Una de las consecuencias más serias está relacionada con el asombroso incremento de las enfermedades de las vías respiratorias y las alergias, debidas al aumento del índice de contaminación ambiental.
Lo peor de todo es que este empeoramiento de la salud respiratoria se está produciendo también en personas que, a priori, no tienen ningún factor de riesgo.
Contaminación y alergia
La alergia por contaminación es la manifestación de problemas de salud derivados directamente del índice de polución ambiental. Afecta a niños y mayores e, incluso, a personas que no presentan predisposición a una reacción alérgica.
Según la Sociedad Española de Alergología, se puede afirmar que hay una relación muy evidente entre la polución del medio ambiente y el incremento de las enfermedades y alergias respiratorias. Este problema es mucho mayor entre la población que vive en entornos urbanos.
Según los últimos estudios realizados por científicos tan prestigiosos como los del Mainz Center for Chemical Allergology, el polen de ambientes contaminados modifica y aumenta la presencia de proteínas alergénicas. Como su morfología se ve alterada, la consecuencia directa es una variación en la tipología y la gravedad de los cuadros alérgicos.
Algunos de estos estudios ya han puesto de manifiesto que la polución es capaz de hacer más virulenta la fortaleza de los alérgenos que se encuentran en el aire.
La emisión de gases de efecto invernadero, el dióxido de nitrógeno y el ozono son los causantes de la transformación química de la composición de los alérgenos, haciéndolos más fuertes.
Ello contribuye a que las alergias aerotransportadas se estén haciendo mucho más habituales.
Al parecer, el ozono es el elemento principal causante de la contaminación ambiental. Este compuesto químico acaba oxidando un aminoácido, la tirosina, precisamente el factor que aparece en la formación de las principales proteínas alérgenas de especies como el abedul.
Los motores de gasoil
Otro gran impacto medioambiental que ayuda al aumento de las alergias por contaminación se debe a la combustión de los motores diesel. Sus pequeñísimas partículas de dióxido de carbono son cien veces más que las que producen los motores de gasolina.
Lo peor de la noticia es que ellas son las causantes de otra modificación de la estructura de los pólenes y refuerzan su disposición para la inducción de respuestas alérgicas en personas sensibles. Incluso, llegan a ejercer de medio de transporte para los alérgenos, introduciéndolos más profundamente en las vías respiratorias.
Lo cierto es que se ha podido comprobar que las personas que residen cerca de autovías y autopistas sufren más reacciones alérgicas del aparato respiratorio que los habitantes de otros lugares.
Por si todo esto fuera poco, a los males ya relatados, hemos de sumar la irritación provocada por el propio aire contaminado. La polución acaba afectando a la nariz, la faringe y los pulmones. Con todo está claro que la alergia por contaminación es un hecho contrastado.
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