Hay una escena que no recuerdo. Sé que tiene que ver con los amigos de la época del instituto, en la primera fase de la adolescencia. Sueño mucho más con este grupo de gente que con mis amigos actuales. Pasan cosas normales, cotidianas, que no se me graban en la memoria; y entonces empieza lo importante.
Noto que uno o más dientes se me mueven. No me duelen, pero se mueven mucho y parecen a punto de caer. Me preocupo, los toqueteo, hago pruebas, y efectivamente empiezan a desprenderse. No recuerdo cuántos dientes se caen pero son varios; tampoco recuerdo cuáles, excepto el canino superior derecho. El canino superior derecho cobra mucho protagonismo, como asegurándose de que recuerde esa posición. Se desprende limpiamente de la encía. No duele, sale de raíz. Aunque el diente no tiene mal aspecto, la raíz está negra y podrida. Se desintegra enseguida, como si estuviera hecha de hollín o cenizas.
Siento que se me sueltan más dientes en la boca y los voy sacando, pero no son dientes. En primer lugar sale un cristal transparente, de cuatro o cinco caras y punta más o menos piramidal. Es grande, como del tamaño de la lengua. Este cristal es relativamente blando y tiende a fundirse. Deduzco, en el sueño, que es un gran cristal de sal.
El siguiente "diente" que saco es un cristal blancuzco con toda la pinta de cuarzo, pero que contiene dos piezas de algún mineral verde, probablemente olivina. En conjunto tienen el tamaño aproximado de una nuez.
Y aún hay más: me retiro de la boca un tercer cristal, también de cuarzo, con un bonito núcleo de amatista púrpura. La forma recuerda a un ramo de flores (estrecho por abajo, ensanchado arriba) y el tamaño es también como el de una nuez.
Estos extraños eventos me llevan al médico, que me propone hacerme implantes para recuperar la dentadura. Me niego, argumentando que los implantes alteran el sistema energético (soy quisquilloso hasta en sueños) y digo que prefiero una prótesis normal de quita y pon. De esta escena en la consulta paso a situaciones normales con gente habitual, y no recuerdo casi nada. Entonces despierto.
Despierto con la sensación clara y vehemente de que las escenas de los cristales tienen un mensaje importante. De hecho, aunque entiendo algunos símbolos, consulto con un experto para no perderme detalles.
El canino superior derecho habla claramente de agresividad, de cómo manejo o expreso mis propias sensaciones violentas, de defensa, hacia los demás. El lado derecho señala a lo masculino y el detalle importante y explícito de la raíz, hace referencia al origen. Atención a mi padre, o el padre de alguien cercano u otra figura paterna.
Los cristales representan energías que tengo ahí, latentes. Hun me dice que elimine de una vez esos viejos asuntos podridos y dé salida a unos estupendos recursos que tengo a mi disposición: el mineral verde, la amatista y el cuarzo señalan a los chakras superiores, esto es, un buen potencial afectivo, de conocimiento (propio y del mundo) y de construir la realidad que quiero vivir. El sueño es un mensaje alentador de cambio y crecimiento.