Cuando a una persona le dan la noticia de que padece esta enfermedad, provoca en ella una preocupación tan mayúscula que deriva en un proceso mental que genera una gran carga de estrés emocional. La preocupación ante lo desconocido, el sufrimiento e incluso la muerte, se convierte en nuestra mayor amenaza.
Desde el proyecto fundacional Crear Salud, brindamos nuestra METODOLOGÍA BASADA EN MINDFULNESS Y PSICOLOGÍA POSITIVA de forma gratuita a todas las personas que hayan tenido que pasar o que estén pasando por este trauma, ya que sabemos que el 74% de los que la han utilizado han mejorado su percepción de bienestar en tan solo siete días, ayudando esto a mitigar el estrés.
En esta ocasión vamos a analizar de qué manera influye el estrés a nivel físico y emocional, cómo afecta al desarrollo del cáncer y de qué herramientas podemos servirnos para disminuirlo y contrarrestar sus efectos, en ocasiones tan profundamente dañinos.
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Qué es y cómo nos afecta el estrés
El ajetreo diario, el tráfico, el ruido, las prisas, los problemas cotidianos, las preocupaciones, el exceso de estímulos… En definitiva, el estrés, es una fuente importante de problemas físicos y psicológicos, el gran caballo de batalla contra el que la ciencia trata de luchar desde todos los ámbitos posibles. Cuando nos sentimos bajo presión mental, emocional o física, se desencadena el estrés. Se trata de un mecanismo fisiológico que se produce cuando una persona percibe una situación como amenazante y requiere la movilización de recursos físicos o mentales para hacerle frente. Es decir, el cuerpo reacciona liberando hormonas que aumentan la presión arterial, aceleran el ritmo cardíaco y elevan las concentraciones de azúcar (glucosa) en la sangre. Estos cambios ayudan a la persona a actuar con mayor fuerza y rapidez para escapar de una amenaza percibida. Niveles puntuales de estrés en la vida diaria no se consideran nocivos, pero una situación estresante mantenida en el tiempo puede deteriorar la salud.
Concretamente, es el Cortisol la hormona que prepara al cuerpo para afrontar una situación de estrés puntual. El problema radica en que la producción sostenida de Cortisol puede ser dañina. Sus consecuencias pueden ser muy variadas, como el debilitamiento del sistema inmune, la aparición de enfermedades cardiovasculares, problemas digestivos, ansiedad, depresión… Además, puede influir en el envejecimiento prematuro y, como decíamos, empeorar enfermedades tan graves como el cáncer.
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Cómo influye el estrés en el cáncer
Según un estudio publicado por la revista Journal of Clinical Investigation y elaborado por el centro oncológico MD Anderson de la Universidad de Texas (EEUU), el estrés crónico favorece la metástasis del cáncer de ovario. Esto sucede porque los niveles elevados de las hormonas del estrés -epinefrina y norepinefrina- permitían a las células más malignas dejar con seguridad el tumor primario, un paso necesario en la metástasis y la progresión del cáncer. Asimismo, el estrés crónico acelera las metástasis del cáncer de mama mediante la acumulación de macrófagos en el tejido tumoral, así como la progresión de la leucemia linfoblástica aguda, según publica La Vanguardia.
Sobre este campo arroja luz el eminente doctor Pere Gascón (Barcelona, 1949), del servicio de Oncología del Hospital Clinic de Barcelona y uno de los máximos exponentes internacionales en la investigación que vincula sistema nervioso (las neuronas, el cerebro) con el cáncer.
Según declaró Gascón a El Periódico, “el estrés emocional crónico puede iniciar el proceso de un cáncer”. El doctor ha demostrado que existe una estrecha relación entre la inflamación, el sistema nervioso y el tumor maligno: “Cada vez tenemos más evidencias de que cuando una persona sufre estrés crónico, de meses –por la muerte de una persona que te rompe la vida o la pérdida de un hijo– esas emociones conducen a un estrés en el que se liberan citoquinas inflamatorias, sustancias que crean un ambiente proinflamatorio del que no se es consciente. Esto lo hemos visto en personas de 50 y pocos años que pierden el trabajo y un año y medio después les surge un cáncer”.
Por el contrario, cuando el sistema nervioso está equilibrado, las defensas son óptimas. Un buen sistema nervioso que permite dormir bien, estar equilibrado y hacer ejercicio físico, potencia el sistema de defensas. Y a la inversa, sabemos que los estados estresantes, deprimentes y crónicos, son estados proinflamatorios”. El doctor añade que el control mental de cada persona en esas circunstancias límite es determinante.
Pero, además, según el National Cancer Institute, las relaciones entre el estrés psicológico y el cáncer podrían manifestarse de muy variadas maneras. Por ejemplo, la gente con estrés puede adoptar ciertos hábitos, como fumar, comer en exceso o beber alcohol, lo cual aumenta el riesgo de padecer la enfermedad.
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Así es como podemos vencer el estrés
Para combatir el estrés, los expertos de los laboratorios SYNLAB recomiendan analizar sus causas y, de no ser posible, modificarlas y tratar de compensarlas a través de hábitos saludables, tales como la práctica de ejercicio físico, la alimentación saludable, el buen descanso o la realización de técnicas de meditación.
Estas prácticas pueden ayudar de manera notable a disminuir los niveles de estrés:
1. Realizar ejercicio regularmente para estar y sentirnos más fuertes física y mentalmente.
2. Aprender a priorizar. No dejar que las cosas sin importancia nos alteren.
3. Compartir el problema. Esto ayuda a sobrellevar la carga y a encontrar una solución. Si es necesario, debemos recurrir a la ayuda de un profesional de la psicología.
4. Sacar tiempo para nosotros mismos. Tenemos que organizarnos para poder disfrutar de nuestras aficiones.
5. Llevar una dieta sana y evitar hábitos no saludables. Importantísimo: somos lo que comemos. Además, el alcohol, el tabaco o la cafeína no resuelven los problemas, sino lo contrario.
6. Trabajar de manera más eficiente. Tenemos que gestionar bien el tiempo. A veces, menos es más.
7. Ser positivos. Apreciar lo que tenemos es el primer paso para evitar el estrés.
8. Aceptar las cosas que no se pueden cambiar. No se trata de ser conformistas sino de ser conscientes de la realidad, no debemos preocuparnos por aquello que no podemos cambiar.
9. Aprender a relajarnos. Resulta de gran ayuda escuchar música relajante, aprender técnicas de meditación, practicar yoga, etc.
10. Dormir bien. El sueño es básico para la salud, debemos tratar de dormir las horas recomendadas por la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos:
*Jóvenes (de 18 a 25 años) – Recomendado: de 7 a 9 horas / Aceptable: de 6 a 11 horas.
*Adultos (de 26 a 64 años) – Recomendado de 7 a 9 horas / Aceptable: de 6 a 10 horas.
*Mayores (más de 65 años) – Recomendado: de 7 a 8 horas / Aceptable: de 5 a 9 horas.
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La meditación, una alternativa con grandes resultados
Está comprobado científicamente que el trabajo con los pensamientos a través de la meditación, el mindfulness y la psicología positiva puede ayudar a mejorar la atención, a reducir el estrés, a gestionar las emociones e incluso, disminuir el dolor físico causado por enfermedades, mejorando notablemente el nivel de bienestar personal y social.
Las investigaciones que se han llevado dentro de este campo, muestran que los beneficios de meditar son muchos: mejora el descanso, reduce los síntomas tanto de estrés como de ansiedad, produce un estado de bienestar general y potencia ciertas capacidades. Todo esto se produce mediante una transformación de la arquitectura del cerebro. Concretamente, lo que sucede en el cerebro al meditar es que las áreas implicadas en las emociones y en la atención y la memoria se ven afectadas. Asimismo, la respiración y el estado de calma que se alcanza con la práctica meditativa están en contacto directo con las neuronas del tronco cerebral.
El estudio publicado en la revista Psychiatry Research Neuroimaging arroja unos datos sorprendentes: las personas que meditan 30 minutos al día durante al menos ocho semanas, adquieren una mayor densidad de materia gris en las zonas del cerebro ubicadas en el hipocampo, que corresponden con la memoria, la empatía, el dolor físico y emocional y el aprendizaje.
Pero, al mismo tiempo, se reduce la materia gris de la amígdala, lo que se traduce en la disminución considerable del estrés, el miedo y la ansiedad. A largo plazo, se ha observado que las personas que meditan de manera habitual tienen un cerebro más joven que aquellos que no lo practican y tienen menor riesgo de padecer algunas enfermedades cardiovasculares o Alzheimer.
Finalmente, la unión temporoparietal, que es la encargada de los aspectos sociales, de la perspectiva y de la compasión, entre otros, aumenta su tamaño.
En conclusión, la base para gestionar el estrés se encuentra generalmente en cambiar nuestros hábitos, tal y como propone el método Crear Salud. Debemos ser conscientes de que para combatirlo es muy recomendable aprender a relajarnos, nutrirnos adecuadamente y activarnos, realizando actividades que mejoren nuestro bienestar integral. Herramientas como la app Siente pueden ser grandes aliadas en el camino a una vida libre de estrés.
Recordamos que brindamos nuestra metodología basada en mindfulness y psicología positiva de forma gratuita para todas las personas que sufran o hayan sufrido cáncer. Si quieres contactar con nosotros, puedes escribirnos a esta dirección de correo electrónico ->
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Fuentes de la información: Infosalus, Psychiatry Research Neuroimaging, Cancer.gov, ElPeriodico, La Vanguardia, National Sleep Foundation (NFS), Laboratorios SYNLAB, MD Anderson.