Así pues, una de las preguntas que aun me siguen llegando y que provocan dudas en el mundo de las dietas es la de si es necesario comer grasa para quemar grasa.
En principio, esto podría no tener demasiado sentido. ¿Comer grasa para quemar grasa? Tú flipas. Somos lo que comemos, por lo que si comemos grasa, engordaremos. Es de lógica. Pero la lógica, sin embargo, no se aplica en esta ocasión. Porque en el mundo real, la lógica humana falla más veces de las que acierta.
Así pues, si nos paramos a pensar -algo que recomiendo encarecidamente y más aun en este mundillo en el que hay tanto experto– entonces el hecho de eliminar la grasa de la dieta se podría asemejar a quitarle las ruedas a un coche e irte de viaje.
El cuerpo es un organismo adaptable que se autorregula en base a la comida que ingerimos. Si comes hidratos de carbono durante todo el día, el cuerpo pondrá en funcionamiento la maquinaria necesaria para poder quemar esos carbohidratos de manera eficiente y el resto, lo almacenará (aun si esto significase almacenarlo en forma de grasa). Si comes solamente proteína, entonces el cuerpo se volverá eficiente a la hora de descomponer las cadenas proteicas en fracciones de energía y, si comes solamente grasa entonces…bueno, ya te lo puedes imaginar.
TCM
A modo de ejemplo de comer grasa para quemar grasa, tenemos los triglicéridos de cadena media (TCM). Los podemos encontrar en gran abundancia en el aceite de coco y son, de alguna manera, falsos hidratos de carbono que se asimilan rápidamente pero con la gran ventaja de que no provocan efectos negativos en el organismo.
Estos pequeños individuos son pura grasa saturada, pero con una propiedad sorprendente: y es que muchas de las grasas que ingerimos tardan entre 2-3 horas antes de que el cuerpo las pueda utilizar como energía o, en su defecto, almacenarlas. Sin embargo, los TCM se absorben rápidamente y son una fuente de energía casi inmediata. Así pues, cuando el cuerpo puede acceder a la grasa de manera inmediata, la quema.
LPL – HSL
Los hidratos, como ya sabemos, aumentan los niveles de insulina y si hay algo que la insulina haga increíblemente bien es hacer crecer el tejido corporal. Si ese tejido es músculo, entonces perfecto. Pero muchas veces, sin embargo, es grasa. Y algo no tan increíble es que la insulina puede hacer esto a través de varios mecanismos, pero dos de los más importantes son la regulación de la lipoproteinlipasa (LPL) y la regulación de la hormona-sensitiva lipasa (HSL).
Piensa en la LPL como el equivalente a un transportador de glucosa (tGLUC). La LPL sería la encargada de transportar el azúcar tanto a las células de grasa como al tejido muscular bien sea para ser utilizada a modo de energía o para ser almacenada en forma de grasa. Al igual que el tGLUC, la LPL también está regulada por la insulina, pero solo en las células de grasa. Así que cuando se elevan los niveles de insulina, se dispara la concentración de LPL en las células, lo que les permite liberar grandes cantidades de grasa que en última instancia serán almacenadas.
Sin embargo, la insulina provoca el efecto contrario cuando la LPL está presente en el tejido muscular. Cuando los niveles de insulina aumentan, la concentración de LPL en el músculo disminuye, lo que produce una consecuencia directa: y es que los músculos, literalmente, no puedan quemar la grasa que flota en el torrente sanguíneo. Por lo que se ven obligados a depender de los carbohidratos. Pero, ¿adónde va toda esa grasa? ¡Exacto! A los michelines.
Vale. Pero entonces si no podemos comer carbohidratos, ¿qué pasa con las dietas que se basan exclusivamente en comer proteína? Comer nada más que proteína, bajo muchos puntos de vista, está considerado como el Santo Grial de las dietas, pero la verdad es que no lo es en absoluto. A pesar de que una gran cantidad de estudios avalen que las dietas altas en proteínas (extremadamente altas) ayuden a preservar el tejido muscular y a acelerar la pérdida de grasa, solamente basan los resultados en la población obesa. Si quieres ponerte en forma, esto se convierte en un problema, pues hay más factores en juego, y uno de ellos es la hormona-sensitiva lipasa (HSL).
La HSL es la responsable de sacar la grasa fuera de las células mediante la descomposición de los triglicéridos en ácidos grasos. De esta manera, estos podrán moverse fuera de las células de grasa y se utilizarán a modo de combustible en otras partes. Pero, ¿por qué liberar la grasa de las células si los músculos no pueden quemarla? La explicación es simple. Y es que aparte de los problemas que puede producir la insulina, los aminoácidos por sí mismos pueden ralentizar la eficacia de la HSL; y con todo esto y la HSL inactiva, al cuerpo se le hace difícil quemar grasa.
Por otra parte, todas estas dietas bajas en grasa y ultra-bajas en hidratos de carbono funcionan bien si uno se está preparando para algún tipo de concurso. No obstante, existe un gran problema a medio-largo plazo con todas estas dietas y, para evitarte otra vez todo el rollo científico, lo resumiré en que básicamente si esto se prolongase demasiado podrías necesitar de ayuda química para que el organismo pueda volver a funcionar correctamente y así pues, poder solucionar todos los problemas que estas dietas te pudiesen haber creado en primer lugar.
A partir de aquí, es donde entra en juego House of Abs. Comer grasa es bueno. Muy bueno. Puesto que puede ayudarte incluso a regular las enzimas necesarias para quemar de manera eficiente los carbohidratos. Por consiguiente, si sigues una dieta muy baja en hidratos de carbono durante mucho tiempo, el metabolismo, paulatinamente, dejará de funcionar y la quema de grasa disminuirá. Por eso suelo recomendar a las personas que no practican ejercicio físico el consumo de una gran cantidad de hidratos de carbono una noche a la semana, pues es la herramienta perfecta para reactivar todos los procesos que ayudan a la quema de grasa sin que esto implique ganarla. Simple e increíblemente efectivo.
Entonces, después de toda esta explicación, ¿necesitas comer grasa para quemar grasa? Definitivamente, sí.
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