El acto de vivir implica adquirir nutrientes, metabolizarlos, acumular o generar subpoductos que no nos sirven y expulsarlos de nuestro cuerpo. Los mecanismos que llevan a cabo esta expulsión se llaman emuntorios, y entre ellos podemos contar a los pulmones, el hígado, el intestino grueso (en realidad todo el tubo digestivo), los riñones y la piel.
Imaginemos estos órganos como un cubo de basura. A diario reciben desperdicios. Los acumulan el menor tiempo posible y se vacían, o así debería ser. Si el órgano funciona mal, o si se llena más deprisa de lo que se vacía porque recibimos muchos tóxicos, el cubo no se vacía y la basura empieza a rebosar. Y se reparte por el organismo, produciendo pequeños malestares, falta de claridad mental, un aspecto poco lozano y emisiones (sudor, heces, orina) muy concentradas y desagradables.
Si esto ocurre durante años nos exponemos a de enfermedades de saturación. Cuando hay demasiada toxicidad durante demasiado tiempo, el cuerpo no puede mantener la funcionalidad y aparecen trastornos reumáticos, neurológicos, fibromialgia, diabetes, enfermedades autoinmunes que se activan o empeoran, y en general procesos crónicos y degenerativos.
Llegados al extremo, el organismo tiene que empezar a cambiar a nivel celular para adaptarse y poder sobrevivir. Las células, incapaces de obtener oxígeno, mutan y aprenden a alimentarse de glucosa; generan nuevos vasos sanguíneos para sustentarse, varían su mecanismo de división y prosperan en un medio acidificado. A esto se le llama cáncer.
La mayoría de tóxicos vienen por la alimentación. Otros son ambientales, desde la polución a las radiaciones y los campos electromagnéticos. Tampoco hay que olvidar el potencial tóxico de las emociones y llevar una vida que nos disguste.
Para dar un empujón a los emuntorios y vaciar los cubos de basura, de vez en cuando podemos ayudar al organismo con un pequeño cambio de hábitos. La mayoría de tóxicos tardan sólo dos o tres días en salir del cuerpo, el problema es que siguen entrando. Romper esta rutina un momento, dar un respiro al sistema, es fácil y no pasa por grandes sacrificios:
? Monodieta de fruta uno o dos días. Durante 24 ó 48 horas, ingerir exclusivamente fruta de un tipo. No se trata de pasar hambre, puedes tomar tantas piezas como quieras hasta saciarte. Pero sólo una clase de fruta: sólo manzanas, sólo peras, sólo uvas... la que más te guste. Que sea de temporada y cultivada cerca, si es posible.
? Drenaje linfático. Es un tipo de masaje muy suave y superficial que estimula directamente la circulación linfática. Se induce un acelerón al tráfico de los desechos: enseguida tras el masaje sobreviene una micción larga, oscura y maloliente, en la que se elimina una buena cantidad de toxinas y el sistema linfático queda vacío, con lo cual puede llenarse otra vez, retirando más toxinas de tejidos en los que no deben estar.
? Apoyo acupuntural, estimulando el metabolismo (36E (Zusanli), 40E (Fenglong)) y favoreciendo la eliminación por diuresis (9B (Yinlingquan)), diaforesis (4IG (Hegu), 11IG (Quchi), 5SJ (Waiguan)) y emocional (17Ren (Shanzong)).
? Baño salado. Si no es época de playa o estás lejos del mar, llena la bañera de agua tibia, añade dos kilos de sal y a relajarse.
Ojo, precaución: no inicies una depuración sin consultar con tu médico si padeces alguna enfermedad crónica, trastorno o circunstancia en la que la alimentación influya muy directamente, como diabetes, hipertensión o hipotesión, problemas hepáticos, biliares o pancreáticos, alteraciones de la coagulación...
¿Quieres ir más allá de una limpieza general? A continuación hay recomendaciones específicas para hígado, riñones, pulmones e intestino grueso.
Hígado
Dieta: Entre 2 y 5 días consumiendo únicamente los siguientes alimentos: rúcula, endibia, alcachofa, kiwi y limón. El limón es muy importante. Si quisiéramos una limpieza extrema, como en caso de una hepatitis u otra circunstancia severa, se podría estar 15 días tomando únicamente limón. El primer día un limón, el segundo dos, el tercero tres..., el séptimo siete, el octavo seis, el noveno cinco, el décimo cuatro... hasta terminar con un limón otra vez. Evitar en especial las grasas y la carne roja.
Fitoterapia: cardo mariano, diente de león, alcachofera, desmodium, ortiga, aloe vera.
Masaje: descontracturante y circulatorio; hay que movilizar, oxigenar y drenar la musculatura.
Acupuntura: ventosa roja en 18V (Ganshu) si hay Xie Qi o mucha tensión y no está contraindicada; 1H (Dadun) 2H (Xingjian), 3H (Taichong), 34VB (Yanglingquan) con puntura en dispersión. Y sin olvidar 47V (Hunmen).
Qi gong: sentado cómodamente o tumbado, llevar las puntas de los dedos de ambas manos al hígado (parte baja de la parrilla costal derecha), vaciar la mente y respirar. Visualizamos el hígado en color verde. Al inspirar, el verde es cada vez más brillante e intenso. Al espirar, la toxicidad (fluido negro-verdoso, sucio) sale del organismo. Dos veces al día, quince o veinte minutos cada vez.
Actitud: dedicar tiempo al estudio y resolución de las emociones propias; asignar un tiempo para cada cosa, hacer un plan para encauzar las cosas y desenredar nuestros embrollos mentales. Canalizar y superar la ira y el enojo, el decaimiento por congestión y saturación. Reflotar e intentar dar salida a cualquier emoción que lleve mucho tiempo en el sistema, escondida en las profundidades...
Riñones
¿Cálculo renal? No subestimes
la potencia del perejil para limpiar
el acúmulo de minerales. Y la hierba
rompepiedras...
¿por qué se llamará así?
Dieta: judías, apio, repollo, coliflor, pimiento rojo, sésamo negro, champiñones, arándanos, uvas, sandía, nueces, aceite de oliva..., y evitando ante todo la sal refinada y los productos que la contienen: conservas, precocinados, etc., así como la leche y los lácteos. La sal completa será una buena aliada (Maldon, del Himalaya, gris de Noruega, de roca...). Cualquier licuado de verduras de hoja verde ayudará. La toxicidad de los riñones viene de la toxicidad de la sangre y la clorofila es un buen depurativo sanguíneo.
Fitoterapia: infusión de perejil (hervir en un litro de agua durante diez minutos un gran manojo e ir tomando a lo largo del día), hierba rompepiedras (lepidium latifolium).
Masaje: articular, buscando el restablecimiento de la movilidad (tendones, ligamentos) y controlando bursitis, fugas de las cápsulas articulares, inflamaciones, rigideces, etc.
Acupuntura: moxibustión en 4Du (Mingmen), 23V (Shenshu), 52V (Zhishi), 8Ren (Shenque), 6Ren (Qihai), 25VB (Jingmen) y 7R (Fuliu).
Qi gong: sentado cómodamente o tumbado, llevar las puntas de los dedos de ambas manos a los riñones (parte baja de la parrilla costal, a medio camino entre el costado y la línea media, o bien por la espalda si puedes ponerte cómodo), vaciar la mente y respirar. Visualizamos los riñones en color negro. Al inspirar, el negro es cada vez más brillante e intenso. Al espirar, la toxicidad (grumos, fluido precipitado, légamo) sale del organismo. Dos veces al día, quince o veinte minutos cada vez.
Actitud: afrontar los miedos. No se trata de superarlos de un día para otro, sino de hacerse consciente de ellos y encontrar la forma de vivir sin que nos molesten demasiado. Si hubiese agotamiento o desesperación hay que darse una pausa y descansar. Abrazar la espiritualidad (Dios, Buda, masonería, Krishna, la simple naturaleza, ateísmo, la que sea) y ahondar en el espacio interior, la filosofía y la introspección. Visitar la casa del pueblo y el cementerio familiar. Concluir asuntos pendientes.
Pulmones
Dieta: Ingerir ajo, cebolla, brócoli, zanahoria, tomate, pera, naranja, pescado, pistachos, vino tinto con moderación, té verde... Moderar los lácteos, evitarlos por completo si hay mucosidad o flemas. De todas formas, lo principal en el caso de los pulmones son los gases: no fumar ni exponerse a otros humos (incienso, hogueras...); en cambio vendrá bien aceite esencial de eucalipto vaporizado en difusor de agua. Hacer ejercicios respiratorios del tipo que sea (respiración abdominal, consciente, profunda, corta...) y cambiar espacios contaminados por espacios sanos y frescos.
Unos de estos pulmones fuman, los otros no.
Fitoterapia: llantén, tomillo, hinojo, manzanilla, melisa, perpetua, tusílago, alholva, gordolobo, gayuba... en infusión, solas o mezcladas entre sí.
Masaje: insistir en el drenaje linfático y masaje descontracturante de la músculos respiratorios.
Acupuntura: moxibustión en 13V (Feishu), 1P (Zhongfu), 42V (Pohu), 9P (Taiyuan) y 5P (Chize).
Qi gong: sentado cómodamente o tumbado, llevar las puntas de los dedos de ambas manos a los pulmones (en el pecho, entre la clavícula y el pezón, en ambos lados del cuerpo), vaciar la mente y respirar. Visualizamos los pulmones en color blanco. Al inspirar, el blanco es cada vez más brillante e intenso. Al espirar, la toxicidad (niebla, humo, vapor espeso y pegajoso) sale del organismo. Dos veces al día, quince o veinte minutos cada vez.
Actitud: atacar viejas penas y tristezas, o presentes si las hay. Darles salida (llorar) y recordarse que el dolor es inevitable pero el sufrimiento es voluntario. Hacer una revisión ética y moral de principios, comportamiento y trayectoria. Vigilar la relación con las normas, las tradiciones y la ley: ¿somos demasiado rígidos e inflexibles, quizá crueles, por seguir a rajatabla las reglas? ¿O andamos por ahí desbocados y sin raíz, sin sistema de referencia y sin tener una idea de lo que es correcto? También es importante decir las cosas que queremos decir, sobre todo si hace tiempo que lo necesitamos. Que se preparen los cuñados y las suegras.
Intestino grueso
La obstrucción intestinal no
parece cosa agradable.
Dieta: evitar por completo harinas, lácteos, pasta, carne (sobre todo si es picada) y cualquier cosa pegajosa. Tomar semillas de lino y mucha fibra: verduras, semillas integrales, verduras, piña, papaya, naranja, plátano, higos, aloe vera, más verduras, apio, puerro, espárrago y también verduras. Después de arrastrar fuera del tubo intestinal la materia indeseable vendrá bien reforzar la flora con probióticos: kéfir, yogur (verdadero y fresco, no envasado, hecho hace menos de dos o tres días), chucrut, verduras fermentadas...
Fitoterapia: bardana, orégano, hibisco, manzanilla, menta, jengibre, uña de gato, sen, diente de león..., solas o mezcladas, en infusión.
Masaje: abdominal.
Acupuntura: moxibustión en 25V (Dachangshu), 25E (Tianshu), 4IG (Hegu) y 42V (Pohu).
Qi gong: sentado cómodamente o tumbado, llevar las puntas de los dedos de ambas manos al intestino grueso (en el vientre, entre las costillas y el pubis), vaciar la mente y respirar. Visualizamos el intestino grueso en color blanco. Al inspirar, el blanco es cada vez más brillante e intenso. Al espirar, la toxicidad (residuos muy desagradables, densos, pegajosos, grandes) sale del organismo. Dos veces al día, quince o veinte minutos cada vez.
Actitud: las heridas mentales del intestino grueso son las más extremas y/o repugnantes que podamos padecer: violaciones, asuntos seriamente turbios en la familia o amigos muy íntimos, muerte de seres queridos, actos propios que nos provoquen gran vergüenza... Hay que intentar reconocer la hez mental que se va fabricando en la difícil digestión de estos problemas, e ir deshaciéndonos de ella.
¿Vas a animarte con alguna de las depuraciones? Según la intensidad de la limpieza y tu estado previo, es habitual que haya algunos síntomas molestos los primeros días, como dolor de cabeza o pequeños disturbios intestinales. Es normal, a esto se le llama "crisis depurativas" y son señal de gran movimiento de detritus. Después se pasan y llegan la ligereza física y mental, la vitalidad, la mejora del estado de ánimo y la prevención de males futuros. Y el atenuamiento o desaparición de los síntomas de toxicidad, claro, si es que los tenías.