La melanina no es exclusiva de los humanos: está en la mayoría de seres vivos. Algunos animales pueden camuflarse cambiando su color y las plantas exhiben sus tonos gracias a ella. Se trata de un pigmento derivado de la tirosina, un aminoácido indispensable para que todo nuestro organismo funcione correctamente. En nuestra piel se fabrica en los melanocitos, unas células de la epidermis, y en la raíz del pelo que cubre nuestro cuerpo. Es la que confiere los tonos marrones y rojizos de la piel y el cabello. Pero la función principal de la melanina es defendernos de los efectos perjudiciales de la radiación ultravioleta.
La luz ultravioleta es la que estimula la producción de melanina, que "neutraliza" los rayos UV porque los absorbe y los emite después a distintas longitudes de onda.
Las células que fabrican melanina, los melanocitos, están en contacto con los queratinocitos, las células más abundantes en la superficie de la epidermis, a través de los cuales les ceden partículas del pigmento almacenadas en unas microscópicas bolsitas llamadas melanosomas. Desde los melanosomas, las partículas de melanina colorean de oscuro la piel.
Cuantos más melanosomas alcanzan a los queranocitos de la superficie, más se oscurece la piel. La parte interna de los antebrazos y las piernas es más clara que la cara o el escote porque en esas zonas hay menos melanocitos fabricando melanina.
Nuestra piel fabrica dos tipos distintos de melanina. Las personas de piel clara y las pelirrojas fabrican más feomelanina (es la que da el color rosado a diferentes partes del organismo, como los labios) y las morenas y de raza negra, más eumelanina. La eumelanina absorbe al máximo las radiaciones ultravioletas y por ello se considera un fotoprotector natural. Es decir, que la pigmentación oscura de la piel permite que ésta esté protegida.
En cambio, la feomelanina actúa como fotosensiblizador, lo que hace que la piel sea más sensible a la luz solar, lo que es necesario para, por ejemplo, sintetizar la vitamina D. Si nos bronceamos al sol, la eumelanina oscurece nuestra piel; si dejamos de tomar el sol, la feomelanina aumenta su proporción y perdemos el color moreno.
La radiación solar actúa de diferente forma sobre nuestra piel, en función de la intensidad de ésta. Así distinguimos entre rayos UVA (Ultra violeta de tipo A) y UVB.
Los UVA, no penetran profundamente en la piel, estos son los que broncean. Los UVB, tienen una mayor capacidad de penetrar en la piel aunque tienen la capacidad de estimular los melanocitos para producir melanina, aunque al ser más profundos son los que pueden provocar las quemaduras.
Este es uno de los motivos en los que las primeras 24 horas son las más peligrosas, ya que las células no han tenido tiempo de producir toda la melanina.
En algunos casos se dan alteraciones en el contenido de melanina en la piel. Este es el caso del albinismo donde una alteración genética produce ausencia de melanina.
Algunas veces se producen reacciones alérgicas a los rayos solares, provocando reacciones dermatológicas tipo urticaria.
Estas alergias suelen ser reversibles, aunque se ha utilizar un filtro solar de protección total, si se va a estar expuesto al sol.
Fuente: El blog de la piel sana