Si así lo sientes y tienes ganas de adentrarte en conceptos psicológicos profundos, ¡sigue leyendo!
La rabia es una emoción básica y su cometido es ayudar a defendernos. Es altamente adaptativa en situaciones en las que se da una situación injusta y nos ofrece esa fuerza y garra que nos permite movilizarnos, defendernos y evitar que se dé de forma continuada esa situación que vulnera nuestros derechos.
Indicadores de que tu rabia es desadaptativa
Pero, ¿qué ocurre cuando la rabia que sientes es injustificada? El enfado es desadaptativo cuando deja de proteger a la persona del daño y la violación. Haz un repaso:
-Te despiertan rabia diferentes personas y situaciones del día a día que antes no solían y que carecen de un motivo de peso para que así sea.
-Adoptas una actitud defensiva ante comentarios que no pretenden ser hirientes.
-Defiendes con excesiva pasión tus argumentos en diferentes contextos, hasta el punto de rozar la comunicación agresiva.
-Sientes deseos de castigar a personas de tu entorno inmediato para aliviar esa tensión pero al poco, te das cuenta que no hay razones para hacerlo.
-Te quejas constantemente de las situaciones y de la forma de actuar de las personas.
Si te sientes identificado, tal vez, esa rabia que estés experimentando sea perjudicial y te esté lastimando.
Lo que no debes hacer
Puedes esforzarte en no mostrarte tan exaltado o agresivo con los demás, pero aunque a nivel social lo tengas todo más o menos controlado, en tu interior, esa emoción seguirá regocijándose hasta desgastarte.
Las emociones enterradas son aquellas que en su día no fueron resueltas, ya que no se acogieron, ni expresaron de forma adecuada.
Por esta razón, aparecen en el presente a través de estímulos que no la provocan pero que, usamos para vehiculizar aquello que llevamos dentro.
Como la rabia es molesta, probablemente pretendas sacártela de encima lo antes posible. Pero por más que la ignores, esa ira que te invade, en ningún caso desaparecerá. Puede que temporalmente te sirva aferrarte a una coartada y así tener motivos para sentirla. Pero si no resuelves el conflicto originario que la provocó, te seguirá estorbando y aunque los más escépticos lo duden, hasta puede llegar a repercutirte a nivel físico.
¿Qué te ocurre?
A pesar de que lo que te sucede requiera de un trabajo terapéutico complejo, te dejo ideas para que puedas detectar dónde puede ubicarse la raíz del problema:
-¿Hay algo en tu historia de vida que viviste como tremendamente injusto?
Recuerda, que lo sintieras así no siempre implica que lo fuera. Recupera ese capítulo, quizás aún tengas esa herida sin cicatrizar y no hayas reconocido tu necesidad no satisfecha del pasado y aún estés enfadado por ello.
-¿Hay algo en tu vida que no marcha cómo desearías?
Quizás estés profundamente frustrado y enfadado contigo mismo. Muy probablemente sea porque en el fondo, eres consciente de que no estás haciendo aquello que desearías por tus miedos, que por el momento, no te ves capaz de superar.
-¿No estás respetando tu espacio personal y cedes a las consignas de los demás por evitar sentirte culpable?
La culpa es rabia reprimida. Pregúntate qué ocurriría si expresaras la rabia hacia aquellas personas que realmente la provocan. El enfado podría hacerte romper esquemas y dejar de actuar como se espera de ti. Pero como no te sientes preparado, no te queda otra que dirigir tu rabia hacia escenas que no la han motivado pero cuyo riesgo al ser desmontadas no es tan alto como la de la situación origen.
Es más fácil enfadarte por tu bajo sueldo, por tus amigos poco comprometidos y por los comentarios estúpidos de tus compañeros que con tu padre, que siempre ha dictado los pasos que debías seguir en tu vida y así lo has asumido.
-¿Estás seguro que lo que sientes de base no es un gran dolor?
A menudo, la tristeza que nos provoca el no poder satisfacer nuestras necesidades afectivas, la ocultamos bajo el enfado. Pensamos que así tendremos más probabilidades de conseguir aquello que anhelamos, además de sentirnos falsamente más fuertes que cuando lloramos de tristeza.
Puede que estés dolido por la falta de apoyo de tu pareja y tu reacción sea castigarle, intentando aleccionarle y tratándole de un modo similar al que sientes que te ha tratado a ti.
La respuesta la tienes tú.
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