Llevo metida en el mundo del deporte algunos añetes y en este tiempo he visto y oído casi de todo. Muchas personas me dicen que no están a gusto con lo que ven en el espejo, que no se sienten bien o que simplemente envidian a otras por temas estéticos. Tengo que admitir que tiempo atrás yo también vivía con esos sentimientos pero que, lejos de todo lo que creía, no son más que una capa de humo. Esta entrada es algo diferente a las que suelo escribir ya que en vez de enseñaros a hacer algún ejercicio o plato lo que quiero es contaros una parte de mi historia. ¿Me seguís?
¡Sin miedo a nada!
Mi cambio radical, ese empuje definitivo, lo tuve debido a unos problemas de salud. Después de un año feo, feo, feo de narices, mi corazón no pudo soportar toda la presión y acabo en el hospital con taquicardias, todo ello debido a una ansiedad que rozaba la depresión. ¡Una chica de tan sólo 20 años ingresada por ansiedad! No, eso no debía, ni tenia, que ser así. Y desde entonces todo cambió?
Fue entonces cuando decidí ponerme a hacer deporte, con la intención de que ello redujera mis nervios y me ayudase a tener una vida más equilibrada. Después de unos meses me di cuenta de que no sólo había conseguido eso, sino que tenía una nueva afición, y de las fuertes. Cambie mi rutina de estar sentada todo el día por montar en bici, andar y correr. Luego vino la dieta, se fueron los fritos y los pre cocinados y llegaron las verduras, la cocina cocida o asada y las frutas. Ojo! No se fueron, ni se van a ir, platos como los macarrones, el arroz, las lentejas, la pechuga de pollo y demás. Hacer dieta no es comer sólo verde, cuidado con eso.
Total, que yo más contenta que una perdiz creía que todo lo que estaba haciendo lo hacía bien, hasta que mi pareja me cogió y me dijo? mira, cuando te subas a la báscula no te mires la barriga, ni los brazos, mira el resultado. ¡52 kilos! Había pasado de 67 a 52 kilos y me estaba quedando raquítica perdida. No era feliz rellenita, ni tampoco lo era delgada? ¿dónde narices estaba mi equilibrio?
Adoro hacer deporte, moverme, sentirme libre haciendo algo que me gusta y llevo una dieta bastante buena, con algún que otro capricho, pero todo eso se debe hacer bien o no vale de nada. He estudiado entrenamiento personal y nutrición deportiva y ahora he encontrado mi equilibrio. No ha sido un cambio radical, como os he dicho al principio llevo años metida en ello, y los que me quedan!
¿Qué conclusión he sacado? Que el mejor día para empezar a cambiar, verte mejor, sentirte mejor o lo que sea es el que tú, y sólo tú decidas. No importa la edad ni la excusa que tengas para empezar a llevar una vida mejor, importa lo que viene después. Yo he aprendido que debo combinar una dieta saludable llena de alimentos variados, que no se olvide eso, con deporte cardiovascular y musculación. ¡Todo endulzado con grandes dosis de alegría!
Hay está mi equilibrio. ¿Y el vuestro?