La maternidad lleva a muchas mujeres a situaciones de mucha tensión y estrés, el aumento de tareas, la presión social sobre nuestro papel como madres y trabajadoras, los sentimientos de culpa por creer que no dedicamos tiempo suficiente a nuestros hijos... Todo esto termina repercutiendo en nuestra salud, porque las últimas en nuestra lista de prioridades, somos nosotras. "Dejar a nuestros hijos con otra persona para ir al gimnasio, nos parece un lujo". "Comer un medio plato y un café en 15 minutos antes de recoger a los niños, es más que suficiente, además nos viene bien para perder lo que cogimos en el embarazo". Y así suma y sigue...
Hasta que un día nos miramos en el espejo, dobladas por un dolor de espalda nuevo, y vemos a una mujer con ojeras hasta los pies, sin brillo en la piel, con el pelo como una escoba vieja y las uñas a ras de los dedos porque se nos han partido todas. Ese día nos damos cuenta de que la salud también es importante. Éste es el primer paso, reconocer el problema. A partir de aquí, solemos cometer ciertos errores, como marcarnos objetivos demasiado grandes o querer atacar varios frentes al mismo tiempo. Hace unos meses, me encontraba justo en este punto, cuando decidí poner en marcha un plan, siguiendo los consejos de Marcos Álvarez, en su libro Búscate la Vida.
Mi esquema es el siguiente:
- objetivos,
- temporalidad,
- hábitos.
Primero nos marcamos un objetivo general, mejorar nuestro estado de salud. Este objetivo es muy amplio así que es necesario dividirlo en varios más pequeños: Mantenernos en forma, cuidar la alimentación y mejorar nuestro aspecto. Cada objetivo a su vez, debemos acompañarlo de las diferentes acciones que estamos dispuestas a llevar a cabo para alcanzarlos. Por ejemplo, para mantenernos en forma, vamos a ir al gimnasio y vamos a salir a andar.
Pero los objetivos y las acciones para alcanzarlos, pueden difuminarse en el tiempo si no nos marcamos una fecha límite para lograrlo. De ahí la importancia de la temporalidad. Vamos a mejorar nuestro estado de salud en un año. Para mantenernos en forma, vamos a ir al gimnasio dos veces a la semana y vamos a salir a andar todos los domingos. Esto empieza a tomar forma, pero sigue sin ser suficiente, nos queda lo más importante: hacer hábito.
Las acciones no nos llevan al objetivo hasta que las convertimos en hábitos. Según William James, uno de los padres de la psicología moderna y autor del artículo Habit, una acción se convierte en hábito después de repetirla durante 21 días. Pero no solo eso, sino que además, debemos tener determinación, disciplina, motivación e iniciativa. Vamos a comprometernos con el objetivo, pensemos en los beneficios de alcanzarlo y usemos esa información para mantener la motivación. Contemos a los demás nuestras intenciones de mejora y sintamos también el compromiso con nuestro entorno.
Yo ya tengo en marcha mi plan y cada hábito lo iré compartiendo con vosotras a través del blog, para aumentar mi compromiso :) Este mes voy a comer dos piezas de fruta cada día, después de cada comida, sin excusas (lo de comer medio plato y un café, no era un ejemplo inventado). Iré etiquetando mis avances en Instagram con el hastag #mihabitosaludable y os animo a que participéis. Quién se apunta al reto?
Cuáles son vuestros hábitos saludables?
Un abrazo y feliz fin de semana!
Fotos: Sara González Carrasco