Este es un post que escribí para la web de la farmacia de unos buenos amigos con los que colaboro www.miboticaria.esy que me parece interesante en esta época de pre-vacaciones.
El pasado verano un amigo me comentó, hablando de sus vacaciones en la playa, que habían tenido que ir a urgencias con su hijo de 12 años a causa de un (aparentemente inocente) tatuaje de Henna.
Habían accedido a que el niño se hiciera el tatuaje porque, después de todo era algo que, en principio, tan sólo duraba unos días. El niño y los padres tan contentos, hasta que empezó a dar problemas. La piel sobre la que se había hecho el tatuaje empezaba a picar, enrojecerse e inflamarse. Y es que los tatuajes realizados con henna negra son capaces de desencadenar reacciones alérgicas cutáneas graves y sensibilizaciones permanentes.
La henna es un pigmento natural obtenido de la planta Lawsonia inermis que deja la piel teñida de un color marrón rojizo y que se elimina al cabo de dos o tres semanas con el lavado sucesivo. La henna natural se utiliza desde hace siglos de manera habitual en países musulmanes e hindúes con fines cosméticos. Muy rara vez ha ocasionado reacciones adversas. Pero la henna negra permite dibujar la piel con un trazo más parecido al de los tatuajes permanentes, porque, como su nombre indica, es más oscura. De ahí su éxito en las playas, sobre todo entre los niños. Además, dura más días y es más fácil de aplicar.
La henna negra es un producto ilegal. No se comercializa en tiendas de cosmética, herbolarios ni en farmacias u otros establecimientos, porque su uso no está autorizado. El proceso de elaboración no está claro, y se desconoce la composición exacta de cada preparado particular, con lo cual se infringen las normas relativas a cosméticos. Para conseguir estos efectos se añaden a la henna natural varios colorantes. Y ahí radica el problema. Entre ellos, se encuentra la parafenilendiamina o PPD.
En la henna negra la concentración de PPD sube hasta llegar al 15%, lo que puede provocar desde eccemas leves con picor, hinchazón y quemazón hasta vesículas o ampollas.
En el peor de los casos la persona tatuada con un dibujo de henna puede quedar sensibilizada a esta sustancia de por vida y presentar reacciones alérgicas por interacción con medicamentos antimicrobianos (sulfamidas), antihistamínicos, algunos anestésicos locales (como la benzocaína que usan los dentistas), e incluso un ingrediente de los protectores solares, el ácido paraaminobenzoico (PABA).
No se trata de ser alarmista, pero tampoco conviene tomárselo a la ligera. Las reacciones alérgicas pueden suponer un compromiso vital en según qué casos, con lo que es mejor asegurarse de que la henna con la que uno se tatúa es realmente natural. O, simplemente, optar por otras formas de decoración personal veraniega.