Como siempre digo, ser feliz, realmente feliz, para un ser humano es muy fácil. Lo que no es fácil hoy en día es descubrirlo y menos fácil aún es luchar contra nuestro intento continuo de no serlo, es decir, luchar contra las fuerzas del mal de las cuales hablaremos próximamente y que ya te avanzo de que no son lo que crees que yo creo que son.
Aviso de que ya escribí acerca del tema aquí hace tiempo, aunque hoy quiero ir mucho más al grano, y aviso también de que no voy a ser muy original y que todos los puntos se pueden encontrar con facilidad en cualquier librito chungo de autoayuda.
La razón de escribir este compendio sobre lo que nos hace felices es simplemente para recordarlo siempre que lo olvide.
Recordar = Re-cordis = Volver a pasar por el corazón.
Para mí, este es el orden de importancia de aquello que nos hace felices.
1. Conectar contigo. Rumi dijo Más allá del bien y del mal hay un jardín, allí me reuniré contigo.
El jardín del que habla Rumi está en ti, y se puede descubrir sin no te mueves ni un pelo. Se puede descubrir si cierras los ojos y te dedicas sólo a observar.
Vamos, que medites.
Encontrar el jardín requiere mucha concentración y práctica, pero cada paso que nos acerca a él nos regala una fruta madura y sabrosamente permaculturizada, el perfume de una rosa, la visión de un estanque colorido con ranas croando, cascadas, aguas cristalinas.
Pero llegar al jardín requiere también muchísimo valor, pues aunque el jardín es cojonudo y las vistas de él según te acercas son fantásticas, el camino para llegar está lleno de baches, lágrimas, bofetadas, collejas, dolor y reguetón.
Esa es precisamente la gracia del camino y está conectado con el punto 2 de esta lista: Llegar allí requiere tu propio esfuerzo continuado.
2. Superar un reto que tú has establecido. El ser humano, finito, busca incansablemente el SER, infinito, y todo lo que represente el crecimiento o la expansión (y un reto o una tarea terminada lo son), le recuerda inconscientemente que puede encontrarlo.
Apuntar al despertar en tu cuaderno las cosas que quieres hacer ese día, ponerte a hacerlas, hacerlas, y después tacharlas de la lista, te proporciona (¿dopamina le llaman? Prefiero llamarlo salto de octavas) gran placer, te aporta la invaluable sensación de estar usando sabiamente tu energía, tu vida, tu día.
La receta para la felicidad no puede ser más sencilla aquí: Escribir qué quieres hacer. Hacerlo. Tacharlo.
Respecto a este tema, el bienestar es mayor cuantas más partes de nosotros (y de otros seres) estén involucradas en la consecución de ese objetivo.
Superar el reto de crear un programa de ordenador, escribiendo tú solo en una cueva unas líneas de código y terminarlo con éxito, será menos placentero y aportará menos felicidad que superar el reto de crear un jardín, pues en este último está involucrado el movimiento de todo el cuerpo, la vista, el olfato, el tacto, el oído, la mente, el equilibrio, la humedad, la textura, las condiciones climáticas, tu sabiduría del entorno, la cooperación de otras especies y tu conocimiento de ellas y de su interacción, etc.
Cuanto más pongamos en acción, mayor será la recompensa.
Más personas, más sentidos, más conocimiento, más factores… más recompensa.
Crear una jarra de arcilla, pintar un cuadro, aumentar puntos ELO en el ajedrez, crear una empresa molona, crear un programa de ordenador con la cooperación de varias personas y su ejecución final en algo físico que ayude mucho a una o varias personas… las opciones son infinitas.
Este punto sobre los retos es muy amplio, pero básicamente viene a decir que te ocupes de ti mismo, que crezcas en ti, que hagas lo que tienes que hacer por ti y sólo por ti y por tu beneficio, es decir, que descubras tu don, que pongas todo lo que eres en aquello que haces, es decir… autocuidado del bueno.
3. Ayudar a otros seres. El concepto Ayudar a otros es un universo de conocimiento y práctica en sí mismo. Pocas veces en nuestra vida hemos ayudado realmente de manera genuina, pues generalmente queremos algo a cambio.
Se ayuda con el corazón, y se ayuda con la mente.
Esto quiere decir que si la ayuda es absolutamente espontánea, sin juicio, como una fuerza que sale del interior, una fuerza imparable que te moviliza como te movilizas cuando ves a alguien llorar y lo único en lo que piensas es en nada pero sin embargo todos tus músculos se ponen en acción para acercarte a aquella persona, movido todo tu ser por la compasión con el único fin de aliviar su tristeza o su carga pesada o sus nubarrones negros.
Eso es ayudar y ocurre pocas veces. Pero se puede trabajar y se debe si queremos ser felices.
Goenka dice hablando del Dharma, que si tras varios retiros de meditación no empiezas a sentir un genuino deseo de ayudar al prójimo sin esperar nada a cambio, es que algo no estás haciendo bien, que no estás meditando correctamente, y que consultes con tu profesor.
Si quieres ver caras felices, ve a cualquier lugar donde se haga voluntariado absolutamente anónimo y no reconocido.
A true selfless act always sparks another.
4. El contacto físico con amor. Cuando una mano amigable nos toca, nuestro cerebro empieza a descargar una cantidad de qué es yo (¿oxitocina le llaman? Prefiero pensar en términos de energía, frecuencia y vibración) que nos hace felices instantáneamente.
Una vez estaba en la sala de operaciones apunto de ser operado de mi codo roto por varias partes, cuando una enfermera se puso tras de mí, me agarró la cabeza con sus manos con toda la delicadeza que cabía en ese lugar, y yo me quedé dormido con una sensación de bienestar como no recuerdo otro.
Una mano. Una sola mano en el hombro en el momento preciso cambia estados de ánimo. Cambia visiones. Cambia nubes negras por blancas. Cambia vidas. Cambia destinos.
Eso me recuerda que siempre que pueda, siempre que mi tontería interna me lo permita, siempre que la situación se preste a ello, debo tocar a las personas y debo permitir que me toquen.
5. Reír genuinamente sin miedo sin tiempo y sin espacio. O dicho de otro modo, salirte de ti o entrar tanto en ti que conectes con tu yo más íntimo. Eso ocurre cuando reímos de verdad pero de la buena. Que perdemos el control pero no por falta de organización sino porque todo está bien. Dejamos de llevar el timón y nos dejamos mecer por las corrientes. Saltamos del barco y tras el contacto inicial con el agua empezamos a sumergirnos más y más hasta que, cuando abres por fin los ojos, no sabes ni quieres eres.
Esto significa que, ante la duda, quede con un amigo que me haga reír. Vaya a ver una obra o una película que me haga llorar de la risa. Ante la duda, estudie qué dice la sabiduría antigua sobre cómo reír más y me ponga a practicarlo.
Endorfinas le llaman.
Y bueno, luego está resto que son más o menos variantes de las anteriores. Estar en la naturaleza pero estar de verdad, estando conectados con ella (conectados con nuestro jardín interior), tomar el sol (idem), acariciar animales (ayudar a otros y tocar a otros seres), hacer ejercicio (autocuidado), hacer el amor, comer con contención productos desarrollados con amor y cuidado y con tiempo y con la cooperación de muchos factores, escuchar música creada por otras personas con amor y atención y cuidado, crear tu propia música…