El grupo muchas veces nos sirve de espejo y lo necesitamos para descubrirnos a nosotros mismos. ¿Hasta qué punto el grupo puede hacernos felices? Veamos a continuación la influencia que tiene el hecho de que sintamos que pertenecemos a un grupo.
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Las personas con las que nos relacionamos en nuestras vidas, con muchas de ella elegimos establecer relaciones más estrechas e íntimas. Compartimos intereses, motivaciones, hobbies, emociones y sentimientos. Es impensable que pudiéramos sobrevivir sin otros seres humanos, ya que nos necesitamos los unos a los otros. Además, esto es algo fundamental incluso para nuestro desarrollo cognitivo.
Aprendemos a sentir, a pensar, a generar conductas gracias a otros seres humanos. Aprendemos desde que nacemos viendo a los demás, a nuestros cuidadores y atendiendo a todo lo que nos rodea. Nuestro cerebro se desarrolla en un ámbito social, en interacción con otros seres humanos, y es por esto que el sentimiento de pertenecer a un grupo es tan importante para todos nosotros…
La esencia de formar parte de un grupo
Podemos fijarnos en multitud de detalles cotidianos para darnos cuenta de cómo necesitamos de un grupo, cómo vamos buscando formar parte de grupos. Uno de los ejemplos más claros hoy día son las redes sociales a través de la tecnología. Las herramientas más utilizadas y que mayor repercusión tienen son aquellas que nos permiten formar grupos, vincularnos y conocer a otras personas. Facebook, Twitter y WhatsApp son los casos más evidentes.
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¿Seguro que conoces estas redes sociales que hemos destacado verdad? La gran mayoría de personas en todo el mundo hemos hecho uso de estas redes en algún momento, y muchas personas las utilizan en su día a día formando una parte fundamental de sus vidas. No es de extrañar que se pueda pensar que las relaciones son importantes para nosotros, y que además sea algo que necesitamos. De esa necesidad que tenemos se sirven las tecnologías para ofrecernos lo que más demandamos y necesitamos como seres humanos.
Los primeros grupos sociales que formamos a lo largo de nuestras vidas, podrían denominarse como los grupos sociales primarios, que son aquellos en los que está nuestro ambiente más familiar, nuestros cuidadores principales, la familia y todas las personas que nos han ido acompañando en nuestros primeros años de vida. Luego hemos ido estableciendo relaciones fuera del círculo familiar, con compañeros de clase, amigos, vecinos etc.
En los grupos sociales secundarios se encuentran las personas con las que compartimos objetivos, metas e intereses comunes. Formando así grupos más específicos y exclusivos, en los que de alguna manera vamos desarrollando nuestra madurez y nuestros gustos, puliendo nuestra personalidad. Esto sucede sobre todo ya en la adolescencia donde nos desvinculamos del grupo primario, dando prioridad al grupo secundario que nos ayudará a desarrollar y construir nuestra identidad personal.
Con el paso del tiempo los vínculos van cambiando, nuestras motivaciones y prioridades. Por lo tanto nuestra elección para formar parte de un grupo también. Nos decantamos por aquellos intereses comunes a los que damos una mayor importancia, ya sea en cuestión de conocimientos, nivel cultural, nivel socioeconómico, ideales políticos, creencias religiosas, etc. Nos establecemos en uno o varios grupos diferentes, dependiendo de ciertas características de los integrantes.
¿Por qué formar parte de un grupo nos puede hacer más felices?
La elección de determinados grupos a los que deseamos pertenecer, no es una elección baladí, es algo que está muy procesado y elaborado, incluso aunque lo hayamos hecho de forma inconsciente. Nos atraen más unas personas que otras, y aunque no lo hayamos reflexionado nuestras tendencias son evidentes.
El sentimiento de inclusión y de pertenencia a un grupo es algo que nos ayuda a desarrollar, potenciar nuestras habilidades y capacidades. Se debe a la interacción para adquirir nuevos conocimientos que son de nuestro interés. Los estudios que se han realizado acerca del tema del sentimiento grupal ofrecen datos de gran importancia. El sentimiento de cohesión nos ayuda a afrontar la soledad, impidiendo la falta de inclusión, lo que nos hace sentir que somos valiosos. Todo esto son factores que repercuten en nuestra autoestima, autoeficacia, reconocimiento y seguridad.
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Si analizas estas cuestiones en lo que suponen para ti en tu vida cotidiana entenderás lo importante que te resulta tener este sentimiento de pertenencia al grupo. Es algo que te influye y te afecta. Si observas tus conductas verás como están destinadas a la creación de ese sentimiento de inclusión, de pertenecer a un grupo y de adaptarte a él.
Esto es algo natural, esencial y necesario, que inevitablemente nos hace sentirnos más felices y con una mayor satisfacción ante la vida. La pertenencia a un grupo es una necesidad humana fundamental. Por eso la mayoría de nosotros expresamos esta necesidad a través de nuestra conducta. Y cuando no nos sentimos pertenecientes y nos sentimos excluidos podemos desarrollar inseguridad, apatía, descontento e incluso diversos trastornos mentales asociados a la ansiedad.
Pertenecer y ser aceptado por un grupo nos ayuda a desarrollar relaciones más solidas y estables que son las que perdurarán a través del tiempo. Gracias a esto tendremos la posibilidad de dar y recibir afecto de otras personas. Una interacción que llega a convertirse en uno de los principales sentidos de nuestra existencia, que nos nutre y nos sostiene. Es algo que nos pasa a la mayoría de las personas, aunque haya quien diga que no lo necesita o prefiere estar solo. El descubrimiento hacia nuestra felicidad pasa por estas relaciones y vínculos significativos que, de una manera u otra, necesitamos a lo largo de nuestras vidas.
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