En el blog de hoy vamos a hablar sobre la hipocondría, y para ello, debemos de plantearnos algunas preguntas antes de entrar directamente en materia: ¿tiene miedo a las enfermedades? ¿ha tenido miedo a morir por alguna enfermedad? ¿Le han preocupado en exceso algunos síntomas físicos que ha asociado con una enfermedad?
Si la respuesta es “sí” a algunas de esas preguntas, entonces está en el sitio adecuado, ya que a continuación, vamos a introducir aspectos muy interesantes sobre la hipocondría.
¿Qué es la hipocondría?
Cuando hacemos uso del término hipocondría, hablamos de una preocupación, miedo o convicción excesiva y constante de que padecemos una enfermedad. Es normal que, cuando nos encontramos mal o tenemos algunos síntomas físicos que nos incomodan, nos preocupemos por nuestro estado de salud. Por lo que, la línea que nos ayuda a diferenciar la hipocondría de una preocupación “normal” o “ajustada” sería precisamente la frecuencia, intensidad y duración de estas preocupaciones, así como si realmente corresponden a un problema de salud real, o estamos reaccionando ante cualquier estímulo físico.Cuando padecemos hipocondría, se dice que los síntomas que sentimos son provocados por nuestra mente, es decir, que no son síntomas físicos u orgánicos, si no lo que conocemos como síntomas psicosomáticos (provocados por nuestros pensamientos, estado emocional, conductas, etc.) Esto es debido a un estado de hipervigilancia a las sensaciones y molestias que tenemos en nuestro cuerpo.
Los síntomas pueden llegar a ser muy diversos: palpitaciones, mareos, falta de aire, entumecimiento de las extremidades, pinchazos, dolores y calambres, molestias estomacales, etc. La lista de síntomas es enorme, y entre más miedo y preocupación tengamos, más se desarrollarán dichos síntomas en nuestro cuerpo.
Pero, si los síntomas son provocados por nuestra mente ¿significa eso que son imaginarios? No. Que los síntomas sean psicosomáticos no implican que sean imaginarios y que realmente no estén ocurriendo. Se sienten realmente, producen un nivel de malestar elevado en muchas ocasiones y pueden llegar a ser difíciles de gestionar debido a esto.
La hipocondría siempre ha estado presente en el ámbito de la psicología, recogida como un problema de salud mental que puede llegar a tener un impacto significativo en el bienestar de las personas que la padecen. Recientemente, debido a la situación vivida por el COVID-19, la hipocondría ha estado muy presente en las consultas, debido a toda la sobreinformación y atención que le hemos puesto a nuestros síntomas y toda la preocupación que había relacionada con la situación de pandemia.
¿Cómo sé si sufro de hipocondría?
Las principales señales que nos indican que padecemos de hipocondría son las siguientes:Miedo y preocupación, excesiva y frecuente, a estar enfermo
Suele ponerse en la peor situación imaginable respecto a su estado de salud
Escuchar sobre enfermedades o problemas de salud grave suele ponerle nervioso/a, o incluso genera dichos síntomas
Suele buscar en internet información sobre sus síntomas
Presta mucha atención a su cuerpo, autoexaminando los síntomas que siente o teme sentir
Vas mucho al médico por la preocupación, o no vas nunca por el miedo a tener algún problema grave
Puede llegar a poner en duda a su médico y su diagnóstico, o teme que no haya explorado lo suficiente sus síntomas y posibilidades
Padece de estrés o ansiedad
¿Por qué soy hipocondríaco?
Si ha llegado hasta aquí leyendo, quizá cumpla algunos de los puntos mencionados en el apartado anterior, o quizá solo tenga curiosidad; pero supongamos lo primero, quizá se esté preguntando ¿por qué padezco hipocondría? Veamos cómo funciona:Muchas personas que padecen hipocondría señalan a “su cuerpo” como el problema, porque es el que reacciona de forma desajustada y desadaptativa. Sin embargo, ¿cuál suele ser el motivo por el cual no podemos desprendernos de la tan molesta hipocondría? La respuesta suele estar en la ansiedad.
La hipocondría puede producirnos ansiedad, y la ansiedad puede provocarnos hipocondría, al final, la relación entre ambas es estrecha, ya que la principal característica de la ansiedad es la preocupación o miedo extrema. A día de hoy se recogen dos trastornos de ansiedad relacionada con el concepto de hipocondría: (1) Trastorno de ansiedad por enfermedad y (2) Trastorno de ansiedad por síntomas somáticos.
La propia ansiedad produce síntomas que son reales y muy molestos como: la falta de aire, mareos, taquicardia, sudoración excesiva, entumecimiento, problemas digestivos, etc. Lo cual nos puede llegar a hacer estar muy preocupados por nuestra salud, que, a su vez, producirá aún más ansiedad debido a dicha preocupación.
Sin embargo, las personas que sufren los puntos que se han mencionado en el apartado de “cómo saber si somos hipocondríacos”, las personas suelen relacionar dichos puntos con un problema de salud, y no con un cuadro de ansiedad. Muchas veces, detrás de este problema existe un miedo terrible a la muerte o a alguna enfermedad concreta, debido a experiencias, traumas o a mensajes aprendidos por nuestras creencias o formas de pensar (catastrofismo, pesimismo, pensamiento polarizado, etc.)
Consejos que nos pueden ayudar
Muchas veces, con saber que tenemos hipocondría no será suficiente para superar la preocupación, el miedo o las reacciones psicosomáticas que tenemos en nuestro cuerpo. Para ello, tratar estos síntomas con un profesional y realizar psicoterapia suele ser el mejor tratamiento posible. Veamos algunas recomendaciones o consejos que podemos seguir para mejorar:Aprender a reconocer nuestras sensaciones corporales y aceptarlas, para no relacionarlas con los pensamientos más catastrofistas
Identificar y gestionar los pensamientos intrusivos que tratan de que se focalice en las sensaciones físicas
Dar tiempo al miedo, no tratar de forzar a que se vaya o desaparezca, centrarse en el “aquí y ahora” y lo que puede controlar ahora; respirar y tener paciencia
Si centra toda su atención en las partes del cuerpo en las que tiene sensaciones, estará destinado hacer dichas sensaciones más intensas, y generar más pensamientos y/o preocupaciones
Trata de no hablar constantemente de enfermedades, ni de realizar búsquedas de comprobación en internet
No avergonzarse y hablar de lo que siente y de lo que le ocurre para validar sus sensaciones y emociones
Realizar actividades gratificantes en su día a día; “tomar las riendas de nuestra vida”
Acudir a un profesional para trabajar el origen y mantenimiento del problema