Entre las medidas dictadas para estas navidades destacan algunas que determinan la imposibilidad de ciertos traslados de unas zonas a otras y la limitación en el número de las personas que pueden reunirse.
En consecuencia, muchas familias no podrán reunirse como lo hacen de manera habitual en estas fechas. Muchas personas tendrán que pasar estas fiestas lejos de sus seres queridos.
Incluso en los años "normales", esta época genera en mucha gente la llamada depresión navideña, depresión blanca o blues de Navidad. Se trata de un estado de tristeza o melancolía en el que la persona siente su ánimo decaído, falta de energía, desinterés por casi todo, irritación, ansiedad y malestar.
¿A qué se debe? Las causas son variadas: desde esa especie de mandato social de ser felices en estas fechas, el estrés por los preparativos y las compras y los típicos balances anuales que a menudo arrojan la sensación de un saldo negativo, hasta la añoranza por los tiempos pasados y la ausencia de personas queridas, porque viven lejos o porque han fallecido.
Las circunstancias excepcionales hacen que, este año, el riesgo de padecer depresión de Navidad sea mucho mayor. A los factores ya mencionados se añaden otros propios de este tiempo: las ausencias por las restricciones para los encuentros; el temor de contagiarse la COVID o la angustia por personas queridas que estén atravesando la enfermedad.
Pero también el duelo por conocidos que hayan fallecido debido a ella, el cansancio y la incertidumbre por todos estos meses de miedos y cuidados, los problemas económicos derivados de la pérdida del empleo y la quiebra de empresastambién a causa de la pandemia, las crisis y rupturas de pareja que también aumentaron en estos meses, etc.
"Reunirse con la familia en Navidad es una tradición que puede ayudarnos a aliviar penurias y a encontrar un remanso de tranquilidad y afecto del que no podemos disfrutar durante el resto del año", apunta el psicólogo Bertrand Regader, director de la web Psicología y Mente.
Pero este año "las restricciones pueden agravar situaciones de vulnerabilidad emocional causadas por el aislamiento y la acumulación de estrés y malas noticias".
El también psicólogo José Carlos Ríos Blázquez, especialista en ansiedad y depresión, señala que "a nivel psicológico no son pocas las consecuencias que van a derivarse de las restricciones y la celebración de estas Navidades de manera diferente".
"Muchos estudios científicos –añade– están arrojando datos sobre el aumento de trastornos psicológicos, como estrés postraumático, depresión y ansiedad debido a la crisis del coronavirus".
Regader subraya el hecho de que muchas personas llevan diez meses con un contacto social muy limitado y que eso "ya está afectando a su bienestar psicológico". El hecho de que no puedan reunirse con sus familiares en las fiestas navideñas "obviamente acentúa el problema".
Ríos Blázquez, por su parte, destaca que en las personas con tendencia a experimentar depresión navideña se pueden agudizar los síntomas, mientras que otras que no padecían del blues de Navidad "pueden perder la ilusión y sentir mucha tristeza, angustia y nostalgia por la situación de anormalidad".
Los expertos enumeran una serie de consejos para tratar de afrontar de la mejor forma posible estas Navidades, pese a las restricciones y dificultades. Son los siguientes:
1. Tratar de asumir una actitud positiva
Esto a menudo es mucho más fácil de decir que de hacer, pero en muchos casos el mero hecho de proponérselo es de gran ayuda. "Las circunstancias nos afectan, pero hay que intentar no caer en indefensión y sentirnos víctimas de ellas", afirma Ríos Blázquez. Y recomienda hacer lo posible por "no enredarse en pensamientos negativos y distorsionados".
Al contrario, hay que desarrollar otros más adaptativos, como que esta es una situación excepcional, que pasará y probablemente no se vuelva a repetir en el futuro. Esto, dice el psicólogo, "ayudará a sentirnos menos ansiosos y estar más centrados en la búsqueda de planes alternativos".
En el mismo sentido, Regader considera muy importante evitar las conversaciones monotemáticas sobre la pandemia: "Hablar siempre de lo mismo puede viciar el ambiente y la comunicación que se establece dentro de la familia, dejando sin tratar otros temas importantes y sin expresar otras emociones y sentimientos".
Y también sugiere tratar de tener presente que el desarrollo de vacunas contra la COVID–19 avanza por buen camino y, si todo sigue según lo previsto, en unos meses la pandemia habrá bajado su intensidad. "En ese momento –confía– podremos reunirnos con menos restricciones y recuperar el tiempo perdido".
2. Estar presentes del modo en que sea posible
Si debido a las restricciones no se pueden compartir las fiestas de manera presencial con los seres queridos, es bueno buscar maneras alternativas de expresar el cariño y hacer compañía.
Una visita en los días previos –respetando las medidas sanitarias–, un regalo, una videollamada, etc., pueden resultar de mucho valor, destaca Regader. Este especialista recuerda que se debe tener especial cuidado con las personas mayores: ayudarlas a superar los obstáculos que la "brecha digital" puede imponer.
3. Mantener costumbres y tradiciones
Poner el foco en las cosas que este año se podrán hacer igual que siempre, en lugar de centrarse en las que no, es otra estrategia que puede ayudar, explica Ríos Blázquez. Por ejemplo, elaborar platos típicos y especiales de estas fechas, aunque no se puedan recibir visitas y solo vayan a disfrutarlos quienes ya conviven en la misma casa.
Otro tanto sucede con dejar bajo el árbol los regalos, y si "por la situación económica no podamos comprar tantos, podemos aprovechar para hacerlos nosotros mismos a mano", anima el psicólogo.
4. Dar otro sentido a las fiestas
Como ya hemos visto, la tensión de los preparativos, el consumismo desenfrenado, la presión social por estar felices, etc., a menudo resultan motivo de estrés y ansiedad. Estas fiestas con restricciones, apunta Ríos Blázquez, pueden ser una oportunidad para reforzar otros conceptos: pasar más tiempo de calidad con los hijos, reforzar lazos familiares, cuidar unos de otros en la proximidad o desde la distancia, buscar –en definitiva– el sentimiento de paz que está en el origen de esta festividad.
5. Ser prudentes
"Desde una perspectiva de salud mental, las restricciones son una mala noticia", observa Bertrand Regader. Pero aconseja no perder de vista que el equilibrio entre ambas necesidades –la de contacto social, por un lado, y la de frenar la pandemia, por el otro– no es nada sencillo. "
Y debemos hacer primar el sentido común y la prudencia, tanto si podemos reunirnos con la familia como si, por la circunstancia que sea, este año no podremos hacerlo". En suma: no descuidarnos y esperar que en las próximas Navidades sea posible volver a la "vieja normalidad".
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Original:Navidades en pandemia: ¿cómo afrontar unas fiestas con tantas restricciones?
Tags: bienestar