Las personas podemos envidiar muchas cosas en los demás. No solo es posible sentir celos por los bienes materiales que tiene otra persona que tiene un estilo de vida marcado por una buena posición económica. También es posible envidiar algo más abastracto y emocional como la felicidad. Cuando nos encontramos en esta posición es porque hemos desconectado el piloto automático que nos conecta con nuestra propia realización personal y estamos más pendientes de los demás.
¿Cómo transformar la envidia en capacidad de superación?
Cuando envidiamos la felicidad de los demás, cometemos el error de juzgar a partir de la apariencia, es decir, desde la superficialidad, el mundo interior de otro ser humano. Por esta razón, el primer paso para no envidiar la felicidad de nadie es poner las cosas en perspectiva, asumir que en la vida de todo ser humano existen fortalezas pero también, debilidades. Momentos de alegría y situaciones de tristeza.
Otro motivo importante para no envidiar la felicidad de otra persona es que cada ser humano es único e irrepetible, por esta razón, es probable que aquello que hace feliz a otra persona no te haga sentir bien a ti del mismo modo y la misma forma.
Todo ser humano desea por naturaleza la felicidad, esta es una norma universal. Sin embargo, no existe universalidad en la forma de alcanzar esta alegría vital. No te esfuerces por recorrer el camino de otra persona porque cuando lo haces te alejas de tu propio propósito de vida.
No se trata de vivir aislado de los demás sino de vivir en conexión con el lado positivo de la vida. Para ello, debemos cultivar la generosidad de alegrarnos por lo bueno que ocurre a los demás. Ya que esta alegría se convierte en el mejor estímulo de superación propio. Por el contrario, la envidia roba la energía y la paz. Produce mucho dolor y sufrimiento y un enorme desgaste anímico.
Envidiar es humano, sin embargo, gracias a nuestra razón también podemos tomar conciencia de nuestros errores en felicidad. Porque los que más sufrimos cuando tenemos envidia, somos nosotros mismos y no los demás.
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