Si la meditación la realizas de forma grupal, poneros en círculo. pero de espaldas entre vosotros, así notaréis la incomodidad que puede producir ese cierre al perdón, y con él, al amor. Lucía Ratera
Iniciamos la meditación con una relajación inicial, tras la que nos centramos únicamente en la respiración. Trae ahora a tu mente a alguien con quien guardes resentimiento, piensa por un pequeño instante en el hecho que ha provocado resentimiento… ¿Qué notas? Se encoge el estómago, se cierran los pulmones, tal vez la rabia te inunde, quizás notes luz roja en el alma, en todo el cuerpo…, irascible, atacante, orgullosa, cerrada, robada la capacidad de comprensión… Vamos a cambiar esos sentimientos que no aportan nada bueno, ni al cuerpo, ni a la mente, ni al alma.
La luz roja, agresiva si la sientes en el estómago, tal vez el hígado, transmútala a amarilla, un amarillo cálido, suave, que te acaricia… Acompaña la luz a la respiración por aquellas partes de tu cuerpo donde sientas que se cerraron, que te asfixian. Si sientes el corazón en un puño, si te falta el aire, envía luz verde a la zona, es reconfortante, te cubre y relaja tu angustia, tu rabia… respira suavemente… céntrate en la luz verde y en tu respiración… Concédete el tiempo que necesites hasta sentirte en paz.
El cuerpo ya lo hemos reequilibrado, ahora veamos que ocurre con la mente; ¿cómo perdonar? ¿cómo liberarse del resentimiento?
Realiza tres respiraciones profundas, pero antes de tomar el aire piensa en el hecho en sí, en la imagen que guardas del mismo. Ahora inspira, deja que el aire en tu abdomen absorba la imagen “imperdonable” que sientes, expulsa el aire y con él la imagen, a la vez que sientes como se va diluyendo…
Antes de la segunda inspiración profunda piensa en la persona que te produjo la afrenta , ahora inspira profundamente y llévate su rostro de enfado al espirar, a fin de que sólo quede luz, al desdibujarse el rostro, ves al Ser, ves su luz.
Por último, inspira profundamente y ahora ves tu dolor, permite que sea absorbido por el aire que retienes y siente, al espirar, como ese dolor es expulsado y como te has quitado un peso enorme. Te sientes ligero, contento… Imagínate riendo. Disfruta de tu imagen ligera y risueña, intégrala en ti, en tu mente, en tu pensamiento. Cuando estés dispuesto, vuelve a activar lentamente tu cuerpo, manteniendo la sensación de ligereza y felicidad.
Normalmente, los hechos que provocaron resentimientos, no revierten mayor importancia, lo que sí es problema es el resentimiento que guardamos, por ello, disfruta de la sensación de ligereza y descarga por el peso que acabas de quitarte de encima y realiza esta meditación tan a menudo como lo necesites. Los resentimientos son una parte importante de las cargas que llevamos y se reflejan en nuestra salud y estado de ánimo.
¡Disfruta de la libertad que ofrece el perdón!