¿Por qué tiene tanto valor para nosotros un número? ¿Acaso podemos haber subido de peso y estar mejor que al empezar la dieta?
¡Vamos a verlo!
Llega el momento más esperado (y más temido). Después de 15 días siguiendo las indicaciones de nuestra nutricionista debemos subir a la que ya llamamos cariñosamente "máquina infernal" para que, no importa cuál haya sido verdaderamente nuestro comportamiento, con tres o cuatro aparentemente inocentes cifras nos llene de alegría o nos hunda en la miseria.
Hemos aplazado la merienda para después de la consulta, hemos evitado beber agua y hemos ido al baño antes de entrar, nos hemos desprendido de cinturones, collares, relojes, contenido de los bolsillos (las mujeres llevamos cosas en el bolso, pero anda que los hombres en los bolsillos...) y de todo aquello que pueda inducir a la máquina infernal a pensar que no hemos cumplido con nuestras promesas de la consulta anterior... ¡y hemos subido de peso!
Nuestro mundo se derrumba y aparecen los "ya te lo decía yo..." , "siempre me ha costado mucho bajar de peso...", " me viene de familia...", "esto no vale la pena...", "es la menopausia...", "no me lo puedo creer..." y el más repetido "¿Esa máquina está bien? ¡Porque en casa peso menos!". En cuanto puedo meter baza entre esta lluvia de lamentaciones pregunto "Y, ¿cómo te encuentras?"
Se hace un instante de silencio y una gran sonrisa ilumina vuestra cara con un "la verdad es que me encuentro muy bien" y, como si hubiéramos con esa simple pregunta cambiado el chip, ahora todo es positivo: "duermo mejor", "tengo más energía", "se acabó el estreñimiento", "estoy más animada", "este pantalón antes no me abrochaba", "ya no sufro de digestiones pesadas" "me encuentro más ágil",...
¿Qué ha pasado? ¿Puede ser que estemos mejor pero hayamos subido de peso?
¡Claro que sí! Y las razones pueden ser varias:
Grasa
Sí, no me he vuelto loca... puede haber aumentado la grasa y que nos encontremos mejor, dejad que me explique. Esto ocurre cuando tenemos nuestro cuerpo acostumbrado a dietas hipocalóricas, por eso lo veo más frecuentemente en mujeres que en hombres. Como la única forma que se nos ocurría y veíamos "lógica" para bajar de peso era comer menos, sometimos a nuestro organismo a un estado de carencias que lo indujo a ahorrar energía (disminuyendo el metabolismo) y a acumularla en forma de grasas.
¿Qué ocurre cuando empezamos a hacer cinco comidas al día equilibradas cuantitativa y cualitativamente? Nuestro cuerpo no "sabe" que esta va a ser nuestra pauta a partir de ahora, y dado que lo hemos programado con dietas absurdas para ahorrar y guardar frente a previsibles períodos de carencias, es eso lo que hará: acumular grasa.
Pero nuestro organismo y sus mecanismos de autorregulación son increíbles; pronto se dará cuenta de que no es necesario este ahorro y dejará de ser tacaño a la hora de gastar energía. Se optimizará entonces la quema de grasas para obtener dicha energía, con las evidentes consecuencias de que adelgazaremos y además nos sentiremos mucho más activos.
Glucógeno
Cuando ingerimos hidratos de carbono (recuerda que aunque restrinjas harinas y azúcares, sigues tomando hidratos de carbono en frutas lácteos y verduras), de la glucosa que no se utiliza inmediatamente, una parte se acumula en forma de glucógeno en los músculos por si necesitamos energía de inmediato y el resto se transforma y almacena como grasa.
Cuando venimos de una situación como la anterior, de sucesivas dietas hipocalóricas seguidas del inevitable efecto rebote, el organismo ha perdido la capacidad de almacenar mucho glucógeno en los músculos, pues encuentra prioritario protegerse guardándolo en forma de grasa. Cuando nuestra alimentación mejora, recupera esta capacidad y, al aumentar el almacenaje de glucógeno, los músculos pesarán más, con la gran ventaja de que un esfuerzo físico repentino (como echar una carrerita cuando el niño se nos escapa de la mano) no nos llevará a un rápido agotamiento como nos pasaba antes. Otra gran ventaja es que quedará menos glucosa que convertir en grasa ;)
Órganos
Aunque parezca raro, parte de éste para nosotros incomprensible aumento de peso puede ser debido a que nuestros órganos empiezan a regenerarse y mejorar a la vez que suministramos a nuestro cuerpo las calorías y nutrientes que necesita. Especial importancia tiene por ejemplo este efecto en el timo, órgano del sistema linfático estrechamente ligado a la respuesta inmunitaria. Cuando nos sometemos a dietas hipocalóricas, esta glándula reduce su tamaño y su actividad haciéndonos más susceptibles a infecciones, enfermedades autoinmunes, intolerancias alimentarias, etc.
Músculo
Es la parte más fácil de comprender. Todos los tejidos se reconstruyen y mejoran con una alimentación adecuada y lo mismo ocurre con los músculos. Si además lo ayudamos con algo de ejercicio físico de tonificación, incrementaremos los beneficios.
Esta es la razón de que la ropa nos quede mas holgada y bajemos tallas aunque la bajada de peso en la báscula no parezca ir a la par porque, como ya vimos aquí, 1 kg de grasa ocupa más volumen que 1 kg de músculo y , a igualdad de peso o incluso con más peso, podemos estar mucho mejor si aumenta la proporción de masa magra de nuestro cuerpo.
¿Importa lo que diga la báscula?
Debemos entonces perder el miedo a una máquina tan pequeña. No dejes que ella ni sus veredictos influyan en tu ánimo a la hora de luchar por tus objetivos, sobre todo en las fases tempranas de la dieta, donde tu cuerpo se está acostumbrando a una nueva y mejor forma de comer. Súbete a ella sin miedo, que juntos analizaremos los resultados y los enfrentaremos a los otros signos de que algo bueno está pasando: alegría, energía y agilidad renovadas sí que nos indicarán que estamos en el camino correcto y que, antes o después, llegaremos a la meta.
Cuéntame, ¿te angustia pesarte?
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