#1. No desayunar
A pesar de haber escuchado toda nuestra vida lo contrario, desayunar, o por lo menos, hacerlo tan temprano, siempre me ha parecido antinatural.Hay quien prefiere empezar el día con un buen desayuno porque suelen levantarse con hambre.
No hemos de olvidar que nuestro cuerpo lleva a cabo intensos procesos biológicos nocturnos, entre otros, el de depuración de desechos. Esta labor termina sobre las 11 de la mañana por lo que es aconsejable no sobrecargar el organismo con comida muy densa antes de esa hora.
Aunque, ¡ojo!, si tienes hambre, come.
Además, empezar el día en ayuno favorece la concentración, el aprendizaje, la claridad mental y la memoria. A no ser que tengas un hambre voraz que te impida funcionar puedes hacer la prueba.
Intenta trabajar o hacer deporte antes y después de desayunar y notarás la diferencia en este sentido.
Como especie estamos muy bien adaptados a ayunar incluso es una practica necesaria para la regeneración del organismo. Por ello es tan recomendable el ayuno intermitente.
Pero una vez más, lo más importante es que escuches tu cuerpo.
#2. Fruta
Las posibilidades que ofrece la fruta como desayuno son inmensas, especialmente en verano. La fruta es ligera, fácil de digerir (para la mayoría) y de asimilar. Su digestión no te demandará demasiada energía, la cual, podrás utilizar para otros menesteres.
Además, es un alimento vivo y una fuente esencial de nutrientes y de luz (biofotones).
Puedes comer un par de piezas o prepararte algo más elaborado como un buen plato de fruta de temporada, dependiendo del tiempo del que dispongas.
Para mayor saciedad puedes añadirle alguna grasa en forma de:
yogurt
leche de coco
semillas (chía, sésamo, cáñamo, lino).
Para potenciar el sabor las hierbas aromáticas frescas son tus grandes aliadas. Picadas muy finas liberan mejor todas sus esencias. Elige la que más te guste: melisa, hierbabuena, menta, albahaca, romero
#3. Huevos
El huevo es uno de los alimentos más completos que hay. Es una fuente de proteína muy completa, aporta gran cantidad de vitaminas (A, D, E, K, B2, B5, B11, B12) y minerales (fósforo, potasio, hierro, zinc, selenio).
Las posibilidades son muy numerosas:
Huevo duro si tienes prisa,
Tarta de verduras (sin masa y que puedes preparar la noche anterior)
Tortilla de hierbas aromáticas, o nuestra preferida: añade perejil, albahaca, cebollino, cilantro o silvestres comestibles (ortigas, llantén, ajo ursino, aliaria, diente de león). Si además la cocinas con un buen aceite (coco, oliva) tendrás un desayuno muy nutritivo, completo y lleno de sabor. Si tienes mucha hambre y una tortilla te parece poca cosa, puedes añadirle harina de coco y acompañarla de una ensalada a tu gusto (tomates, pepinos, aceitunas).
Si eres vegetariano puedes sustituir el huevo por un aguacate maduro, que mezclarás también con las hierbas o con lo que te apetezca.
Crepes: el fin de semana nos encanta hacer crepes con harina de castaña o con plátano. ¡Deliciosos! Pero solo el fin de semana ¿eh? Recuerda que queremos mantener la glucosa a raya desde por la mañana.
Empezar el día comiendo proteína, que en su estado natural siempre va asociada a una grasa, tiene la ventaja de que tiene una mayor capacidad saciante y permite un mejor control de la glucosa en la sangre.
Por el contrario, si empiezas el día con grandes cantidades de azúcar (pan, crema de chocolate, cereales azucarados, bollería, galletas) ocurre lo que ya comentamos más arriba: baja el nivel de energía, se tiene hambre antes, se acaba comiendo más y el exceso de azúcar en el organismo se convierte en grasa.
#4. Omega 3
Si tienes la suerte de poder conseguir buen pescado, ¿por qué no incorporarlo como desayuno? Se hace muy rápido o se puede dejar hecho la noche anterior y acompañarlo con una buena ensalada.
Como comentado en el punto anterior, es mucho más saludable empezar el día comiendo una proteína que hacerlo ingiriendo grandes cantidades de azúcar.
El pescado es ademas muy nutritivo: es rico en minerales, en especial yodo, zinc y selenio, vitaminas A y D y se digiere fácilmente.
Pero uno de sus nutrientes más interesantes son sin duda los ácidos grasos omega 3, imprescindibles para el buen funcionamiento del cerebro y para reducir la inflamación de bajo grado, tan presente en buena parte de la población occidental.
Si bien es cierto que el mar está cada vez más contaminado, todavía hay pescados que se pueden consumir de forma más o menos segura (niveles bajos de metales pasados, en especial, de mercurio) como las sardinas, los boquerones, la merluza, la trucha de río o el salmón salvaje (no de piscifactoría). Algunos moluscos como los mejillones están también poco contaminados.
Sobre lo que sí parece haber consenso es sobre el mayor beneficio de comer pescado frente a los riesgos.
#5. Batidos
El es rápido, socorrido y muy nutritivo.No se trata de echar de todo sin ton ni son. Menos es más y mejor para la digestión y la asimilación, por lo que recomendamos utilizar solo cuatro ingredientes:
1 fruta
1 tipo de hoja verde al gusto: la clorofila es la clave para mantener los antojos de dulce a raya.
líquido: agua, leche vegetal, agua de coco, infusión de la hierba que más te guste
1 tipo de semilla o una cucharada de aceite (coco, lino, avellana) o una cucharada de crema de frutos secos (almendra, anacardo, avellana) para incrementar el aporte nutricional, la saciedad y el sabor.
De este modo tienes todos los nutrientes en un solo vaso y además está delicioso.
#6. Ensalada
En los punto anteriores hemos hablado ya de ensaladas para acompañar, pero puedes desayunar perfectamente una ensalada.
Esta es una opción muy apetecible en verano. En la foto tienes una de nuestras preferidas, pero las combinaciones son infinitas. Adáptalas a tu gusto y disfruta de un buen plato de nutrientes y agua:
sandia troceada
pepino cortado en dados
queso tipo cottage o crema de aguacate (aguacate, zumo de limón, sal y pimienta)
semillas de cánamo
aceite de oliva y sal al gusto.
A muchas personas no les apetece el dulce por la mañana. Si es tu caso, cambia la fruta por verduras frescas.
¡A nosotros nos encanta esta alternativa!
#7. Sopa
Si la ensalada es ideal para el verano, la sopa es un desayuno perfecto para el invierno.
Personalmente admito que desayunar sopa no es lo mío, sin embargo, Kiki lo hace muy a menudo porque es más de salado que de dulce y una sopa bien calentita cuando el hambre acecha tiene muchos beneficios:
es rica en agua por lo que hidrata el organismo
en fibra, vitaminas y minerales
es saciante
puedes hacer mucha cantidad para varios días
se digiere facimente
La sopa la puedes hacer cocinada o en crudo si dispones de poco tiempo.
Esta última opción te aporta un extra de energía ya que la mayoría de ingredientes son vivos. Aquí tienes un ejemplo muy fácil y rico:
1 aguacate
1 zanahoria rallada
agua templada
el zumo de un limón
un chorro de aceite de oliva
al gusto: comino, curcuma, jengibre, sal y pimienta.
Batir
Si nunca has tomado sopa cruda te va a sorprender su exquisito sabor y textura.
Otra opción, más invernal, es el caldo de huesos, igual que el batidos ¡muchos nutrientes en un solo vaso! pero en versión salada.
Conclusión
Escuchar de lo que tu cuerpo te pide es primordial, pero tener una mente abierta a otras posibilidades también.Juega, experimenta y haz lo que te siente bien y con lo que te sientas a gusto y lleno de energía.
Fuente: Bert Poffe
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