El agua es el principal componente del cuerpo humano y está presente en un 60 por ciento del peso corporal (un 80 por ciento en el caso de los recién nacidos), por lo que mantener la hidratación es fundamental para evitar efectos perjudiciales en la salud (puede causar la muerte si perdemos entre un 8-10 por ciento de líquido).
Recientemente se ha celebrado en Madrid I Congreso Internacional y III Nacional de Hidratación, donde se han presentado ponencias entre las cuales destacan aquellas cuyo objetivo es conocer cómo afecta la deshidratación a las funciones cognitivas.
Os dejo algunas de las conclusiones, muy interesantes:
Tras ocho horas de sueño podemos perder un 1 o 2 por ciento de líquido que, si no se repone al despertar, puede afectarnos "a la memoria, a la capacidad intelectual, sufrir falta de concentración, cansancio, riesgo de accidentes laborales y dolores de cabeza".
Esto afecta en especial a las personas que no siguen las recomendaciones de ingesta diaria de líquidos(2 litros para las mujeres y 2,5 litros para los hombres). También el agua afecta al estado anímico, sobre todo a los sectores más frágiles: niños y ancianos.
Los niños son otro grupo de riesgo, en especial si pierden líquido por vómitos y diarreas.
Es aconsejable que de los 2-2,5 litros de líquido diarios un 80 por ciento debe proceder de bebidas y el otro 20 por ciento de los alimentos, en especial las frutas.
Una orina concentrada y oscura es la muestra de que tenemos bajo el nivel de hidratación, mientras que una orina casi transparente es señal de sobrehidratación, que tampoco es aconsejable. "Hay que tomar 200 o 300 mililitros de líquido a la hora u ocho raciones al día.
Todas las bebidas hidratan, excepto las alcohólicas". Refrescos, infusiones, caldos, leche? contribuyen a la hidratación "pero no son indispensables" como lo es el agua.
En caso de actividad física intensa o de enfermedad es conveniente reforzar con bebidas que favorezcan la reposición de electrolitos.
A mi, la verdad es que me cuesta bastante beber agua "sola" en invierno. Simplemente no me apetece. Por eso me hago bastantes infusiones: café por la mañana, té a primera hora de la tarde, y menta o melissa, por la noche, para que no me quite el sueño.
Y caldos de verdura, que recién hechos están buenísimos.