Leon Tolstoi ya lo dijo hace mucho tiempo:” te ayudas a ti mismo cuando ayudas a los demás”. Desde principios de la historia de la humanidad la cooperación ha sido fundamental para la supervivencia de la especie. Si esta cooperación no hubiera existido es, casi seguro, que ahora no estaríamos aquí.
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Cuando lo normal era la cooperación
Antiguamente, cuando la gente no vivía en las grandes ciudades que tanto nos separan, la unión y la ayuda eran mucho más normales. Entre todos las personas que habitaban en un sitio determinado se producía una cooperación y ayuda de manera natural. Cuando alguien necesitaba algo, lo normal era que pudiera ser ayudado por la comunidad entera. Todo el mundo se volcaba ante cualquier necesidad que tuviera otro vecino. De la misma manera, se sentían apoyados cuando ellos eran los que tenían problemas.
Sin embargo, hoy en día, cada vez tendemos más hacía lo contrario. En las grandes ciudades sobre todo, las personas viven cada vez más separadas unas de otras. Es muy normal que, después de años de convivencia en el mismo edificio, muchos de los vecinos ni siquiera se conozcan. Nuestra manera de vivir tiende hacia la independencia y no nos damos cuenta de todo lo que nos perdemos con esa actitud.
El motivo de esta manera de relacionarnos se debe, en gran medida, a la manera en la que los medios de comunicación influyen en nuestra manera de ver la vida. Cada vez que encendemos la televisión abundan programas y noticias en las que los protagonistas son la lucha y el enfrentamiento entre personas. Debido a ello, sin darnos cuenta, nos acostumbramos a creer a que este tipo de conductas son la norma.
¡Qué diferente sería todo si las televisiones de todo el mundo mostraran, también, otro tipo de conductas humanas! Si en los medios de comunicación, se ofrecieran más noticias que tuvieran que ver con la fraternidad y menos con el enfrentamiento, nuestra manera de relacionarnos sería muy distinta.
¿Desde dónde ayudo a los demás?
El ayudar a los demás es una de las mejores terapias que existen para encontrar la felicidad y el sentido de la vida. Sin embargo, muchas personas se lanzan a buscar la felicidad de los demás desde un estado de carencia. En especial las mujeres, normalmente debido a su educación, buscan el bienestar ajeno antes que el propio. Tenemos que damos cuenta de que si damos sin estar primero nosotros llenos, ese dar carecerá de sustancia.
Cuando una persona se siente plena y atendida, la ayuda que presta a los demás será muy bien recibida y efectiva. Sin embargo, si yo doy sacrificando mi propio bienestar y desatendiendo mis necesidades, al otro le llegará pobremente mi ayuda.
Antes de tender la mano a otro deberíamos de reflexionar acerca de si nosotros mismos estamos bien atendidos y en el mejor de los estados de ánimo. Si no es así, mejor no dar nada y esperar a otro momento mejor.
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La vida es un acto de servicio
Una vez que hayamos atendido nuestras propias necesidades, la mejor manera de vivir es colocándonos en una actitud de servicio. La vida nos brinda oportunidades de ayudar a los demás por doquier.
El hecho de tender la mano a los demás, en muchas ocasiones, puede ser adictivo. Por mucho que cada ocasión sea diferente, cada vez que ayudas a una persona la sensación de bienestar tiende a incrementarse. Además de este incremento, las personas que ayudan a otras pueden experimentar cierta necesidad de seguir haciéndolo. Esto es debido a que cuando ayudamos a otras personas nuestro cuerpo segrega cierto tipo de hormonas que tienen que ver con nuestra felicidad. Este bienestar, además, es contagiado irremediablemente a las personas que tengamos alrededor.
Los beneficios de tender la mano a los demás
Como ya hemos visto, el hecho de ayudar a otras personas y echarlas una mano es un beneficio en dos direcciones. Veamos que efectos se generan en ti cuando ayudas a los demás:
Te sientes de maravilla
Está demostrado que, cuando ayudamos a los demás, en nuestro cerebro se activan áreas que están relacionadas con la recompensa. Por este motivo, después de ayudar a alguien te sentirás muy bien y querrás seguir haciéndolo.
Aumenta tu autoestima
Si encuentras una manera de ayudar en algún campo que te apasione, aumentarás la conexión social y también tu autoestima. Además, si lo haces de manera habitual también la confianza aumentará.
Harás nuevos amig@s
Cuando ayudas a los demás, estarás otorgando con tu actitud, energía positiva. Este tipo de energía siempre contribuye a que la relación de amistad aparezca. Además de esto, los amigos que ya tenías antes se verán influenciados positivamente por tu actitud.
Te sentirás más acompañado
Ayudando a otras personas podrás experimentar un sentimiento de comunidad que te hará sentir que no estás solo y que perteneces a un grupo.
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Crecerá tu paz interior
Las personas que llevan a cabo una ayuda activa a los demás notan como sus niveles de estrés disminuyen. Suelen tener mayor sensación de calma de manera habitual.
Cultivas el agradecimiento
Al ayudar a los demás nos ponemos en contacto con nuestra propia situación y adquirimos una nueva perspectiva. Esto nos ayuda a sentir agradecimiento por lo que tenemos.
Verás el vaso medio lleno
Al favorecer de alguna manera a otra persona comenzamos a vernos a nosotros mismos de una manera diferente. Esto hará que nuestra actitud ante la vida mejore y que nos convirtamos en personas más positivas y optimistas.
Como habrás visto, el hecho de ayudar a los demás, además de ser positivo para el que lo recibe, también lo es para el que lo da. ¡No pierdas la oportunidad de probar!