Una persona puede oscilar entre la ansiedad y la depresión. Sin embargo, como muchos de los mismos mecanismos neurales están involucrados en ambas patologías, a veces el tratamiento de una de ellas puede ser eficaz para la otra.
Existen varios exámenes disponibles para ayudar a determinar la causa, tipo y severidad de este tipo de trastorno, no obstante, el diagnóstico del trastorno de ansiedad sigue siendo algo subjetivo y basado en la observación.
Una vez que un médico lo diagnostica, el tratamiento a menudo integra varios enfoques, incluyendo pero no limitados a cambios de dieta y del estilo de vida, terapia de masaje y relajación, psicoterapia, terapia conductual o cognitivo-conductual y la intervención de drogas farmacológicas.
La terapia cognitiva-conductual
Implica modificar patrones de pensamiento que influyen en la ansiedad y el miedo, ayudando a las personas a reconocer las distorsiones cognoscitivas, los pensamientos exageradas e irracionales que producen reacciones tales como las ansias y el pánico.
Se auxilia de herramientas especiales para ayudar a la persona a detectar pensamientos distorsionados y reemplazar ese tipo de pensamientos por pensamientos más precisos. La terapia cognitiva-conductual es un tratamiento de primera línea y es eficaz en el tratamiento de las personas que padecen este trastorno.
Terapia de comportamiento
Este tipo de terapia utiliza técnicas diferentes como ser ejercicios de respiración diafragmática y terapia de exposición.
La respiración diafragmática enseña a controlar los signos físicos de la ansiedad mediante respiraciones profundas y lentas para ayudar a controlar la hiperventilación.
La terapia de exposición se basa en exposiciones pequeñas y progresivas al mecanismo que dispara la condicón, permitiendo construir confianza en si mismo, al mismo tiempo que se controlan las ansias.
Tratamiento farmacológica de la ansiedad
Se utiliza a menudo en combinación con psicoterapia para manejar las anomalías bioquímicas y fisiológicas que producen ansiedad, incluyendo alteraciones en los niveles de serotonina, norepinefrina y cortisol (la hormona del estrés).
La farmacoterapia puede presentar una serie de problemas, incluyendo bajas tasas de recuperación, efectos secundarios, síntomas de abstinencia, el desarrollo de mayor tolerancia a la droga y que se limitan a actuar sobre un pequeño componente del mecanismo neurológico implicado en la ansiedad.
El tratamiento farmacéutico de los trastornos de ansiedad implica manipular o a imitar la acción de los neurotransmisores en el cerebro, especialmente en la serotonina y el ácido gamma-aminobutírico, más conocido como GABA; pero, actuando también en ocasiones puntuales sobre la dopamina y la noradrenalina.
Sin embargo, estos medicamentos generalmente no disminuyen la excesiva actividad del eje hipotálamo-pituitaria-adrenal que subyace a menudo en los trastornos del estado de ánimo.
Usar medicamentos para intentar mejorar la química cerebral puede ofrecer alivio, al menos a corto plazo.
Sin embargo, los medicamentos no restauran los niveles normales de los neurotransmisores, ni mucho menos fortalecen la función normal del cerebro.
En cambio, manipulan la química cerebral para lograr efectos deseados, lo que a largo plazo podría ser contraproducente…
Con el tiempo, el cerebro puede acostumbrarse a los medicamentos, dando lugar a que pierdan su efectividad y a requerir dosis más altas o fármacos diferentes.
suspender su consumo a menudo lleva a síntomas de abstinencia que ocasionan peores cuadros médicos que el problema original.
Los siguientes son los tipos de medicamentos recetados con frecuencia para tratar los trastornos de ansiedad:
Las benzodiacepinas: Actúan en parte por modulación y alargando la vida útil del ácido gamma – aminobutírico (GABA), un neurotransmisor inhibitorio del cerebro, o sea un calmante.
Las benzodiazepinas pueden aliviar los síntomas de ansiedad rápidamente. Sin embargo, pueden llegar a provocar hábito.
Algunas personas desarrollan mayor tolerancia a ellas, de tal forma que requieren un aumento en la dosis. Cuando las benzodiacepinas se reducen o quitan, algunas personas pueden experimentar síntomas de abstinencia, como convulsiones con riesgo de perida de la vida, confusión, pérdida de memoria, hiperansieda y reaparición de los síntomas originales.
Las benzodiacepinas comúnmente recetadas incluyen Valium (diazepan), Xanax (alprazolam), Klonopin (clonazepam) y Ativan (lorazepam).
Si bien estas drogas son sumamente eficaces para calmar la ansiedad, también pueden provocar dependencia, un factor que limita considerablemente su utilidad y posiblemente su seguridad a largo plazo.
Muchas benzodiacepinas también pueden causar un deterioro significativo en la salud de las personas, un efecto altamente indeseable.
Las azapironas: No tienen los problemas de tolerancia y dependencia asociados con las benzodiacepinas.
Son fármacos ansiolíticos agonistas del receptor de serotonina parcial. BuSpar (buspirona) es un azapirone prescrito para el tratamiento de trastorno de ansiedad general.
Sin embargo, puede tomar varias semanas antes de que los efectos de esta droga lleguen a ser evidentes. Efectos secundarios pueden incluir náuseas, dolores de cabeza y mareos.
Antidepresivos: A veces son efectivos para tratar la ansiedad, especialmente cuando ocurre en conjunción con la depresión.
Los tipos de fármacos antidepresivos incluyen inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS) así como los menos comunes antidepresivos tricíclicos y los inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO).
Estos fármacos pueden tener efectos secundarios significativos.
En 2004 el U.S. Food and Drug Administration (FDA) anunció que la clase de antidepresivos más populares, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina ISRS, debían llevar a cabo una fuerte advertencia en la presentación que permitiera asesorar a los pacientes de los riesgos elevados de suicidio entre los adolescentes que usaran los ISRS.
Entre los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina popular están Prozac (fluoxetine), Zoloft (sertraline), Luvox (fluvoxamine), Paxil (paroxetina) y Celexa (citalopram).
Los betabloqueadores: Como inderal (propranolol) o tenormin (atenolol) se usan principalmente para tratar las afecciones cardíacas.
Sin embargo, a menudo se prescriben para que ayudar a reducir las palpitaciones del corazón asociadas a las fobia sociales, así como otros síntomas físicos de ansiedad.
Efectos secundarios pueden incluir disfunción sexual, pulso lento, somnolencia, fatiga, boca seca, entumecimiento u hormigueo en los dedos o los pies, mareos, diarrea, náuseas, debilidad y manos y pies fríos.
Pregabalina: Es una droga anticonvulsivante que se utiliza a veces para tratar la ansiedad.
Sus efectos llegan a ser evidentes rápidamente, algunos estudios sugieren que en el corto plazo de una semana.
Además, parece ser eficaz en la prevención de las recaídas del trastorno de ansiedad y ayuda a superar los síntomas de abstinencia después de la discontinuación de la terapia de las benzodiazepinas.
Este medicamento a menudo causa somnolencia y mareos.
Veamos, riesgo elevado de suicido entre los adolescentes, disfunción sexual, convulsiones con riesgo de perdida de la vida, son sólo algunos de los efectos secundarios provocados por las drogas farmacológicas.
Me pregunto, quien estará más enfermo, la persona que usa dichos medicamentos o el profesional que prescribe esas drogas para tratar esos trastornos de la salud, sabiendo los efectos perniciosos sobre la salud, es como meter un león en casa para sacar a un ratón.
No puedo menos que reírme, ya que existen alternativas como el azafrán, que no solo carecen de los indeseables efectos secundarios de los fármacos, si no que además incorporan un sabor agradable a la vida.
Sería increíble si compartieras este post en tus redes sociales, permitiría que pudiera ayudarle a más gente.
?Tu salud es lo más importante
Jacobo
Temas sobre salud, las enfermedades en la sociedad actual