Aquí vas a encontrar las claves para impedir algunas de las manifestaciones del sesgo de negatividad que tiene nuestro cerebro.
La predisposición que tiene el cerebro hacia la negatividad ya la conocemos, ahora bien si empezamos a tenerla presente y somos consciente de ello, posiblemente podamos mejorar nuestra vida de manera más eficaz .
Debemos hacer un esfuerzo consciente y continuado para contrarrestar esa tendencia a la negatividad de nuestro cerebro. Si la tendencia del cerebro es negativa, nuestra voluntad por el contrario debe focalizarse hacia lo positivo.
El neuropsicólogo Rich Hanson señala que lo importante es “talking in the good”, algo así como “hablar de lo bueno”. Claro está que no se trata de evitar todas las experiencias negativas (algo que resulta del todo imposible), sino cambiar el “Chip”y tomar otra filosofía frente a lo positivo.
“Tu cerebro está constantemente cambiando su estructura basándose en lo que piensas y sientes; los científicos lo denominan neuroplasticidad dependiente de la experiencia. Cuando te centras en lo bueno, te haces cargo de ese proceso de creación estructural”.
“No podemos controlar nuestro cerebro pero sí gobernarlo un poco más”. Dice Estanislao Bachrach, doctor en Biología Molecular, investigador en la Universidad de Harvard, defiende la neuroplasticidad cerebral a cualquier edad y señala que el primer paso para intentar cambiar lo que no nos gusta es el conocerse. “Cuesta tanto cambiar primero porque uno cree que no puede. Y después cuesta porque tiene que ver con un aprendizaje que comportará fracaso en el camino. Y fundamentalmente porque en el proceso de cambio hay dolor y no nos gusta el dolor”.
Lo que favorece el no-cambio es no querer fracasar, no querer pasarlo mal, no hacer ridículo el proceso de cambio es un trabajo personal y si estás pendiente de la opinión del otro, no lo vas a hacer. Lo que pasa es que la sociedad vende el cambio como algo fácil y fantástico. El cerebro entonces dice “¡No es fantástico! ¡Lo estoy pasando mal!”. Pero de lo que se trataba es de dirigir tu comportamiento, tu vida en lugar de que el cerebro te la dirija a ti.
Cuando el cambio es realmente querido por uno y no por tu jefe o por tu marido, …, el cerebro funciona mucho mejor porque es muy “egocéntrico”. Trabaja con mayor facilidad y es más eficaz con todo lo que tenga que ver con él y su beneficio que si trabaja por mandato de los demás.
El cerebro es el órgano, con sus neuronas y sus “cables”, y la mente son tus pensamientos y tus emociones. La mente depende del cerebro, piensas y sientes porque tienes neuronas. Pero el cerebro también es influenciado por la mente.
La calidad y el contenido de lo que piensas modifican físicamente tu cerebro.
Si das valor a todo lo que piensas en negativo, a lo largo de los años tu cerebro va a tener “autopistas de pensamiento” cada vez más negativas. Y esto se van retroalimentando. Y no hay que quitarle importancia: si ahora eres pesimista, en 10 años va a ser mucho más pesimista. Lo que das importancia de lo que piensas transforma tu cerebro.
Desde luego no es magia y el cambio no va a suceder de golpe y un día te vas a despertar y se terminó tu negatividad. Hay que dedicar esfuerzo, voluntad y constancia para cambiar eso.
Dar más valor a tus pensamientos negativos en algún momento se hizo un hábito en tu vida y ahora lo tienes incorporado y es automático, es fácil.
Tus pensamientos negativos pueden llegar a tomar el control desviando tu atención hacia ellos, y dotándolos de demasiada importancia. Te apartan de tus planes, de tu ruta e incluso, te hacen bloquearte (parar). Tus preocupaciones, agobios, anticipaciones negativas y los fracasos del pasado van a estar ahí, forman parte de ti. Serán una música de fondo pero lo importante es que no te haga bailar a su ritmo .
¿Te atreves a contrarestar tu negatividad?
Miguel A. Rizaldos Lamoca
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