Las feromonas en su descripción más generalista (del griego ????, llevar y ??????, estímulo) son sustancias químicas emitidas por los seres vivos con el fin de provocar un efecto de rechazo/atracción. En la naturaleza estas sustancias están bastante bien representadas y estudiadas: animales que las utilizan para atraer a sus parejas o rechazar a sus competidores, plantas que las utilizan para rechazar insectos, etc..pero en el ser humano las dudas aún continúan, con trabajos que confirman su existencia a través de pruebas empíricas (Universidad de Chicago, Universidad de San Francisco) y de otros que tiran por tierra esas investigaciones.
Gracias a los avances científicos en neurociencia, ahora se puede comprobar como las feromonas provocan estímulos en el cerebro precisamente en las zonas más involucradas en la respuesta sexual (como el área preóptica medial), pero lo que no se puede demostrar es que siempre funcionen de la misma manera ni por qué las feromonas emitidas por una persona afectan a unos individuos si y a otros no. Tampoco se ha podido demostrar aún cómo funcionan en personas homosexuales. Uno de los más activos investigadores sobre este tema es el doctor Mats Olsson del Departamento de Neurociencia Científica del Instituto Karolinska de Suecia.
Según parece, sería el órgano vomeronasal o de Jacobson (muy estudiado en anatomía animal como las serpientes, pero casi un desconocido en los humanos) conectado al sistema nervioso, el encargado de actuar como receptor de las sustancias químicas.
A partir de estas investigaciones, las compañías farmacéuticas han venido desarrollando productos cosméticos para emular las feromonas y hacernos más atractivos sexualmente. Podemos encontrarlas en perfumes, aceites de masaje, velas, etc.