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Existen dos tipos de deshidratación: por un lado tenemos la deshidratación leve o moderada, y si no hacemos nada para hidratarnos, podemos llegar al estado de la deshidratación grave. En todo caso, en cuanto notemos los primeros síntomas de deshidratación, debemos hacer todo lo posible para combatirla, bebiendo todo el agua que necesitemos y volviendo a restablecer los niveles normales de hidratación en nuestro cuerpo.
A la hora de mantener un estilo de vida saludable, el agua cumple un papel esencial en el día a día: puede que no seamos capaces de beber dos litros de agua al día, pero sí que debemos beber todo el agua posible, para sentirnos bien y estar sanos.
Síntomas de la deshidratación leve
No es algo deseable, pero por muchas causas, todos hemos llegado alguna vez a este estado de deshidratación: ya sea porque se nos ha olvidado beber agua, porque hemos estado enfermos, o porque no hemos tenido acceso a líquidos en un período prolongado de tiempo mientras manteníamos una actividad física. Pero ¿cómo sabes si sufres una deshidratación leve?
Uno de los primeros síntomas de la deshidratación es la sed. Esto puede parecer algo básico, pero nuestro cuerpo funciona así de bien, dando las señales necesarias para que actuemos en consecuencia. La sed es la manera que tiene nuestro organismo de indicarnos que nos hace falta agua. Es algo instintivo, así que cuando notes este primer síntoma, tómate un buen vaso de agua.
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Otro de los síntomas de la deshidratación es la sensación de tener la boca pegajosa, o pastosa. La falta de agua se va notando en algunas partes de nuestro cuerpo y, principalmente, en nuestra boca y nuestros labios.
Los síntomas de la deshidratación también los notamos a la hora de ir al baño. Y es que si estás deshidratado, probablemente no irás al baño con demasiada frecuencia, porque no tendrás demasiadas ganas de orinar, o lo harás muy poco. Además, cuando lo hagas, notarás que tu orina es de un color amarillo más oscuro de lo habitual.
Otro síntoma habitual de la deshidratación leve es que nuestra piel también estará seca. Poco a poco, iremos notando esa falta de líquidos tanto dentro de nuestro cuerpo, como fuera. Y la piel, que está expuesta a factores externos, también sufre su parte. Hay que estar atento, porque si notas tu piel seca y fría y notas algún otro síntoma de esta lista, es que necesitas beber agua casi de forma inmediata.
El resto del cuerpo también irá notando cómo te está faltando el agua y te lo demostrará en forma de calambres o incluso dolor de cabeza. El dolor de cabeza puede llegar de forma intermitente, así que es posible que no llegues a asociarlo con la deshidratación si no tienes algún otro síntoma.
Por otro lado, los calambres pueden darse en cualquier parte del cuerpo, aunque son más frecuentes en las piernas. Así que si tienes más de un síntoma de esta lista, lo mejor es que pongas remedio cuanto antes a la deshidratación para evitar mayores daños en tu cuerpo.
Síntomas de la deshidratación grave
Si no tratas inmediatamente la deshidratación, los síntomas se irán agravando, por lo que es recomendable que bebas agua y te rehidrates lo más pronto posible. Si no, seguramente irás notando, además de los síntomas de la deshidratación que ya hemos mencionado anteriormente, otros que son de mucha más gravedad.
Igual que dijimos que notarás tu orina de un amarillo más oscuro, cuando la deshidratación empeora, tu orina será cada vez más oscura. Como tus riñones empezarán a no funcionar del todo bien, tu orina podría llegar al color ámbar o más oscuro, o incluso puede que dejes de orinar, porque tu cuerpo ya no tiene más líquidos que eliminar.
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Si con la deshidratación leve, la piel estaba más seca y fría, cuando se llega a la fase de la deshidratación grave, podría incluso arrugarse. Es similar a cuando hace mucho frío en invierno y la piel de las manos se arruga. También se puede notar en los ojos, pues verás cómo tienen los ojos más hundidos, debido a que la piel de la cara también se llega a arrugar.
Los síntomas de la deshidratación grave ya son mucho más alarmantes y es por eso por lo que hay que tener especial cuidado. La deshidratación puede influir en el estado de ánimo y puede provocar que la persona deshidratada sienta cierta apatía, mal humor, o incluso estar irritable y confuso.
En las etapas más graves de la deshidratación, si no se ha podido beber agua inmediatamente, el estado de la persona puede llegar a un punto en el que sufra delirios o caiga inconsciente. En este estado, el cuerpo necesita de forma urgente hidratarse y si no se toman líquidos, puede que los delirios mantengan a la persona en un estado de confusión durante un largo período de tiempo, acompañado de mareos o de aturdimiento.
A todo esto, hay que acompañar otros síntomas que también son preocupantes: el ritmo cardíaco se acelera y notaremos cómo los latidos del corazón van a una velocidad muy intensa. También afectará al sistema respiratorio, y nuestra respiración se acelerará.
Hay que cuidarse todos los días para no llegar a este punto, en el que el organismo empieza a fallar y se puede producir un shock. Lo más sano es que nos vayamos hidratando poco a poco, a lo largo del día. No solo a base de agua, sino también hay otros alimentos con mucho líquido, como las frutas. Por muy poquita cosa que parezca, cada gesto cuenta para mantener un estilo de vida saludable y sentirnos sanos.
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