atención con el propósito de ver qué reacciones hemos tenido y preguntarnos de dónde vienen, averiguar qué emoción hay debajo?etc. Este pequeño análisis, nos preparará para poder elegir nuevas respuestas con la que afrontar en el futuro situaciones parecidas. Hacerlo así, nos transformará, nos motivará, nos ayudará a contener la frustración.
¿Qué se necesita?
Disciplina. Es una oportunidad excelente de intervención terapéutica, que como cualquier otra requiere trabajo. Además, no sólo pone el foco en el niño o el adulto con TDAH, sino que recomienda, en el caso de la intervención con niños, a que sean los padres quienes primero entren en contacto con las prácticas saludables del mindfulness, para poder posteriormente acompañar a su hijo. En el caso del adulto con TDAH, la pareja o los padres que convivan con él, también serán partes importantísimas en la evolución del diagnóstico, con lo que podemos hablar de una forma de trabajo multi-modal cuya dedicación, asegura el éxito.
¿Cómo se trabaja?
En el caso de padres de niños con TDAH y adultos con este trastorno, con ejercicios personalizados, que tras valorar a cada persona y su entorno específico, el consultor mindfulness facilita a su cliente para que realice su propio análisis, es decir, se "re-visite" explorando sus emociones, sus anhelos, sus renuncias, su relación con el estrés y con sus propias cargas como la exigencia o el rechazo?entre otras, y así, con ese acompañamiento terapéutico, aprender a aceptar, comprender y elegir nuevas pautas de comportamiento más saludables. Además, la meditación formal se va incorporando de forma gradual, hasta conseguir alcanzar los 20 minutos de meditación diarios. En el caso de los niños, tras haber trabajo con los padres, las prácticas mindfulness se realizan a través de juegos, cuentos, estiramientos, canciones, y pequeñas meditaciones informales que van ayudando al pequeño a centrar su atención, primero en su entorno, para después volver hacia dentro, a través de su respiración, ayudando a su relajación y facilitando el control de impulsos.
Mónica Valero.
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