Pues, no se hable más, aquí los tienes...
A la hora de afrontar las comidas navideñas hay estrategias que pueden ayudar a evitar los excesos en los que muchas veces caemos. Quizás ya conozcas estos consejos, pero, como siempre te digo, conocer la teoría no te va a ayudar en nada si no la pones en práctica, así que ¡a por ellos!
1. Colabora en el menú
Si eres tú el encargado de preparar la comida, lo tienes fácil para elegir opciones ricas y a la vez saludables ¡No tienes excusas!
Si vas invitado y tienes la posibilidad, colabora aportando al menú algún plato que sepas que va a ayudarte a comer de una forma más sana. Avisa al anfitrión de que llevarás tu "ensalada especial" o esas verduras que , curiosamente para ser "algo verde", a todos gustan cuando las prueban en casa.
Eso sí, esmérate un poco y no me seas cutre; esta vez no vale con la ensalada de col, maíz y salchichas que llevas cada domingo a las chuletadas familiares... Investiga en internet, practica un poco, introduce ingredientes especiales y sorprende a todos con platos como esta ensalada templada de queso, uvas y sésamo, esta de melón, jamón y langostinos o atrévete a rizar el rizo con los cestillos de queso.
2. No ayunes para comer...
No tiene sentido que el 24 de diciembre, en previsión de la cena de Nochebuena, almuerces una pieza de fruta y te saltes la merienda porque así "compensas" lo que te vas a exceder en la cena.
Por una parte, llegarás a la cena literalmente "muerto de hambre" y devorarás todo lo que te pongan por delante. Es más, lo harás con premeditación y alevosía, que para ello has estado pasando penurias el resto del día.
Pero este no es el único problema: tu organismo habrá entrado en "modo ahorro" al verse privado de alimento, y por tanto de fuentes de energía externas, durante un período largo de tiempo. ¿Esto qué significa? Por una parte tenderá a ahorrar energía, disminuyendo el gasto y por tanto tu metabolismo y, por otra, será mucho más eficiente a la hora de almacenar en forma de grasas la energía que le aportes con los alimentos tras el período de ayuno. Si encima esta ingesta es excesiva y rica en carbohidratos, grasas y alcohol...
3. ... ni ayunes por haber comido
Cierto es que muchas veces este ayuno post comilona está forzado por el malestar al que nos llevan estos absurdos excesos. Pasamos de estar famélicos a sentirnos verdaderamente enfermos con síntomas como ardor de estómago, gases, dolor abdominal, náuseas, vómitos,... vamos, lo que un sanitario suele describir con el término dispepsia y cuyas causas no hace falta que le expliquen al afectado.
Sin llegar a este punto en el que ciertamente no deberías (ni podrás) forzarte a comer, ten en cuenta que si has comido más de lo normal en una comida navideña y encima has añadido alguna que otra copa, no tienes por qué saltarte las comidas posteriores en un afán de nuevo de "compensar". Este término siempre lo usamos en consulta para darnos cuenta de que, tras un mayor o menor exceso, deberemos adaptar la siguiente comida de forma que complemente la anterior pero sin llegar a prescindir de ella. Así, si tras la comida de Navidad sólo nos apetece cenar un caldito y un yogur, o una tortilla francesa y una infusión...¡perfecto!
4. Llena tu plato "con fundamento"
A no ser que la comida llegue emplatada ya a la mesa, intenta servirte tú mismo y ten en cuenta que seguramente lo que esté en el plato, te lo terminarás comiendo.
Recuerda que la densidad energética de los alimentos que haya en la mesa puede ser muy diferente. La ensalada y la verdura "ocupan mucho" en el plato pero aportan menos calorías que, por ejemplo, si llenamos el mismo espacio con cochinillo.
Tampoco hagas que tu plato parezca pobre, porque te dará inconscientemente sensación de escasez y privación, a la vez que hará que esa tía que nunca ha visto en tus redondeces más que señal de buena salud emita un alarmado "¡¿Pero sólo vas a comer eso?!"
Tu plato debe verse variado y convenientemente abundante sin resultar abarrotado. Puedes probar de todo lo que te apetezca siempre y cuando lo hagas en cantidades adecuadas según las grasas y azúcares que aporten.
Otro consejo: antes de repetir, espera unos minutos. Quizás sirvan para darte cuenta que te empujaba más la gula que verdaderamente el hambre...
5. El alcohol y el azúcar no quitan la sed
Vino blanco con el pescado, tinto con la carne, bebidas destiladas con los turrones, cava para el brindis y, por supuesto, para rematar, un licorcito de hierbas, que es digestivo y seguro que "nos sienta bien"... Total,un aporte desmesurado de calorías vacías que se irán sumando al total ya de por sí abultado de estas fechas, por no hablar del daño que produce en sí mismo el consumo excesivo de alcohol.
A esto tenemos que añadir la nociva costumbre de beber constantemente refrescos azucarados a la que ya nos hemos referido en numerosas ocasiones en este blog dejando de lado la que debe ser nuestra bebida fundamental: el agua.
Como seguro que te apetece probar ese vino tan bueno que ha traído tu cuñado y brindar con cava por montones de motivos que sin duda lo merecen, recuerda que, como en casi todo, en la moderación está el secreto y que nunca debe faltar al lado de tu copa de vino otra mayor de agua a la que debes acudir a menudo durante la comida para hidratarte y apagar la sed.
6. No a las sobremesas eternas
Una vez hemos terminado de comer, no tiene sentido alargar las horas frente a bandejas de turrones, polvorones, chocolates, peladillas, etc. Inevitablemente seguiremos comiendo por inercia, distraídos por la conversación...
En su lugar, si ves que la sobremesa-picoteo se eterniza, propón un cambio de ambiente sirviendo un café o una infusión ya lejos de la mesa, o animando a realizar alguna actividad como dar un paseo o jugar un rato con los niños (recuerda que ellos son los principales "sufridores" de nuestro estresante ritmo de vida y aprovecha para regalarles estos días lo que más valoran, tu tiempo).
Una recomendación más: el recoger los restos de la comida, la mesa y la cocina no es una tarea-castigo asignada por los dioses a la "señora de la casa". Incluso este momento se puede convertir en algo ameno y divertido, además de ahorrar tiempo y trabajo a los anfitriones, si colaboramos todos (ahora me volveréis a considerar "rarita" por divertirme recogiendo la mesa ¿verdad?)
7. ¡Táper para todos!
Como siempre, haciendo caso al dicho español de "más vale que sobre que no que falte", te has pasado con las cantidades de comida y la nevera está repleta de sobras que seguramente vas a ir picoteando un poco descontroladamente con el encomiable afán de que no se estropee (porque ya sabemos que "la comida no se tira").
¿Qué mejor que repartirla entre los comensales que tanto han alabado tus platos? Ellos se irán contentos con la comida del día siguiente casi resuelta (¿quién tiene ganas de cocinar más de lo necesario estos días?) y tú evitarás las tentaciones pudiendo centrarte en el caldito y el yogur que pensabas cenar.
Otra opción si nadie se apunta al reparto, cosa que me extrañaría, es congelar directamente las sobras y utilizarlas más adelante en platos de "reciclaje" como lasaña, mousaka, croquetas, etc.
8. Y, lo más importante: disfruta de la comida y de la compañía
Son fiestas para celebrar con la familia y los amigos Vale, no digas nada... recuerdo lo de "¿Cómo pasaste las Navidades?¿Bien o en familia?" ;)
Pero tras este chiste malo, lo cierto es que estas son fechas para reunirnos con gente que queremos y que en muchas ocasiones hace tiempo que no vemos, de intercambiar abrazos y ponernos al día, no de batir records de ingesta de comida y alcohol como si no hubiera un mañana ¿verdad?
Forges
Es triste que, incluso viviendo en la misma ciudad, nuestro ritmo de vida convierta a los amigos en "casi extraños". ¡Suerte que tenemos el whatsapp, aunque nunca pueda sustituir un abrazo! Y no sólo eso, hemos llegado a un punto en que la familia más cercana, la que comparte la misma casa, es raro que se reúna en torno a la mesa más de una vez por semana (algún día hablaremos de lo importante que es esto a la hora de enseñar a comer bien a nuestros pequeños).
En definitiva, la comida va a ser especial y seguro que exquisita, pero nadie nos la va a quitar de delante antes de tiempo ni se va a terminar porque no haya suficiente; si por algo se caracterizan estas fiestas es precisamente por la abundancia tanto de alimentos como del tiempo que permanecemos ante ellos. Así que saboréala, alaba al cocinero/a y aprovecha para hablar y reir con todas esas personas que puede que mañana, al contrario que la comida, ya no estén cerca.
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