En verano, el consumo de vino blanco crece, al estar más fresquito y solerse combinar con productos frescos de temporada. El pescado, la ensalada o los arroces son alimentos para beber tranquilamente con un bueno vino blanco.
Y además de estar bueno hay que saber que ofrece diversas ventajas. Por un lado, determinados estudios han encontrado la relación entre un compuesto fenólico que se encuentra en el vino blanco y la prevención de enfermedades cardiovasculares. De esta manera, el alcohol presente en el vino tiene beneficios cardiovasculares, pudiendo reducir el riesgo de enfermedades del corazón y de derrame cerebral.
Además, se ha demostrado que el vino blanco también es favorable para la diabetes y la enfermedad renal crónica. Las investigaciones de tales estudios demostraron que el óxido nítrico del vino beneficia que las plaquetas sean más fluidas, lo que reduce el riesgo de formación de placas en las paredes arteriales.
Otros estudios han comprobado que el consumo moderado de vino blanco ejerce efectos hipotensores. Para las investigaciones aquellos pacientes que consumieron vino blanco vieron disminuir los niveles de presión arterial. Mientras que otros datos establecieron que el vino blanco aumenta el colesterol bueno, sobre todo gracias a aquellos antioxidantes que proceden de la pulpa de la uva.
A su vez, tanto el vino blanco como el tinto, ayuda a retrasar el proceso del envejecimiento, gracias las propiedades vasodilatadoras que combaten ciertas enfermedades originadas por la oxidación de las células. Mientras que otros estudios se basan en analizar los antioxidantes del vino blanco, siendo eficaz para poder prevenir enfermedades pulmonares y las relacionadas con el cáncer de mama. Se ha demostrado que el vino blanco protege las células de cáncer de mama de la misma manera que lo hace el vino tinto.
El vino blanco, por su parte, contiene otras propiedades nutritivas, en forma de fósforo y potasio, aportando una energía de 80 a 100 calorías.