Tras unas semanas de vacaciones, ¡ya estoy de vuelta! Espero que todos estéis disfrutando del verano… Bueno, ¡vamos al lío!
Si leeis habitualmente mi blog, estaréis aburridos de oirme decir que hacer ejercicio de forma habitual es muy importante. Bueno, pues es tan importante hacer ejercicio como hacerlo bien.
Como ya sabéis, yo habitualmente acudo a un gimnasio. En primer lugar porque me gusta. Y en segundo lugar porque tengo una lesión en la rodilla y aquí es donde mejor me la controlan. Por ejemplo, yo antes solía montar en bici y estaba aprendiendo a jugar a pádel… ambas cosas me vi obligada a dejarlas porque me dolía bastante la rodilla.
Pues a lo que iba, decidí apuntarme a un gimnasio, y es aquí donde descubrí lo importante que es tener un buen monitor.
Hace algunos años acudí a otro centro, donde los monitores se dedicaban a dar sus clases y punto, y los que estaban en sala básicamente se preocupaban de todos aquellos que se dedicaban a levantar pesas enormes… y de los demás pasaban.
Por suerte, en el gimnasio en el que estoy ahora, he encontrado algunos monitores realmente buenos (no todos, eso sí…), que además de preocuparse porque los usuarios rindamos todo lo posible, también se preocupan porque lo hagamos sin lesionarnos o procurando no empeorar las lesiones que ya tenemos.
Y por esto es por lo que digo que es muy importante dar con un buen monitor de gimnasio…
¿Qué es un buen monitor para mí?
Aquel que te motiva a dar todo lo posible.
El que te enseñe a realizar los ejercicios correctamente y está pendiente de tí.
Aquel con el que puedas contar para preguntarle tus dudas.
El que se preocupa por tus lesiones, te ayuda a mejorarlas o al menos a no empeorarlas, te indica qué ejercicios son buenos o malos para tu lesión y adapta el entrenamiento a tu caso concreto.
Ese monitor que te manda una rutina y no se olvida de ti, sino que realiza un seguimiento.
Obviamente en un gimnasio vamos a encontrar monitores que están exclusivamente dando clases colectivas, otros que sólo están en sala o que solo se dedican a preparar las rutinas para los usuarios. También es verdad que en la mayoría de los gimnasios somos muchos los usuarios, y por tanto es difícil tener una atención totalmente individualizada, pero os aseguro que sí se puede encontrar gente profesional que se esfuerza por ayudarte.
Para mí, NO es un buen monitor aquel que te fuerza al límite, hasta el punto de agravar tus lesiones. Me he encontrado con algunos monitores que, a pesar de que tú les dices que tienes una lesión, te reprochan que no hagas al máximo algunos ejercicios y te fuerzan a hacerlos. Y claro, luego vienen las lesiones. ¿De qué me sirve a mí darlo todo hoy si luego voy a estar una semana sin poder moverme porque tengo la rodilla hecha polvo?
Y por supuesto, NO es un buen monitor, aquel que ignora a una persona que se lesiona en su clase. Y ya si encima se ríe de esa persona… apaga y vámonos.
Y algunos ahora estaréis pensando…¿y cómo se yo al apuntarme a un gimnasio si los monitores son buenos o no? Pues normalmente no lo sabes, a menos que conozcas ya a alguien que esté apuntado a ese gimnasio y te lo recomiende… En caso contrario, no te queda otra que experimentar…
Así que recuerda, busca monitores que te motiven, que respondan todas tus dudas, te enseñen a hacer las cosas bien y cuiden tus lesiones. Y no te conformes con menos. Te aseguro que hay verdaderos profesionales que te ayudarán a lograr tus objetivos y a cuidarte.
Vamos a ver… ¿cuántos os habéis topado con el típico monitor que no te hace ni caso? Y por el contrario, ¿cuántos recomendáis vuestro gimnasio por los profesionales que hay en él?
¡Hasta la próxima!
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