Casi la mitad de los españoles reconoce no consumir la cantidad de líquido necesaria durante su jornada laboral. La ingesta diaria recomendada es de 2 a 2,5 litros de líquido, incluyendo variedad de bebidas como agua, refrescos, zumos, infusiones, etcétera. Puesto que pasamos más de ocho horas de media en nuestro puesto de trabajo, durante ese periodo de tiempo deberíamos beber cerca de 1,3 litros de líquido. Sin embargo, el estrés y la ocupación intensiva del trabajo cotidiano hacen que en muchos casos no se sigan estas pautas de hidratación recomendadas.
Junto con un aporte hídrico adecuado, en esta época de vuelta a las obligaciones que requieren esfuerzo físico o intelectual, se ha demostrado científicamente que la combinación de glucosa y cafeína tiene efectos beneficiosos en la mejora del rendimiento cognitivo, sobre todo en relación a tareas como la atención y la reacción secuencial, que revierten de manera positiva en los procesos de aprendizaje y memoria verbal. La asociación de estos ingredientes optimiza las funciones neuronales y, en general, mejora la eficiencia de las áreas cerebrales.
Las bebidas que combinan azúcares y cierta cantidad de cafeína, como los refrescos, son aliadas para la vuelta al trabajo o a los estudios. Todo ello, unido a una alimentación equilibrada y variada en la que se incluya una adecuada hidratación, así como la práctica de ejercicio físico moderado, completan las recomendaciones de los expertos para este regreso a la rutina que tanto nos cuesta afrontar cada nuevo curso.
Hay que beber de forma periódica, sin esperar a tener sed, ya que esta sensación aparece cuando ya se han perdido líquidos, es decir, existe una cierta deshidratación, y con ella, una disminución del rendimiento intelectual y cognitivo. De hecho, un mínimo desequilibrio hídrico puede desencadenar efectos negativos en el rendimiento mental:
Con pérdidas del 1% aumentan los tiempos de reacción y disminuye la memoria.
A partir del 2% se producen pérdidas momentáneas de memoria y disminuye significativamente la atención, así como las respuestas reflejas, el equilibrio psicomotriz y la coordinación visual y motora.
Si se pierden más del 3% de los líquidos corporales, pueden aparecer fuertes dolores de cabeza, así como alteraciones en la destreza y orientación.
Para pérdidas superiores al 6% del volumen hídrico corporal es frecuente que se registren delirios y/o alucinaciones, al tiempo que disminuye de manera drástica la memoria a corto plazo y la capacidad de concentración.