Y todo ello ¿por qué? Pues porque las personas responsables nos preocupamos por los resultados de nuestras acciones, ya sea en el trabajo o en nuestra vida personal. A modo de ejemplo:
Hemos terminado un proyecto en la oficina que parecía que estaba muy bien, pero a la hora de ponerlo en práctica, los resultados no son los esperados…
Has discutido con tu pareja y has dicho algo que no deberías haber dicho pero que en el momento de más intensidad te salió sin pensar…
Ibas a demasiada velocidad por la autopista y en una fracción de segundo te pareció ver la luz del flash de la cámara de tráfico….
Le cogiste el coche a tu padre sin decírselo y en un descuido se ralló cuando lo estabas dejando en el parking...
Y mil ejemplos más que podría poner, de cosas que no parecen muy importantes a priori, pero que para los implicados pueden representar un gran problema y por tanto nos impiden continuar con nuestra vida cotidiana y nos afectan física y psicológicamente.
¿Qué hacer cuando tenemos una preocupación de este tipo y cómo superarla?
Basándonos en el libro de Dale Carnegie “Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida”, él detallaba una fórmula mágica de tres puntos con la que superar una preocupación:
1. Analizar la situación con valentía y honradez y pensar qué es lo peor que me podía pasar como resultado de mi error.
Si utilizamos el ejemplo del proyecto en la oficina, lo peor que me puede pasar no es que vayan a matarme, ni torturarme, puede ser que me peguen una buena bronca, me cambien de departamento o lo peor, peor… me echen del trabajo.
2. Después de imaginar lo peor que me puede pasar, debo resignarme a aceptarlo… si es necesario.
O.K. si me pegan una bronca o me cambian de departamento, lo asumiré con resignación y llevaré lo mejor posible la humillación delante los compañeros. Y en el caso del despido la consecuencia sería peor, pero estoy seguro que con mi currículum vitae podré encontrar otro trabajo sin mucho problema.
3. Una vez valorada la situación y aceptada las consecuencias de ella, el tercer paso es dedicar tranquilamente mi tiempo y energía a intentar que lo peor, que ya tengo aceptado, sea menos malo.
Aceptada la situación y el hecho que las consecuencias podían ser el despido, puedes relajarte para pensar tranquilamente en cómo hacer que lo peor que pueda pasar, sea menos malo.
Como por ejemplo, hablar con el jefe y explicarle que aunque el proyecto parece que no está dando los resultados que se pretendía, añadiendo esta variación el cambio puede ser hacia el éxito.
O en el caso de la discusión con tu pareja, una vez aceptado que te pasaste con lo que le dijiste y que eso podría llevar a la ruptura, piensa tranquilamente en qué hacer para solucionarlo o cómo mínimo sea menos malo el resultado: escríbele una carta admitiendo que te pasaste un montón pero que no lo pensabas realmente, y que si te comportaste como un idiota es porque la quieres con locura y a veces se te va un poco la cabeza, pero que esto ha sido el detonante que hará que cambie mi forma de comportarme contigo y con los demás, porque no me puedo permitir perderte por una simple discusión… (Evidentemente, todo esto hay que demostrarlo con hechos).
Hacia la paz mental
El hecho de dejar de preocuparte por las consecuencias de lo que has hecho o dicho, hace que tengas una gran paz mental, la suficiente para que puedas ver las cosas más fríamente y puedas valorar la situación en perspectiva, aparte de que cuando estamos preocupados perdemos concentración, por lo que sería imposible pensar en una solución.
Y como decía Lin Yutang: “La verdadera paz mental viene de la aceptación de lo peor”, eso es como una liberación de energía. Cuando aceptamos lo peor, ya no tenemos nada más que perder. Y eso significa que a partir de aquí, tenemos todo que ganar.