Algunos expertos nutricionistas y médicos reconocidos establecen que el consumo moderado de ciertas bebidas alcohólicas, como el vino y la cerveza, principalmente, se asocia a menores tasas de enfermedades, sobre todo a aquellas relacionadas con el corazón o la alimentación.
Colesterol
Una de las ventajas del vino es la reducción del colesterol malo y el aumento del tipo HDL, o colesterol bueno. Ello siempre combinado con una dieta sana, basada en el consumo de pescado y legumbres, además de llevar una vida nada sedentaria.
Para el corazón
También se ha demostrado que el consumo moderado de vino ofrece una singular protección respecto al corazón, pudiendo prevenir aquellas enfermedades que están relacionadas con el corazón. Ello es gracias a los polifenoles que se encuentran en las uvas para la elaboración del vino, pues tienen unas magníficas propiedades saludables.
Contra el envejecimiento
El vino no solamente protege el corazón, sino que los polifenoles tienen propiedades que inciden directamente en la piel, dejándola más tersa y suave. Por lo que suele emplearse en centros de belleza y spas, para relajarse por dentro y por fuera, y ofrecen tratamientos en la piel. Y es que los polifenoles, que se encuentran en las semillas y la piel de la uva, funcionan como antioxidantes, siendo radicales libres para la epidermis.
Limpia el paladar
Sí, el vino ofrece otra clase de beneficios. Mientras tomamos vino en la comida, las propiedades astringentes de éste evitan la excesiva sensación de grasa al comer diversos tipos de alimentos. De esta manera, el vino ayuda a saborear mejor la comida y a limpiar el paladar.
Buen aliado para la próstata
El vino también es bueno para regular la próstata, sobre todo en edad avanzada. Se recomienda beber un vaso de vino tinto al día ya a partir de los 40 años, pues suelen reducirse considerablemente los diagnósticos de cáncer de próstata.