El estado de confinamiento ha obligado a la mayoría de personas a cambiar de forma drástica su rutina diaria. Nuestro estilo de vida actual cada vez más frenético y basado en la productividad y el rendimiento se ve forzado a hacer un paron. Teníamos una agenda llena de planes: actividades, trabajo, gimnasio, clases, salidas, viajes De repente, nos vemos obligados a permanecer en casa y a dejar de realizar todas estas actividades que llenaban nuestro día a día. Sentíamos que nos faltaba tiempo. Ahora sentimos que nos sobra.
Lo interesante de esta situación es que nos permite desarrollar cualidades como la determinación y la disciplina. Ambas necesarias para llevar a cabo un cambio en nuestra rutina que ya no depende de horarios sino de nuestra propia planificación. Esto al principio puede resultar difícil ya que, cuando estamos en casa, existe cierta tendencia a la inactividad y a veces nos requiere un gran esfuerzo llevar a cabo actividades o tareas cuando no tenemos la obligación de hacerlas. Las personas funcionamos a través de rutinas y hábitos, y por ello es necesario que, mientras dure este periodo, seamos capaces de crear una rutina que sea beneficiosa para nosotros, que nos permita sacar provecho y disfrutar de nuestro día a día, y que evitemos así caer en estados de frustración, tristeza, cansancio y apatía.
Podemos comenzar introduciendo pequeños cambios en nuestra rutina actual para facilitar el proceso. Estos pequeños cambios pueden reflejarse en forma de objetivos. Si decides escribir una lista de objetivos ten en cuenta las siguientes características:
Objetivos en positivo. Por ejemplo, en lugar de plantearte “no pasar tanto tiempo en el sofá” podrías elegir alguna actividad que puedas hacer durante ese tiempo.
Objetivos alcanzables. Es más fácil empezar por algo que te veas capaz de realizar y por un periodo corto de tiempo. Por ejemplo, realizar 15 minutos de ejercicio por la mañana.
Objetivos concretos. Es más sencillo realizar tareas cuando las hacemos específicas en cuanto al tipo exacto de actividad, la duración, el momento del día, etc.
Si eres de las personas que continúa trabajando desde casa es recomendable que incluyas en tu planificación un horario de trabajo y otro de ocio bien diferenciado. Es mejor dedicar tiempo de calidad a cada parte ya que somos más productivos cuando dedicamos toda nuestra atención (sin distracciones) a la actividad que nos hemos propuesto. Tener un horario limitado de trabajo nos permite también relajarnos en los momentos dedicados al ocio.
En nuestra planificación diaria podemos incluir todas aquellas actividades que nos hacen disfrutar y que, quizás, hemos dejado de lado por falta de tiempo. Es el momento ideal para dedicarte a ellas. Es interesante incluir además actividades sin pantallas y tener en cuenta dos reforzadores que son básicos para cualquier persona: el ejercicio físico y el contacto social. Está demostrado que ambas repercuten positivamente en nuestro bienestar general y, por suerte, actualmente ambas son accesibles para cualquier persona. Si vives solo puedes recurrir a llamadas o videollamadas con amigos y/o familia.
En definitiva, crear una rutina que te permita mantenerte activo, a ser posible desde por la mañana ya que nos será más sencillo continuar nuestra planificación si comenzamos el día con actividad. Además, esto ayudará a mantener una rutina de sueño adecuada: dormir hasta muy tarde o dormir demasiado tiempo durante el día puede desestabilizar el hábito de sueño.
Cuando establecemos una planificación del día y la llevamos a cabo repetidamente, día tras día, empezamos a crear un hábito, es decir, automatizamos esta dinámica diaria y, por lo tanto, ya no nos requerirá esfuerzo mantenerla.
“El excesivo valor que damos a los minutos, la prisa, que está en la base de nuestro vivir, es sin duda el peor enemigo del placer” (Hermann Hesse)