Bueno, tras dos meses de inactividad total en el blog… ¡por fin estoy de vuelta! A partir de ahora procuraré publicar una vez a la semana (a parte de las entradas del reto #memuevo5de7, que he seguido haciéndolo, pero esta vez el blog no se centrará en esto, lo prometo). Y sin más, ¡os dejo con la entrada de hoy!
Como seguro que alguno ya sabrá, hoy, 30 de noviembre, es el Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos Alimenticios. Aprovechando esto, he decidido escribir una entrada hablando un poco sobre este tema, que tanta relación tiene con la temática del blog.
Como suelo hacer cuando se trata de temas delicados y de salud, os recuerdo que yo no soy médico. Por tanto, lo que yo escriba aquí será lo que he ido aprendiendo con el tiempo, investigando, informándome y leyendo mucho. Pero bajo ningún concepto, una entrada en un blog (ni ningún otro artículo que podáis leer en cualquier sitio) sustituye al diagnóstico y tratamiento médico. Por tanto, si alguien que llegue a este blog, cree que puede tener un trastorno alimenticio, o tiene familia o amigos que puedan tenerlo, por favor, hablen con un profesional. Es una tema muy serio del que depende nuestra salud y nuestra vida.
Dicho esto, os voy a contar algo de lo que sé sobre este tema.
Lo primero para poder hablar de los trastornos alimenticios es saber qué son. Un trastorno alimenticio o trastorno de la conducta alimentaria (TCA) es un conjunto de enfermedades crónicas y progresivas, ocasionadas por una preocupación excesiva por el aspecto físico, que conduce a ansiedad, y que implica una alteración de los hábitos alimenticios. En estas enfermedades influyen mucho determinados factores como la familia, los cánones de belleza de nuestra sociedad, el nivel de autoestima de cada persona, la frustración por tener sobrepeso… Si bien uno puede pensar que son problemas puramente relacionados con la alimentación, lo cierto es que realmente se trata de problemas con una base psicológica, que pueden tener una grave repercusión fisiológica y biológica.
¿Cuáles son las factores que pueden causar estos trastornos? Principalmente son 4 tipos de factores: psicológicos, sociales, familiares y biológicos.
En cuanto a los psicológicos, éstas personas suelen sentirse incapaces, inferiores a otros. Intentan tomar el control de su vida, centrándose en el aspecto físico.
Respecto a los factores sociales, es evidente que en nuestra sociedad, los medios de comunicación nos venden una imagen poco realista de lo que es bello y lo que no. Las personas populares, admiradas por todos y con éxito son aquellas con un cuerpo perfecto. Quien no tiene un cuerpo perfecto, se considera un fracasado.
En cuanto a los factores familiares, podemos encontrarnos con familias sobreprotectoras o que no son capaces de resolver problemas. No muestran sus sentimientos y los niños aprenden de esto. Desarrollan miedo, inseguridad, dudas… y toman el control por medio del peso y la comida.
Por último, respecto a los factores biológicos, hay estudios que indican que hay personas predispuestas a sufrir ansiedad, comportamientos obsesivos y compulsivos… en función de una producción anormal de neurotransmisores. Estas personas son más vulnerables a trastornos alimenticios.
¿Cuáles son los síntomas que nos permiten detectar un trastorno alimentario? La respuesta no es tan fácil. Existen muchos síntomas, distintos para cada trastorno, aunque también los hay comunes. Además, que aparezca uno de estos síntomas no quiere decir que necesariamente estemos tratando con una persona con un TCA. Aún así, debemos estar atentos a ellos, en especial si aparecen varios.
Bajada importante de peso.
Obsesión con respecto a hacer dieta.
Evitar comer con otras personas.
Pesarse muy frecuentemente y contar siempre calorías.
Verse gordo a pesar de la bajada de peso.
Encerrarse en el baño después de comer sin causa aparente.
Realizar de forma obsesiva ejercicio físico.
Cambios en el estado de ánimo en función de si ha comido o no.
Si bien todos hemos oído hablar de la anorexia y la bulimia, existen muchos más Trastornos de la Conducta Alimentaria. Vamos a verlos.
Anorexia nerviosa: sin duda es el trastorno de la conducta alimentaria más conocido. Se caracteriza por un intenso miedo a aumentar de peso. Quién padece esta enfermedad tiende a bajar de peso de forma abrupta y cambia sus conductas alimentarias, ingiriendo una cantidad mucho menor de alimentos. Estas personas tienen una imagen de su propio cuerpo distorsionada, viéndolo de un tamaño mucho mayor al real. Algunos enfermos comen muy poco y realizan un ejercicio excesivo. Otros utilizan métodos purgativos (vomitar, laxantes…) después de ingerir una cantidad muy pequeña de comida.
Bulimia nerviosa: es el otro TCA más conocido. Los enfermos de bulimia nerviosa se dan atracones de comida que suelen terminar con conductas compensatorias inadecuadas (vómitos, uso excesivo de laxantes, excesiva actividad física…). Se une el miedo a engordar con la sensación de pérdida de control a la hora de ingerir los alimentos. Hay una obsesión por la propia imagen y provoca cambios de humor, baja autoestima, depresión…
Trastorno por atracón: las personas que padecen este trastorno se caracterizan por comer de forma compulsiva una gran cantidad de alimentos, conllevando una pérdida de control. En este caso, no hay conductas compensatorias eficaces, por lo que suele llevar al sobrepeso y a la obesidad. El atracón produce una gratificación inmediata, unida a malestar físico por la gran cantidad de alimento ingerido (dolor de estómago, pesadez, somnolencia…) y a un sentimiento de culpa por el atracón. Esto hace que aparezca un período de restricción alimentaria en la que baja la energía vital, conllevando a un estado de ánimo deprimido que muchas veces ocasiona nuevos atracones para reducir momentáneamente el malestar. En este trastorno es muy importante la pérdida de control sobre lo que se ingiere, la sensación de no poder parar. En muchos casos, se da en personas que han realizado muchas dietas para adelgazar. En este trastorno, la persona es consciente de que está causando un daño a su salud.
Ortorexia: en este caso, el enfermo incorpora alimentos sanos a su dieta, hasta llegar al punto en que solo se ingiere este tipo de alimentos. Comienza con la intención de mejorar la calidad de la alimentación, pero con el tiempo conlleva a una obsesión por lo que se debe comer y lo que no. Se suele acompañar con rituales como no comer con cubiertos metálicos, etc.
Comedor selectivo: personas que clasifican los alimentos en bueno o malos según si engordan más o menos. Todo esto sin tener realmente un conocimiento sobre lo adecuado que es un determinado tipo de alimento o no. Habitualmente conllevan a deficiencias nutricionales.
Vigorexia: se caracteriza por una preocupación excesiva por el físico. Puede presentar dos manifestaciones: existen enfermos que realizan una actividad deportiva muy excesiva, y otros que alteran su conducta alimenticia buscando los alimentos que le permitan conseguir un físico musculado. Implica la adicción a la actividad física, sobre todo a la musculación. Además puede ir unido al consumo de esteroides. Al contrario que la mayor parte de los TCA, éste es más común en hombres.
Megarexia: opuesto a la anorexia nerviosa. Se trata de personas obesas que al verse en el espejo no perciben ese estado. Se ven sanos, por lo que no hacen dieta y comen grandes cantidades de comida basura.
Permarexia: se da en personas obsesionadas con el sobrepeso que están permanentemente sometidas a dietas de adelgazamiento. Pueden acabar padeciendo anorexia o bulimia. No suelen dejar de comer ni vomitar, pero su obsesión por el consumo de alimentos saludables y con bajo valor energético, les puede llevar a serias descompensaciones en su organismo.
Ebriorexia: de todos los trastornos que he mencionado hasta ahora sabía algo. En algunos casos no conocía el nombre, pero sí sabía de su existencia. Sin embargo, de este trastorno no sabía absolutamente nada y me ha sorprendido muchísimo. Se trata de dejar de comer para compensar las calorías consumidas a través del alcohol. Se produce un abuso de bebidas alcohólicas, unido a atracones, para luego provocarse el vómito.
Existen más, pero quizás estos sean los principales. Al leer este artículo quizás haya gente que piense que nada de esto les podría pasar a ellos. Bien, los trastornos de la conducta alimentaria son más frecuentes de lo que pensamos. Si bien es verdad que son más habituales en mujeres, en los últimos años ha aumentado su aparición en hombres. Quizás también se pueda pensar que esto es cosa de adolescentes, pero no es verdad. De hecho, cada vez hay más adultos que sufren estas enfermedades.
Si bien no hay una receta mágica para evitar que aparezcan estos trastornos, sí se pueden tomar ciertas medidas para educar a niños que en un futuro sepan aceptarse tal cual son, evitando así en gran medida estas enfermedades.
Es importante enseñar a los niños a llevar unas conductas saludables de alimentación y deporte.
Se debe comer en familia, en unos horarios establecidos, sin saltarse comidas. Además no se debe presionar a los niños con la alimentación.
Hay que mejorar su autoestima y enseñarles a rechazar los estereotipos poco saludables que nos venden los medios.
Si un niño padece obesidad, jamás se debe emprender una dieta por nuestra cuenta, sino que debemos llevarle al médico.
Nada de esto nos asegurará que en un futuro no aparezcan alguno de estos trastornos, pero sí podremos reducir su incidencia.
Una vez que se padece una de estas enfermedades, es necesario ponerse en manos de profesionales. Normalmente el tratamiento de estos trastornos incluyen tratamiento médico, psicológico y nutricional.
Bueno, pues hasta aquí lo que os puedo contar sobre estas enfermedades. Recordad que son temas muy graves, con los que jamás hay que jugar, y que cualquier puede sufrirlos. Es muy importante que entre todos, consigamos que estas enfermedades, en las que influye tanto la sociedad actual en la que vivimos, vayan reduciéndose, y creemos una sociedad donde todos nos aceptemos tal cual somos, y eliminemos por fin esos cánones de belleza que ni son reales, ni son bellos.
Por último, recordaros, como os comenté al principio,que yo no soy experta en esto ni muchísimo menos, solo os he mostrado parte de la información que he encontrado, pero esto bajo ningún concepto sustituye al diagnóstico médico.
¡Hasta la próxima!
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