Aprender o mejorar nuestro inglés, ir al gimnasio, leer más, tener más paciencia…
Es cierto que los propósitos, objetivos de principios de año, nos puedes ayudar a organizarnos e incluso a priorizar. Pueden motivarnos y darnos fuerza para alcanzar metas que van a ser positivas para nosotros.
Estos propósitos también pueden estar relacionados con mejoras en los hábitos alimentarios, sobre todo cuando en casa hay niños y niñas.
Ahora es el momento de llevar a cabo esos objetivos.
Mi consejo: si haces una lista, o sigues esta que te propongo, elige uno o dos propósitos al año. Si haces una muy amplia y ves que eres incapaz de cumplirla, puede resultar frustrante y el resultado es peor.
Para ayudarte a hacerlo, te propongo estas ideas que te ayudarán a alimentarte mejor a ti y a los más peques:
REDUCIR EL CONSUMO DE AZÚCAR
Es algo que seguro que te has propuesto más de una vez. Pues este es el año. Piensa que los niños pequeños nacen con el paladar ajeno por completo a los sabores dulzones a los que los vamos acostumbrando con el tiempo.
Sus primeros años son fundamentales para acostumbrarlos a comer más sano, así que esa debe ser tu meta.
Siempre digo que es mucho mejor el bizcocho casero o las galletas con azúcar que le preparas en casa para llevar al recreo, que cualquier bollo industrial. Así que este año te invito a que cada vez que pongas en marcha esa receta tradicional reduzcas la cantidad de azúcar que le añades. Un poquito cada vez. Incluso que busques alternativas que “endulzan” y son más sanas: crema de dátiles, vainilla, canela en rama…
Ya verás como es una cuestión de adaptación a los sabores, con un componente psicológico muy importante en los adultos, pero no puede ser que sea también en los niños y niñas.
No olvides nunca que les estás haciendo un favor a tus hijos pensando en su salud futura.
BEBER MÁS AGUA
Parece algo obvio, pero es muy habitual que los niños beban líquidos diferentes al agua en multitud de ocasiones. Demasiadas. Vamos a intentar eliminar de la mesa cuando comemos cualquier alternativa diferente al agua para beber.
Los niños tienen que acostumbrarse a beber agua diariamente. Y tú debes ofrecérsela para que sea algo natural.
Que un día quiere leche, pues leche, pero no les des la oportunidad de beber refrescos azucarados, zumos, bebidas carbonatadas…
Los niños tienen que beber AGUA.
REDUCIR EL CONSUMO DE ULTRAPROCESADOS
Tiene que ser un objetivo claro: no podemos tener los muebles de la cocina llenos de productos con listas kilométricas de ingredientes.
Llenos de complejos nombres que se usan para conservar, potenciar el sabor, hacerlos más palatables…pero que no aportan nada al organismo de nuestros hijos.
Lo siento, aunque evidentemente los conservantes son necesarios en algunos productos, ¿qué le aportan realmente esos productos a mis hijos? ¿Les ayudan a crecer, a estar más fuertes, a desarrollar su cerebro? Y hablo de productos de alimentación.
No, ayudan a que el producto no se estropee.
¿Cuántos conservantes crees que lleva una pera?
Pues eso, vamos a reducir su presencia. No consiste en eliminarlos de golpe, sino en reducir su presencia y por tanto su consumo.
COMER VERDURA TODOS LOS DÍAS
Sí come verdura y haz que los niños la coman cada día. Debes lograr que llegue a ocupar la mitad de tu plato. No tienes porqué forzarte a comer esa verdura que no te gusta. Hay tanta variedad que seguro que encuentras una que te guste y que sea un placer comerla.
Busca además recetas que la hagan sabrosa. ¿A quién le gusta una verdura mal rehogada, seca, sin sal…? A nadie.
COMER FRUTA A DIARIO
¡Pero futa! No un zumo.
Los niños deben acostumbrarse a comer piezas de fruta, a masticarla. Eso les sacia, y además ingieren muchos más nutrientes que están en la piel del alimento.
Busca el momento adecuado. Cuando más os apetezca. No tiene porque ser por la mañana obligatoriamente i por la tarde. Hay niños que se levantan y les apetece mucho un poco de mango, y otros que ni de broma, pero que por la tarde lo aceptan mejor. Pues que lo coman por la tarde.
INCREMENTAR EL CONSUMO DE PRODUCTOS FRESCOS, LOCALES Y DE TEMPORADA
Sí, sí. Hay que potenciar el consumo de producto de proximidad y de temporada.
Piensa una cosa, la trazabilidad de la verdura que comemos es esa gran desconocida para el consumidor. Un repollo que salió hace 6 días del sur de Francia, no puede tener los mismos nutrientes que el que se plantó a 5 kilómetros de tu casa, lo recogen el lunes y lo compras el martes.
Las verduras pierden nutrientes (minerales, vitaminas…) desde el mismo momento en el que se recogen de la tierra. Cuanto menos tiempo pase desde su recolección hasta su consumo, mejor. Por eso, una buena alternativa son las verduras congeladas, no lo dudes. Aunque pierden, en algunos casos, algo de sabor o de textura.
COCINAR MÁS
Sé que a veces es un suplicio, pero debemos marcarlo como una necesidad para que los peques coman bien y aprendan a valorar los alimentos.
Márcate como objetivo probar una receta nueva cada semana. Busca el momento. Habrá días en los que será imposible cocinar, pero no por eso tienes que dejar de comer comida casera. Para eso te ayudará el siguiente punto.
PLANIFICAR Y ORGANIZAR LOS MENÚS
Busca el mejor día para cocinar y ponte manos a la obra para organizar toda la semana. Congela, conserva…Busca fórmulas para tener disponible comida sana y casera todos los días.
Nosotros en casa, buscamos ese día más tranquilo para preparar: lasaña, cremas de verduras, filetes adobados, lentejas, garbanzos, croquetas, pizzas con masa integral, hamburguesas de legumbres, albóndigas vegetales, salsa de tomate…
Hasta el bizcocho cocinado se puede congelar, el pan, la masa de galletas…
Son solo algunas ideas de recetas que siguen estando deliciosas después de la congelación.
UTILIZAR MENOS GRASAS SATURADAS
Acostúmbrate a sustituir grasas saturadas o trans como las presentes en margarinas, mantequillas o mantecas de cerdo por aceite de oliva virgen extra, que es una grasa sana (instaurada). Reduce (o mejor elimina) el consumo de patatas fritas, ganchitos, bollería industrial…
Piensa que las grasas insaturadas (buenas) son necesarias porque proporcionan energía al organismo y son esenciales para vehicular las vitaminas liposolubles.
Come más frutos secos, aguacate…Busca esas grasas sanas que el cuerpo de los más peques, y el tuyo, necesitan y que son beneficiosas para el organismo.
DESCUBRIR INGREDIENTES “MUST”
Busca ingredientes nuevos, pruébalos en tus platos e incorpóralos poco a poco a la mesa. Conviértelos en un “must”, aquello que debe formar parte habitual de tus platos.
Hablo sobre todo de hierbas aromáticas, especias, verduras, frutas, cereales y arroces integrales.
La globalización, además nos permite conocer ingredientes que antes no sabíamos ni que existían.
En nuestra casa, desde que nació el blog, hemos incorporado algunos de ellos y ya no salen de esta cocina: apionabo, nabo, patatas de colores, zanahorias de colores, apio, romanesco, chirivía, chayota, cardamomo, variedad de pimientas, anís estrellado…
Podríamos seguir con una amplia lista.
Si consigues poner en marcha y cumplir alguno de estos objetivos, habrás mejorado sin duda la alimentación de tu casa, estarás inculcando a tus hijos una educación alimentaria fundamental y les estarás dando herramientas para saber elegir en el futuro.
Espero que te haya gustado el post.
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