Durante la menstruación, el revestimiento del útero se separa y es expulsado del cuerpo a través del cuello uterino. En su posición natural, este se abre ligeramente, permitiendo que la sangre menstrual pase a la vagina. Pero hay casos en los que cambia su posición, hacia adelante, hacia atrás o hacia un lado, y eso dificulta la expulsión de la sangre menstrual.
Además si se han formado adherencias, en o cerca del cuello uterino, la abertura puede resultar comprimida. Cuando la sangre trata de pasar a través de esa abertura estrecha, puede provocar un dolor muy fuerte.
Quizás no seamos conscientes de que el cérvix puede resultar dañado fácilmente, no importa que se encuentre protegido dentro de la vagina. Por ejemplo, las relaciones sexuales o el abuso sexual pueden empujar físicamente al cuello uterino y sacarlo de su alineación; cualquier cirugía en la pelvis puede causar adherencias alrededor de este y estrechar su abertura; las enfermedades de transmisión sexual pueden causar inflamación, dolor y conducir a la formación de adhesiones. Incluso las infecciones vaginales menos graves pueden conducir a la formación de adherencias que constriñen el cuello uterino o lo sacan de su alineación.
Hagamos énfasis en el tema de las adherencias del cuello uterino, ya que estas pueden conducir a algo más que dolor durante período. La dispareunia, comúnmente conocido como dolor durante el coito, puede deberse a las adherencias que se forman dentro del sistema reproductivo de la mujer. Las mismas adherencias que contraen el cuello uterino pueden constreñir las paredes vaginales, provocando dolor al estirarse.
El tratamiento convencional para las adherencias implica la cirugía laparoscópica para lisar (quemar) cualquier crecimiento. Sin embargo, pocas mujeres están dispuestas a someterse a la cirugía en un área tan delicada y personal.
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