La autoestima como un concepto dinámico
Es importante tener en cuenta que la autoestima no es fija, sino que va moldeándose y cambiando a lo largo de los años. Puede variar a lo largo del tiempo de acuerdo a las circunstancias que atravesamos, por eso es importante fortalecerla para que aún en situaciones complejas, podamos mantener un nivel de amor propio y autoestima elevado.
La infancia es un momento crítico para la formación de la autoestima, por eso las valoraciones y opiniones que reciben los niños son fundamentales para entender cuestiones de personalidad en la vida adulta. La autoimagen se va formando a partir de estas opiniones y valoraciones, las etiquetas que irán condicionando nuestra forma de ser.
Situaciones negativas como el abandono, las críticas negativas destructivas, la falta de reconocimiento o de muestras de afecto y los rechazos, son las que terminan dañando la propia autoestima, a tal punto que nos condicionan en nuestra forma de comportarnos y relacionarnos.
La autoestima no es solamente quererse a uno mismo, sino que está compuesta por todas las valoraciones y opiniones, sensaciones y actitudes que hemos ido acumulando a lo largo de los años. Una autoestima sana es aquella que nos impulsa a conseguir nuestros objetivos y alcanzar nuestras metas, pero cuando está dañada, nos imposibilita a ver hacia el futuro de forma optimista.
Cuando el individuo tiene una autoestima sana, vemos una personalidad segura, confiada, con identidad propia, valores y competencias personales para afrontar los problemas y situaciones complejas que presenta la vida. En cambio, un individuo con autoestima dañada presenta fuertes signos de dependencia, incapacidad para expresar sus ideas, sentimientos u opiniones, inseguridad y falta de herramientas para afrontar la vida.
Esto no necesariamente sea así por siempre, la autoestima puede trabajarse y desarrollarse. Por supuesto que para personas que han tenido infancias duras o atravesaron situaciones extremas de críticas destructivas y rechazo, puede ser más difícil. Pero el rol del psicólogo y el acompañamiento de amigos y seres queridos es fundamental para revertir una personalidad signada por situaciones negativas.
La autoestima es, a su vez, una construcción que realizamos a partir de distintos componentes. Por ejemplo, el autorespeto, el autoconcepto, el autoconocimiento y la autoaceptación. Es decir, necesitamos tener todo esto en consideración para saber de qué tipo de autoestima estamos hablando y ver cuáles son los elementos donde hay que trabajar.
La autoestima sana implica poder respetarnos y valorarnos a nosotros mismos, para así valorar también a los demás. Conocernos y saber cuáles son las cosas que nos gustan y las que no, aceptarnos como somos y poder conceptualizar y diferenciar lo que nosotros deseamos y lo que otros tratan de imponernos.