Estar en silencio es mucho más que no emitir palabras o sonidos. Esta es la primera enseñanza que saqué de mi retiro de silencio al final de un curso de Mindfulness que hice hace algunos meses. Cuando no emito palabras, es cuando empieza la juerga, porque adivina ¿qué? es cuando escuchas el parloteo que te traes contigo misma y puede ser realmente ….¿cómo decirlo sin autoinsultarme? Pues…hilarante.
Yo, como casi todos, no soy conscientes del diálogo interno que se pone en marcha desde por la mañana hasta por la noche e incluso durmiendo (en forma de imágenes) y que si escucho atentamente me da taaaaaaanta información sobre mí. De verdad, no necesitaríamos ni psicólogos, ni terapeutas, ni siquiera irnos de compras compulsivamente si prestáramos atención a ese ruido…pero eso solo puede ocurrir cuando apagas la banda sonora de tus palabras.
Lo primero que pasa es que te cabreas. Te parece que no tiene ningún sentido y sobre todo que no vas a obtener ningún beneficio de no hablar durante unos días. Hay momentos de aburrimiento y también de confusión, pero llega un punto en que puedes escuchar cómo formulas todo eso mentalmente. “Qué co…hago yo aquí calladita, dándole vueltas a la cabeza…no me gusta que me obliguen a callarme…si por esta chorrada he pagado, bien me lo podía haber ahorrado y estar en mi casa callada…total con apagar el móvil una mañana, hago lo mismo….RESUMEN: queja, resistencia, victimismo, prepotencia, cerrazón ante la nueva experiencia. ¿Hago esto con todo? Me pregunto….
Una vez pasada esa primera etapa, entran en juego otros pensamientos, que son palabras mudas que siguen estando ahí entrelazándose para hablarnos…prestar atención a esos pensamientos y a cómo los estamos formulando mentalmente, constituyen otra experiencia en sí…aquí me fui a preocupaciones, asuntos de interés, proyectos e ideas, trufados con ideas banales como: no me he depilado, esa de ahí qué mona va, o quiero hacer un viaje a Kenia. RESUMEN: Si ves un patrón de pensamiento te das cuenta de las cosas que realmente ocupan tu vida y es posible que seas incluso capaz de valorar si quieres que sean ESAS las que la ocupen, o prefieres cambiarlas por otras…fíjate, todo esto descubro cuando estoy en silencio; que no me gustan las cosas que ocupan mi vida…
Entonces empiezas a proyectarte en las que te gustaría que la ocuparan y comienzas a hacer planes…Otra vez el maldito parloteo….
Eso no es silencio, me digo algo disgustada…(y veo que me estoy juzgando de nuevo).
Pasadas unas horas, la mente está cansada de que la observe y de que no me inmiscuya tanto como suelo hacer, en el intercambio de ideas y empieza a sobrevenirme una cierta calma…escucho mi oído interno que genera un pitido agudo para el que hay que estar preparada pues parece un sonido primal…algo de otro mundo.
Comienza la verdadera experiencia de no desear nada, no pensar nada, no decir nada, no escuchar nada, un velo de luz interna me reafirma en que todo está PERFECTO tal y como está…nada que hacer, todo en su lugar. Felicidad suprema. Lo recomiendo fervientemente. Un retiro de silencio es el comienzo de RECONECTARTE a la vida.
¿Has asistido alguna vez a un retiro de silencio? Déjame debajo tu experiencia.
Comparte este post con tus amigas y ayúdame a que llegue a mucha gente, gracias.
El post Mi retiro de silencio es original de Comienzo Hoy.