Distintas teorías sostienen que no hay un límite para la esperanza de vida de la humanidad.
Según concluye Jan Vijq, especialista en genética de la Escuela de Medicina Albert Einstein de Nueva York, en Estados Unidos, la esperanza de vida debería detenerse en torno a los 114,9 años. Sin embargo, la investigación de Vijq, publicada en la prestigiosa revista Nature, ha sido ampliamente criticada por otros expertos, que sostienen que no es posible aún indicar un techo para la longevidad humana.
Según la OMS, un bebé que nace en la actualidad tiene una esperanza de vida de 71,4 años.
ESPERANZA DE VIDA: ¿SIN TECHO APARENTE?
De acuerdo al profesor Jim Vaupel, del Instituto Max Planck de Alemania, no existe un límite que pueda establecerse con certeza para la esperanza de vida del hombre. Para Vaupel se trata de un parámetro en constante movimiento a partir de los avances sanitarios, tecnológicos y científicos. Y si hoy pudiera fijarse un tope, para el experto del centro alemán estaría en torno a los 120 años, pero siendo una cifra en permanente revisión.
En esa línea, el científico Siegfried Hekimi de la Universidad McGill de Montreal, en Canadá, sostiene que los datos históricos en torno a la expectativa de vida no hacen posible indicar un freno definitivo en su crecimiento. Por el contrario, todo indica que el progreso de la humanidad en cuestiones médicas y tecnológicas propiciará un crecimiento constante de la duración de la vida, llegando por ejemplo a que sobre el año 2300 algunas personas puedan vivir hasta los 150 años.
El aumento en la expectativa de vida también multiplicará las necesidades de atención para una población de adultos mayores cada vez más numerosa.
ESPERANZA DE VIDA: UN MUNDO CON CONTRASTES EXTREMOS
En otro orden, las estadísticas de la OMS expresan que la expectativa de vida aumentó 5 años a nivel global entre 2000 y 2015, marcando la evolución más veloz desde la década de 1960. A escala global, un niño nacido en 2015 alcanza una esperanza de vida de 71,4 años, pero las diferencias son notorias en función del lugar de nacimiento.
Mientras en Japón el indicador de expectativa de vida supera los 85 años, en Sierra Leona desciende hasta los 50 años. En los 29 países de mayores ingresos a nivel mundial, la esperanza de vida alcanza o supera los 80 años, pero por su parte una persona nacida en el África subsahariana no puede pensar en vivir más de 60 años.
Aunque precisamente en África se concretó el mayor incremento regional en cuanto a expectativa de vida, con un aumento de 9,4 años entre 2000 y 2015 motorizado por los progresos en torno a la reducción de la mortalidad infantil y el tratamiento de enfermedades como el SIDA y el paludismo, los 60 años de esperanza de vida que posee el continente negro se encuentran aún muy por debajo de los niveles obtenidos en los países desarrollados.
¿Seguirá en incremento la esperanza de vida a nivel mundial? ¿Es posible concretar un cambio en el modelo económico que haga posible reducir las terribles desigualdades que se observan? Son incógnitas que seguramente deberán intentar resolver las futuras generaciones.
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