Y no hablo de la más profunda, escondida, al fondo de todas las demás cosas realidad, esa realidad que descubren los meditadores tras mucho meditar, hablo de la realidad más evidente.
No, si yo no veo la TV, dice alguien que yo me sé en la casa donde crecí que ve la TV unas 3 ó 4 horas al día, todos los días desde que yo nací.
Ostras, este hombre no ve la realidad. —Pensaba yo—.
Cuando tenía unos 20 años le pregunté preocupado un amigo si no le parecía una locura eso que bebiéramos tanto alcohol, y su respuesta fue que no le parecía que bebiéramos mucho y que de todas formas, casi con seguridad, a los 30-35 dejaríamos de beber pues es lo normal, y que beber de joven es sólo una etapa más.
Ostras, este tío no ve la realidad. —Pensaba yo—.
Las personas que siguen votando rigurosamente y hablan de lo que este o aquel político va a hacer por ellos o por el país, creyendo de corazón que existe una democracia y que aunque no sea perfecta es lo mejor que tenemos… no sólo me acojona, sino que me hace pensar:
Ostras, esta persona está muy alejada de la realidad.
Te recuerdo que no estoy aquí para criticar a nadie, pues yo también he estado (y sigo en muchos aspectos) ahí, creyendo cosas, siguiendo flautistas, persiguiendo al mismísimo diablo.
Fíjate, voy a contarte una historia de terror: hubo una época, y no estoy bromeando aquí, en que hasta creía que Podemos era bueno.
En serio, creía que era bueno. ¿Te lo puedes creer? Podemos y su gran amor por la libertad del prójimo, buenos.
Y aunque amigos míos con más capacidad de ver la realidad que yo me alertaban del mayúsculo error que estaba cometiendo, yo era incapaz de verlo.
No valían ni las explicaciones ni los hechos. Nada.
¡Eh Antonio! Que creyéndote eso estás agarrando una pala y cavando tu propia tumba como si tuvieras prisa!
Pero nada. Yo era impermeable a la realidad.
Ocurre en todas partes. En todas las personas. En todos los momentos.
No vemos la realidad.
Personas que trabajan 8 horas al día, casi todos los días de casi toda su vida, estresados, cabizbajos, y creen que son libres. Y cuanto más avanza la tecnología, esa tecnología que podría liberar a toda la humanidad del trabajo, CURIOSAMENTE más tarde es la edad de jubilación.
¿Te imaginas que puta locura de cabecitas tenemos que tener para creer eso?
Personas que pagan más de la mitad de sus salarios en impuestos, pero piensan que son necesarios para mantener este estado de cosas, que es lo normal, que alguien tiene que pagar las carreteras.
¿Te imaginas qué pájaros tienes que tener en la cabeza para creer eso?
No vemos la realidad.
Y podría estar contándote anécdotas todo el día.
Personas que van al médico a que les receten pastillas para encontrarse mejor y luego se encuentran peor y creen que es lo normal.
¿Te imaginas?
Personas que creen que la historia que nos cuentan en los libros de texto en las escuelas es la historia de verdad.
Esta sí que es buena, ¿te puedes llegar a suponer lo que significa eso?
No conocemos la realidad y nos conformamos con las sombras, con las siluetas proyectadas en la pared que otros nos muestran.
Por eso desde hace años trato de ser un estudioso a tiempo completo de la realidad, pues sólo a partir de la realidad puedo mejorar mi estado actual y crecer sin límite.
Por el contrario, si estoy enfrascado en mentiras propias o ajenas nunca podré cambiar mi situación y me pasaré la vida luchando contra las proyecciones.
Como diría Buda: No es fácil ver la verdad, pues para verla tienes primero que abandonar el apego y el deseo.
Este mundo, este sistema, o si me permites ir más allá, esta realidad virtual de ondas y energías donde estamos todos metidos, está configurado de una manera en la que siempre van a intentar mostrarnos de primeras aquello que queremos ver, y… eso, siempre será nuestra perdición.
Para ver la realidad tenemos que olvidarnos por un momento de nosotros y buscar con ojos de aprendices.
Siempre con ojos de aprendices.
Con ojos y oídos de niños.
Con manos de niños que buscan el fuego para descubrir por primera vez que quema, no dando nunca nada por sentado.
Como dijo Lama Rinchen Gyaltsen La verdad no brilla. La verdad no viene a buscarte. Tú tienes que ir en su búsqueda.
Si la verdad no brilla, seguramente y por oposición, la mentira brilla.
La verdad es más sigilosa, siempre ahí tras los bastidores, sin hacer ruido, sin llamarte, sin hacer aspavientos con los brazos para que vengas a por ella.
La realidad, la verdad, la riqueza, la abundancia, la libertad, la salud, la felicidad, la verdadera paz interior están ahí, esperándonos, esperando también que dejemos de creernos las sombras, esperando a que maduremos en todos los campos posibles para descubrir qué hay más allá, y más allá, y más allá.
Y aunque quizás el trabajo a realizar para verla completa, si es que eso fuera posible, sea demasiado para mí, cuanto más pasos de en su búsqueda intuyo que más cerca estaré.
Si dentro de 5 años no pienso que hoy era gilipollas, es que no he evolucionado lo suficiente. Mi amigo Pepe.