Caracterizado por el miedo o la preocupación de que algo malo va a pasar, es normal sentirnos ansiosos de vez en cuando, como una respuesta a situaciones que amenazan nuestro sentido de seguridad.
De tal forma que nos ayuda a evitar daños y recordamos no ponernos en la misma situación potencialmente peligrosa en el futuro.
La ansiedad es una respuesta normal al estrés que se ha conservado durante la evolución humana y es evidente no solo en los humanos, también se da en todo el reino animal.
Sin embargo, cuando la ansiedad se produce de forma inapropiada en respuesta a los acontecimientos cotidianos normales, puede convertirse en una condición debilitante conocida como trastornos de ansiedad.
Los trastornos de ansiedad hacen que una persona se mantenga constantemente preparada, o tensa a la espera de un peligro inminente para su bienestar físico o psicológico.
Los síntomas de los trastornos de ansiedad son crónicos, y pueden incluir dificultad para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular, trastornos del sueño y problemas para superar las preocupaciones.
El modelo de atención de salud convencional normalmente intenta aliviar los diferentes trastornos de ansiedad con un arsenal de drogas psicoactivas que, o bien imitan o manipulan la señalización de neurotransmisores.
Por ejemplo, los medicamentos para la ansiedad podrían o bien aumentar el reciclaje de los neurotransmisores existentes o unirse directamente a los receptores de neurotransmisores y bloquear o activarlos, creando una alteración artificial del estado de ánimo.
Sin embargo, las drogas psicoactivas no llegan a abordar las causas subyacentes de la ansiedad, como ser los desequilibrios hormonales y metabólicas que surgen cuando nuestros cuerpos tratan de adaptarse al estrés crónico.
Reconocer y responder a los factores de riesgo subestimados para los trastornos de ansiedad, tales como los niveles elevados de homocisteína y el desequilibrio de las hormonas sexuales, es un aspecto importante de cualquier régimen de tratamiento.
Lamentablemente, los médicos convencionales a menudo no tienen en cuenta estas sutilezas, un descuido que sin duda contribuye a una ínfima tasa de éxito del 50% en los tratamientos convencionales de la ansiedad.
La ansiedad es un trastorno multifacético, y debe ser tratada como tal a fin de lograr un alivio sintomático.
Los estudios clínicos indican que los nutrientes como el omega-3 los ácidos grasos poliinsaturados, magnesio y hierbas adaptogénicas como la rhodiola y la albahaca santa pueden crear acciones sinergicas con hábitos saludables de alimentación y técnicas de manejo del estrés para optimizar eficazmente los mecanismos de respuesta al estrés del cuerpo y apoyar la comunicación neurológica saludable.
Además, los compuestos tales como vitaminas B y aminoácidos pueden proporcionar la materia prima que el cuerpo necesita para asegurar la síntesis adecuada para la señalización de los neurotransmisores.
Prevalencia
Los trastornos de ansiedad afectan a unos 40 millones de adultos estadounidenses, o aproximadamente el 18.1% de la población adulta de Estados Unidos mayores de 18 años de edad.
Casi el 15% de los adultos experimentan un trastorno de ansiedad en su vida. En comparación, sólo 14,8 millones de adultos estadounidenses, o aproximadamente el 6,7% de la población adulta de Estados Unidos, sufren de depresión mayor. Sin embargo, la depresión y la ansiedad están íntimamente relacionadas.
Para un máximo del 90% de todos los casos, el desarrollo de los trastornos de ansiedad en general, ocurren en fases tempranas de la vida, antes de los 35 años con un mayor riesgo de aparición entre los 10 y 25 años.
Además, las mujeres tienen el doble de probabilidades que los hombres de sufrir trastornos de ansiedad generalizada.
Este último dato estadístico sugiere que el desequilibrio en los niveles de las hormonas femeninas durante la menstruación, después del embarazo y en la menopausia puede estar vinculada a la etiología de la ansiedad.
Tipos de trastornos de ansiedad
Trastorno de ansiedad generalizada: El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) se caracteriza por la preocupación y tensión en ausencia de un factor medioambiental real provocado.
Una persona con trastorno de ansiedad se mantienen en constante aprensión, anticipa desastres y llegar a estar excesivamente preocupado por su salud, finanzas y trabajo sin que existan razones para ello..
Las personas con trastorno de ansiedad generalizada con frecuencia son incapaces de relajarse y combatir el insomnio, así como una falta evidente de concentración. Otros síntomas pueden incluir inquietud, fatiga, irritabilidad, tensión muscular, presión arterial alta y trastornos del sueño.
Muchas personas con trastorno de ansiedad leve a menudo logran mantener sus carreras y sus relaciones sociales. Sin embargo, los casos graves pueden conducir a fallas en el trabajo y al alejamiento de sus compromisos sociales.
Los médicos lo diagnostican en base a los siguientes criterios, preocupación excesiva por los problemas cotidianos y presentar tres o más síntomas de TAG, casi todos los días, por lo menos durante seis meses consecutivos.
El trastorno de pánico: El trastorno de pánico se caracteriza por ataques repentinos de miedo y la sensación de muerte inminente.
Un ataque de pánico puede provocar que la frecuencia cardiaca se eleve, sudoración, mareos, fatiga, dificultad para respirar, náuseas, dolor en el pecho, y la sensación de frío y entumecido. En muchos casos estos síntomas físicos exacerban el ataque de pánico, al extremo que la persona puede sentir que se está muriendo o en terrible peligro físico.
Los ataques de pánico son a menudo imprevisibles y aparecen de manera repentina, pero también pueden ser desencadenados por la exposición a los estímulos asociados con traumas pasados, como volver a conducir por una carretera en la cual estuvo involucrado en un accidente automovilístico.
Los ataques de pánico suelen durar unos diez minutos. Los episodios suelen aparecer sin previo aviso y con frecuencia son variables.
El trastorno de pánico es muy incapacitante, provocando que quienes lo padecen eviten lugares o situaciones que han provocaron ataques anteriormente. Como resultado, las personas con trastorno de pánico a menudo pierden sus puestos de trabajo o tienen que cambiar de residencia.
Casi un tercio de las personas con trastorno de pánico se vuelven temerosos para salir de sus casas, razón por la cual llegan a desarrollar agorafobia, el miedo a los espacios abiertos.
El trastorno de pánico es dos veces más común entre las mujeres que los hombres.
La definición clínica de trastorno de pánico es cuando una persona experimenta ataques de pánico recurrentes inesperados, por lo menos uno de los cuales es seguido por uno o más de los siguientes: la persistente preocupación por los ataques futuros, preocuparse por las implicaciones de dichos ataques, y/o una cambio significativo en el comportamiento relacionado con los ataques.
El trastorno obsesivo-compulsivo: El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) se caracteriza por pensamientos persistentes molestos (obsesiones) que pueden conducir a la ansiedad y el uso de acciones rituales (compulsiones) en un intento por aliviar esta ansiedad.
Un buen ejemplo es una persona obsesionada con la presencia de bacterias en el medio ambiente.
En este caso, las personas con TOC pueden desarrollar una compulsión de lavarse ritual y repetitivamente las manos, o participar en algún otro tipo de auto-limpieza.
Quienes padecen TOC no realizan el ritual por placer, en realidad lo que pretenden es un alivio temporal de la ansiedad.
Mientras que las personas sanas pueden demostrar comportamientos repetitivos, tales como doble control para ver si las puertas están cerradas, las personas con TOC realizan rituales tan repetitivos que su comportamiento les aflige y puede interferir con el desempeño de las tareas cotidianas.
Trastornos alimenticios, otros trastornos de ansiedad y la depresión comúnmente acompañan al TOC. Investigaciones recientes muestran que este trastorno afecta a hombres y mujeres por igual.
Fobia: Las fobias son miedos inexplicables e injustificables. Las fobias pueden ser miedo a determinados objetos o cosas.
La fobia social, también conocida como trastorno de ansiedad social, implica la autoconciencia y la ansiedad excesiva sobre las situaciones sociales cotidianas.
Las personas con fobia social son crónicamente temerosas de avergonzarse a sí mismos y ser juzgado por otros.
Los efectos físicos asociados con fobia social pueden incluir rubor, sudoración, náuseas y dificultad para hablar.
Otros trastornos de ansiedad y depresión pueden acompañar a la fobia social. La definición clínica de la fobia social es un miedo persistente a situaciones sociales a tal grado que quien lo padece los evita o experimenta con gran ansiedad.
El trastorno de estrés postraumático: Experimentar o presenciar un evento de vida traumática o aterrador, como un accidente grave, el crimen violento, o un desastre natural puede precipitar un trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Las personas con trastorno de estrés postraumático o bien pueden revivir el acontecimiento en forma de pesadillas o tienen recuerdos inquietantes durante las horas de vigilia.
Eventos ordinarios pueden desencadenar recuerdos que pueden resultar en una pérdida de la realidad, haciendo que la persona cree que el evento está sucediendo de nuevo.
Los síntomas asociados con dicho trastorno pueden incluir la incapacidad para dormir, hipersensibilidad a los estímulos externos, sentimientos de indiferencia o adormecimiento y pérdida de la memoria que rodea la experiencia traumática.
Los médicos diagnostican este tipo de trastorno teniendo en cuenta si el paciente persistentemente vuelve a experimentar el evento traumático a través de la memoria, sueños, alucinaciones, retrocesos, o reacciones físicas a los desencadenantes internos o externos.
Para un diagnóstico de trastorno de estrés postraumático, los síntomas deben estar presentes durante más de un mes, pero puede ocurrir años después del evento traumático.
Esas son los principales trastornos de ansiedad que la medicina reconoce, no obstante esta entrada se quedaría corta sin conocer los factores de riesgo, así como el diagnóstico y tratamiento de los trastornos de ansiedad y por descontado, las terapias naturales que podrían lograr el balance químico del cerebro.
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?Es por tu salud!
Jacobo
Temas sobre salud, las enfermedades en la sociedad actual