A esto, evidentemente, hay que sumarle el estrés que provoca el tener que cumplir con toda la familia y el trabajo extra que supone para muchos el cocinar platos especiales al gusto de todos y tener que pensar la manera de acertar con los regalos de los demás.
Unas fechas complicadas
Hay personas para las que, o bien porque no son muy familiares o porque realmente no tienen a nadie con quien celebrar la Navidad, cuando se acercan estas fechas pueden sentirse inusualmente tristes y decaídos. Esto, en términos psicológicos, se ha bautizado como depresión de Navidad, y según la psicóloga María del Lujan Acosta de Schmiegelow, cada vez es más común."Estos estados anímicos, que se presentan en diferentes intensidades, se vinculan con muchas de las características de la vida moderna", explica la experta. Sin duda, las navidades han perdido en buena parte su significado originario pasando a ser, para muchos una mera "propuesta de consumo masivo vacía de contenido", agrega del Luján.
Pero si algunos no ven ningún sentido a esta celebración, otros se ven realmente afectados por el hecho de haber perdido recientemente a un ser querido y no poder reunirse de nuevo con él. La tristeza de esta ausencia, para algunos se ve intensificada por la soledad, al no tener a nadie a su lado. Asimismo, los autobalances que hacemos a finales de año, también suelen recordarnos que, en ocasiones, no se ha logrado lo que se pretendía, motivo más que suficiente para poder sentirse a disgusto con uno mismo. Por último, la crisis que actualmente estamos viviendo, también puede suponer una pérdida de ánimo de cara a la Navidad.
Un mal trago para muchos
Para quienes repudian la existencia de estas fechas o, simplemente, no saben bien qué van a hacer o se ven agobiados por el tener que estar con la familia cuando realmente no les apetece, lo primero que deben hacer, según recomienda la psicóloga, es "escucharse a sí mismos y dejar de lado los clichés". Es decir, olvidarnos del 'porque sí', de la supuesta obligatoriedad de tener que estar con los familiares si en cierto modo no nos apetece.El reunirse a desgana está demostrado que puede ser motivo de discusión y de peleas. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en la problemática que supone para muchos pasar el tiempo suficiente con todos y cada uno de los miembros de su familia, tanto política como biológica. Ese deseo de querer complacer a todos, "no sólo no se logra, sino que además nos podemos quedar vacíos y descontentos con los resultados", asegura María del Luján.
Superando los malos momentos
Para tratar de revertir la situación, incluso cuando estas fechas nos entristecen, podemos aprovechar la presencia de niños y "ponernos a su servicio, ya que de la felicidad que les proporcionamos, deviene la nuestra propia", aconseja la especialista. Igualmente, si no nos vemos con fuerza suficiente para afrontar una gran 'comilona familiar', lo ideal es "tener encuentros cortos y no prolongar las veladas más allá de lo que podamos tolerar", añade María del Luján.Por último, aunque a priori pueda parecer una desventaja, el estar solos en Navidad quizá pueda ser una puerta abierta para conocer a alguien nuevo o ayudar a los demás con una iniciativa solidaria. Sin duda, puede que para algunos la Navidad no sea la mejor época del año, pero existen miles de fórmulas para no sentirnos decaídos y molestos con esa felicidad innata que parece que irradia del resto de la gente. Lo mejor, saber lo que queremos hacer y no dejarnos llevar por lo que los demás pretenden que hagamos.
Agradecimientos a María del Lujan Acosta de Schmiegelow experta dePsicologos.org.