¿Cómo surgió esta terapia?
En los años 60 George Goodheart, doctor y quiropráctico, examinando a un paciente que tenía un dolor persistente en el hombro vio que éste tenía un músculo débil, con el tiempo pudo comprobar que con la manipulación de ciertos puntos de acupuntura estos músculos débiles se fortalecían desarrollando una técnica que denominó “kinesiología aplicada”.
La filosofía oriental enseña que la energía de nuestro cuerpo circula a través de ciertos canales denominados meridianos. A través de los meridianos de acupuntura los músculos se encuentran conectados a nivel energético a determinados órganos, y la kinesiología trabaja teniendo en cuenta esta conexión.
Así pues, podemos decir que la kinesiología forma parte de las terapias bioenergéticas que trabajan con los circuitos energéticos del cuerpo adoptando las bases de la Medicina Tradicional China, la cual asegura que el bienestar de una persona depende fundamentalmente del correcto equilibrio y de la circulación armoniosa de su energía vital a la que denominan QI.
Goddheart además de relacionar el músculo con el meridiano chino que va vinculado a un órgano en concreto, descubrió que nuestro cerebro es capaz de enviar información al músculo sobre el estado en que se encuentran nuestros órganos y qué tipo de disfunción les está afectando en 4 niveles: estructural, químico, energético y emocional.
Con toda esta información y su experiencia desarrolla un test muscular de 14 músculos, cada músculo se relaciona con un órgano, cuando dicho músculo de debilita bilateralmente indica que existe una disfunción en ese órgano.
Hemos de tener en cuenta que el ser humano no es solamente un engranaje químico o estructural, sino que las emociones también influyen y esto pasa de una manera bidireccional, es decir, cuando tenemos una patología nos afecta a todos los niveles pero cuando tenemos un problema emocional, éste también nos afecta a nivel físico y bioquímico.
Los músculos están relacionados con los meridianos energéticos y éstos también están vinculados a nivel emocional, así que se puede considerar al músculo como una expresión psico-corporal.
Test de intolerancia alimentaria
No es lo mismo tener una alergia, como en el caso de los celíacos, que una intolerancia; la sintomatología y el abordaje es muy diferente en ambos casos.
El problema que sufrimos actualmente es que ha cambiado mucho nuestra alimentación, tanto en como cocinamos y lo que comemos, como la calidad del producto en sí. La mayoría de los productos están refinados, manipulados, metidos días en cámaras de refrigeración, los animales están hormonados, medicados y no están alimentados adecuadamente a su estructura biología, etc.
Es por eso que nuestro cuerpo reacciona y esta reacción es individual a cada uno, y está vinculada también a nuestro estado emocional.
Podemos tener una intolerancia a un alimento hoy y dentro de 6 meses no tenerla, porque la intolerancia es un momento dado en nuestra vida en que se unen una serie de factores que hace que nuestro organismo no metabolice bien ese alimento.
El test de intolerancia alimentaria con kinesiología sirve para ver si existe algún alimento que pueda perjudicar a nuestro organismo. No sirve cualquier set de testaje, por eso yo utilizo uno creado por farmacéuticos especializados en crear sets kinesiológicos, son más de 200 alimentos entre los que se incluye conservantes y edulcorantes.
Si al testar el alimento se produce un desequilibrio energético en el cuerpo, nos indica que hay un rechazo a ese producto y, por tanto, que ese alimento ha provocado una reacción muscular que indica que se ha de eliminar momentáneamente la ingesta del mismo.
Niveles de intolerancia
Cada kinesiólogo tiene su metodología, la que yo utilizo es para averiguar primero si hay una intolerancia y, en el caso de un resultado positivo, vuelvo a testar en otro punto del cuerpo que me indica la gravedad de la intolerancia.
Podemos decir que existen dos niveles de intolerancia, uno en el que puede ocasionar algún disturbio leve en el organismo, y la intolerancia que produce desde diarreas, dolores de cabeza, dispepsias, eccemas...
Es importante averiguar a qué nivel se encuentra la afectación para poder posteriormente hacer las recomendaciones y el abordaje alimentario lo más correctamente posible.